Schillaci coloca a Italia en semifinales

El mito es definitivo. Comenz¨® como una f¨¢bula de consumo interior y se ha transformado en una de esas historias que dan cuerpo al santoral de las Copas del Mundo. Salvatore Schillaci marc¨® ayer su cuarto gol en el Mundial. Su autoridad sobre el resto de los futbolistas del torneo es ahora indiscutible.Este peque?o delantero re¨²ne sobre su estampa sure?a el triunfo personal de un jugador an¨®nimo hasta hace unos meses y su ascensi¨®n mete¨®rica hasta el reino de las figuras de culto en la tribu futbol¨ªstica. Cuatro goles, cada uno decisivo para la victoria de su equipo, han perfilado la supremac¨ªa de Schillaci sobre el resto de los jugadores. Tot¨®, el delantero que estuvo a punto de cerrar su carrera en un humilde club siciliano, es ahora el destinatario de la atenci¨®n del mundo.
Buen delantero
Su gol fue de buen delantero. Una simpleza si se mira con frialdad. Donadoni sac¨® un pelotazo muy duro que rechaz¨® Pat Bonner como pudo. La pelota qued¨® en el limbo del ¨¢rea y all¨ª, Schillaci, meti¨® el pie antes que nadie. Sencillo. Vuelta del rev¨¦s, la jugada muestra el estado de gracia que vive el delantero italiano. Schillaci llega donde nadie alcanza y mete goles sorprendentes. El pen¨²ltimo fue un remate inesperado desde fuera del ¨¢rea, el ¨²ltimo, un pase a la red, de los que retratan la precisi¨®n y tranquilidad de un futbolista.
No fue una banalidad colorista el gol de Schillaci. Su remate permiti¨® la dificil victoria de Italia ante un equipo que jug¨® con orgullo, dispuesto a exprimir su suerte hasta el final. Poco importa que el estilo irland¨¦s nos devuelva a la prehistoria. Sobre sus carencias se elev¨® esta vez el car¨¢cter de sus jugadores, la decisi¨®n de medirse metro a metro con un equipo de patricios, en casa enemiga, sin ning¨²n pron¨®stico a su favor. Esta lecci¨®n de integridad y valor fue un ejemplo para todo el mundo del f¨²tbol.
Llegaron los muchachos irlandeses con el f¨²tbol sanote y tenaz que se esperaba de los buenos bebedores de cerveza o de los protagonistas de alguna historia de pu?etazos, chica pelirroja y misa a las 12. En las gradas, el coro irland¨¦s cantaba las viejas canciones de guerra. La coreograf¨ªa era completa.
En este ambiente sucedi¨® lo imprevisto. Irlanda aguant¨® a Italia y en algunos momentos coloc¨® en dificultades a la selecci¨®n local. La sencillez del f¨²tbol irland¨¦s fue mal digerida por los refinados jugadores italianos. En medio de un fuego continuo de balones largos, la selecci¨®n de Vicini tuvo que plegar velas. La superioridad de sus jugadores qued¨® rebajada por el duro esfuerzo f¨ªsico de los rivales. Italia pag¨® su refinamiento en los choques y en los balones a¨¦reos. Aunque siempre qued¨® alg¨²n momento para la clase de los futbolistas locales, el desarrollo del encuentro fue m¨¢s apto para fajadores. Los italianos tuvieron que ponerse el buzo para aguantar el acoso adversario y mantener el orden en la apuesta f¨ªsica que les propusieron los futbolistas de Charlton.
En el fregado quedaron muy diluidos los m¨¢s estetas. Giannini y Baggio sobre todo. Nunca parecieron c¨®modos entre los poderosos centrocampistas y defensas irlandeses, gente que nunca esconde el tobillo y que dif¨ªcilmente se deja intimidar en el cuerpo a cuerpo.
El poderoso trabajo de McGrath y Houghton en el centro del campo fue decisivo para dejar con pocas v¨ªas de comunicaci¨®n a los italianos, que tuvieron que vivir pendientes de los destellos de sus jugadores m¨¢s que de la armon¨ªa del juego. El gol de Schillaci fue mod¨¦lico en este sentido. Lleg¨® en una de las escasas acciones bien hiladas por la selecci¨®n italiana, en medio de la marejada de balones irlandeses, como tambi¨¦n fue ejemplar otro detalle de Schillaci , el friqui tremendo que lanz¨® al travesa?o en la segunda parte. Este ritmo quebradizo de los italianos fue lo m¨¢s sorprendente del partido. El gol no logr¨® cambiar el tono del encuentro. Simplemente dej¨® constancia del momento feliz que vive un jugador. Tampoco quiere decir mucho la dificultad italiana ante los rocosos irlandeses. La selecci¨®n de Charlton camina por libre. Ning¨²n otro equipo va a vivir de los balones a la cazuela para dos tipos de 1,90.
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