Cultura de paz
Desde su particular atalaya, siempre por encima del bien y qel mal, el editorialista de EL PA?S critica el pasado 18 de junio las mociones de car¨¢cter pacifista y antimilitarista aprobadas recientemente por algunos ayuntamientos vascos.A estas alturas no pueden sorprender a nadie las posiciones de EL PA?S. Llama la atenci¨®n, sin embargo, la utilizaci¨®n de una l¨®gica tantas veces denunciada desde esas mismas p¨¢ginas: la consideraci¨®n de que cualquier cuestionamiento de lo establecido hace el juego a ETA y su entorno (tesis sostenida, por activa o por pasiva, con singular tenacidad y escasa inteligencia, por Txiki Benegas y Jon Id¨ªgoras, entre otros ilustres pensadores).
Cualquier observador sensato y objetivo convendr¨¢ en que nada puede ser m¨¢s antit¨¦tico y desactivador de la irracionalidad etarra que la extensi¨®n en Euskadi de una cultura de paz que arrincone la violencia, venga ¨¦sta envuelta en euskera o en castellano. Resulta alentador ver c¨®mo algunos partidos e instituciones vascas recogen el sentir de los objetores, insumisos y activistas del movimiento paci ista, que llevan a?os afrontando riesgos y represi¨®n ante la indiferencia y el silencio, en muchas ocasiones, de su peri¨®dico.
El camino hacia un mundo sin ej¨¦rcitos va ganando cada d¨ªa m¨¢s sensibilidades e inteligencias. ?Ut¨®pico? Quiz¨¢. En cualquier caso, mucho menos ut¨®pico, mezquino, injusto y culpable que pretender que el camino hacia la paz pasa por buscar nuevos enemigos a la OTAN o por dedicar 1,2 billones de pesetas al a?o a gastos militares como tiene previsto el Gobierno espa?ol para 1990. Har¨ªa bien EL PAN en dedicar alg¨²n editorial a estos asuntos, en vez de soltar bilis cuando un rayo de esperanza ilumina el horizonte.-
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