Embrollo poco h¨¢bil
Desbocado
Una producci¨®n de De Laurentiis. Productor: David Salven. Gui¨®n y direcci¨®n: William Friedkin, seg¨²n la novela de William P. Wood. Im¨¢genes: Robert D. Yeoman. M¨²sica: Ennio Morricone. Int¨¦rpretes: Michael Biehn, Alex McArthur, Deborah van Walkenburgh. Estreno: Coliseum, Juan de Austria y Aluche.
El nombre de Williani Friedkin estar¨¢ asociado siempre a dos pel¨ªculas que tuvieron cierto eco en el momento de su estreno, aunque luego hayan envejecido relativamente mal, French connection y El exorcista. Este tipo de oscilaciones o evoluciones en la cotizaci¨®n son bastante frecuentes y afectan, para bien o para mal, a todos los profesionales. Nadie puede garantizar, a ning¨²n precio, la permanencia en la cumbre, y lo normal es que cada uno se vea obligado -m¨¢s de lo que quisiera- a bajar hasta el fondo del pozo de cuando en cuando, probando el sabor del fracaso para compararlo con las mieles del ¨¦xito. Lo malo es que haya demasiado tiempo sin aciertos, como le ocurre a Friedkin desde hace a?os, y sospecho que este Desbocado tampoco va a significar su regreso a la ¨¦poca de sus primeros triunfos.El problema no est¨¢, desde luego, en la historia que nos cuenta en esta ocasi¨®n, un poco truculenta y llena de excesos, pero que puede servir para captar la atenci¨®n del espactador, con un personaje s¨¢dico y aparentemente loco que asesina a varias personas, destroza sus cuerpos y los somete a los excesos m¨¢s nefandos, sin olvidar los trozos anat¨®micos escogidos que conserva en su macabra colecci¨®n, en la que tambi¨¦n hay im¨¢genes religiosas, fotos s¨¢dicas y cruces gamadas.
Los obst¨¢culos surgen cuando Friedkin se plantea la lucha entre los variados profesionales de la justicia, m¨¢s preocupados, al parecer, por defender sus intereses que en el cumplimiento de la ley. Un ayudante del fiscal del distrito est¨¢ empe?ado en demostrar que el asesino, pese a todas las pruebas, no es s¨®lo un psic¨®pata, sino que tiene una noci¨®n clara del bien y del mal y, por consiguiente, puede ser castigado.
P¨¦rdida de inter¨¦s
Es una pena, sin embargo, que este planteamiento, que hubiera podido ser v¨¢lido con otro tipo de argumentaci¨®n, pierda inter¨¦s muy pronto a consecuencia de un desarrollo narrativo embrollado y poco h¨¢bil que, en lugar de clarificar las cuestiones, las complica innecesariamente. El desarrollo del filme se asemeja m¨¢s a un programa de televisi¨®n (de esos en los que se pretende aclarar, en una o dos horas de di¨¢logo embarullado y atropellado a cinco o seis voces, graves cuestiones como: "?Puede la sociedad castigar a los enfermos mentales?" o "?C¨®mo podemos estar seguros de que los locos est¨¢n locos de verdad?") que a una historia cinematogr¨¢fica s¨®lida.
Los destellos ocasionales est¨¢n ah¨ª, pero no bastan para elevar el nivel. Al final, uno se pregunta qui¨¦n es de verdad el desbocado del t¨ªtulo.
Babelia
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