La voz dorada de Jessye Norman
ENRIQUE FRANCO Termin¨® el 39? Festival Internacional con dos manifestaciones de tan distinta como marcada relevancia: el estreno de un Tr¨ªptico compuesto recientemente por Juan Alfonso Garc¨ªa para la Orquesta de C¨¢mara de Granada y la explosi¨®n de gran arte protagonizada por Jessye Norman en el gran anillo renacentista de Carlos V.
El d¨ªa anterior domingo, el leridano Carles Trepat pas¨® revista a la m¨²sica espa?ola para guitarra con resultados especialmente meritorios en las obras de Turina.
La lecci¨®n dictada por Jessye Norman para cerrar en clima de alto prestigio la presente edici¨®n del festival es de las que dificilmente se olvidan. Al contrario: pasa a formar parte de las fechas ilustres en la historia de los ciclos granadinos, que se disponen a cumplir 40 a?os de vida brillante.
Entre todo cuanto Jessye Norman interpret¨® -y en este caso el t¨¦rmino recupera su m¨¢s trascendente valor- yo me quedar¨ªa con las Canciones del mucha.cho errabundo, de Mahler. No puede penetrarse con mayor emoci¨®n y clarividencia en esta po¨¦tica musical mahleriana, uno de los cap¨ªtulos m¨¢s reveladores de su tiempo.
La voz de la Norman nos dio los esplendores de mil oros, desde el m¨¢s bru?ido y luminoso hasta el mate y antiguo. Y si el estilo, concepto tantas veces fugitivo, qued¨® explicado meridianamente en Mahler, no lo fue menos en Brahms o en el turbador Lamento de Dido, de Purcel.
Despu¨¦s pasamos al arte ir¨®nico, sencillo y tocado de ternura de Erik Satie, hecho con la m¨²sica popular ciudadana de los a?os veinte. Y lo m¨¢s sorpresivo: tras el m¨²sico franc¨¦s, las geniales Canciones populares de Falla sonaron a verdad, nos dieron el punto exacto de superaci¨®n de lo popular desde lo popular mismo que quiso don Manuel. La Nana, en un registro, y el Polo, en otro, fueron cimas del mejor estilo fallesco a pesar de que el excelente pianista colaborador, el brit¨¢nico Geoffrey Parsons, quedase un tanto corto en la intenci¨®n del siempre dificil y arc¨¢nico Falla. El patio de Carlos V se inund¨® de entusiasmo, lo que motiv¨® excelentes bises de Bizet y Ravel y, sobre todo, un negro-espiritual que conmocion¨® a todos. Quiz¨¢ sea ¨¦sta la mejor actuaci¨®n de cuantas he escuchado a esta gran se?ora de la l¨ªrica, comunicadora de grandes bellezas hechas, a partes iguales, de serenidad y convulsi¨®n.
M¨²sica honda
La condici¨®n religiosa de Juan Alfonso Garc¨ªa, su dedicaci¨®n a las tareas musicales de la cate dral y, quiz¨¢, su mismo car¨¢cter deben de ser causa de que su personalidad y su obra no gocen de la proyecci¨®n que merecen, aunque su nombre est¨¢ ya en todas las historias de nuestra m¨²sica contempor¨¢nea como cabeza y maestro de la moderna escuela musical granadina.
Juan Alfonso Garc¨ªa, en su nuevo Triptico orquestal, rinde homenaje a Manuel de Falla y a Valent¨ªn Ruiz Aznar a trav¨¦s de su propia manera de pensar y sentir. Ha hecho una m¨²sica hondamente sincera apoyada en tres antecedentes hist¨®rico! y es til¨ªsticos: el Renacimiento, el ba rroco y la modernidad entendida libre de presiones y sin el menor af¨¢n de sorprender. Al fondo de todo, como un latido vivificante, est¨¢ Granada, sus recuerdos, su arquitectura, su aire y su especial intimidad profesoral, amical o religiosa. Bien tocado por la Orquesta de C¨¢mara de Granada, bajo la direcci¨®n de Misha Rach levski, el Tr¨ªptico vali¨® a su autor grandes y repetidas ovaciones.
Babelia
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