El regreso del juez Lerga
Esta es la primera ocasi¨®n en que el abogado Luis Lerga viste la toga y sube a un estrado desde que dej¨® de ser juez. La defensa de T¨ªo Alberto le lleg¨® a trav¨¦s de un amigo com¨²n, el periodista Javier Gonz¨¢lez de la Vega, quien le coment¨® que el asunto estaba muy mal. Lerga no conoc¨ªa a T¨ªo Alberto, apenas ten¨ªa referencias de la Ciudad Escuela de los Muchachos (Cemu) y ni siquiera ten¨ªa muy claro si a Legan¨¦s (Madrid), donde no ha estado en su vida, se llega por la carretera de Toledo.Su primera reacci¨®n fue negativa. No quer¨ªa hacerse cargo de un asunto que solo conoc¨ªa por un recorte de peri¨®dico. Pero Lerga pens¨® que al menos ten¨ªa la obligaci¨®n moral de estudiar el caso. Habl¨® con T¨ªo Alberto y acept¨® el encargo tras apreciar que podr¨ªan haber existido vicios procesales que hubieran creado indefensi¨®n. Hoy se muestra convencido de que es inocente.
Los magistrados que juzgan a T¨ªo Alberto no alcanzan, entre los tres, los 25 a?os de experiencia en la carrera judicial. Lerga ha sido juez durante 30 a?os y ha pasado por m¨¢s destinos que todos ellos juntos. Sus reflejos procesales y su comportamiento en estrados delatan que interiorrriente no puede evitar seguir siendo juez.
Le subleva que los magistrados no hayan tenido en cuenta sus reclamaciones de indefensi¨®n y le preocupa que los vicios procesales que, para ¨¦l, existen en el procedimiento, puedan contribuir a deformar los mecanismos de convicci¨®n del tribunal. Lerga opera en un plano jur¨ªdico y as¨¦ptico, con la ley de Enjuiciamiento en la mano y al margen de marruiler¨ªas de abogado que l¨®gicamente, se conoce al dedillo.
Su l¨ªnea de defensa no es espectacular. Huye de los golpes de efecto, de las preguntas sensacionalistas, de los altibajos en los tonos. Pero a veces no puede reprimir un gesto de impaciencia cuando T¨ªo Alberto, llevado de su propio verbo, alarga las respuestas e incurre en inconveniencias. El juez que Lerga lleva dentro no puede reprimir un gesto de advertencia para que se calle. Cuando se sorprende a s¨ª mismo en plena reconvenci¨®n, ya tiene encima la mirada reprobadora de la presidente del tribunal. Lerga esboza una amplia sonrisa, como pidiendo disculpas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.