Vuelven "Las chicas de oro" y "Juzgado de guardia"
Antes de que ellas aparecieran en la peque?a pantalla, chicas de oro era una expresi¨®n asociada a frescas y juveniles hero¨ªnas. As¨ª las publicit¨® por error TVE cuando se estren¨® la comedia entre nosotros, a media tarde, tocando a la programaci¨®n juvenil. Ahora no hay m¨¢s oro que el que reluce, o sea, ellas, las cuatro inefables se?oras que invent¨® Susan Harris en 1985 y que vuelven a TVE en una franja horaria m¨¢s c¨®moda para sus televidentes, precedida por otra telecomedia, Juzgado de guardia, para abrir el apetito en la noche veraniega.Las chicas de oro nacieron para alegrar a los televidentes de la llamada tercera edad; alguien en una de las grandes cadenas acababa de caer en la cuenta de que, en 1984, cerca de un 30% de los americanos ten¨ªa m¨¢s de 50 a?os. Entonces lleg¨® Susan Harris y se sac¨® de la manga cuatro chicas aptas para todas las edades y nacionalidades. La primera sorpresa de ese deb¨² fue ver que el cuarteto de Miami ten¨ªa una buena salud sexual. En aquella ciudad, las cuatro amigas viven sus amores, sus peque?as batallas dom¨¦sticas y las malas jugadas de la edad. En la cocina, casi siempre, las chicas hablan igualmente de las tetas y su estrecha observancia de la ley de la gravedad, de la tendencia al desmoronamiento general del cuerpo y las dentaduras de quita y pon, o de la menopausia, los problemas de pr¨®stata, la enfermedad de Alzhelmer y el miedo a la muerte. Nada de este mundo les es ajeno.
Los guiones son buenos y menos buenos, y alguno decididamente regular. Pero la simple aparici¨®n de Bea Arthur, Estelle Guety, Betty White y Rue McCianahan, basta para el contento de su audiencia. La credibilidad de la telecomeda est¨¢ en estas veteranos profesionales que se conocen bien desde hace a?os (excepto Estelle Guety, que procede del teatro, han trabajado juntas en otros programas a lo largo de sus 30 a?os de carrera profesional). Su sola presencia levanta un episodio de gui¨®n flojo.
Buena qu¨ªmica
Un gesto de Bea Arthur ahorra mil palabras, y la ingenuidad e inocencia de hierro, a prueba de la c¨¢ustica y vulnerable Dorothy, de Rose, s¨®lo es posible gracias a las pautadas entradas de Betty White.Si hay alg¨²n caso en el que tenga sentido hablar de buena qu¨ªmica entre actores es precisamente aqu¨ª. Los personajes parecen hechos a su medida. Todas, desde luego, codiciaban el papel de Sof¨ªa, precisamente la protagonista del episodio de hoy. Estelle Guety es tan buena con sus salidas que hasta el equipo que graba los programas se troncha de risa con sus intervenciones Para lo ¨²nico que no son buenas estas se?oras es para el mantenimiento de la l¨ªnea, habida cuenta de que los disgustos y frustraciones, las reconciliaciones y las pausas entre los sucesivos asal tos dom¨¦sticos se zanjan con el asedio a la nevera.
El sexo tampoco es el fuerte del grupo; no s¨®lo porque gene ralmente sus contempor¨¢neos y ocasionales ligues nunca est¨¢n a su altura, sino porque a veces esta telecomedia a la que le sobran m¨¦ritos ha ca¨ªdo con dema siada facilidad en el efecto c¨®mi co seguro de "viejos hablando de sexo".
Otro humor distinto, m¨¢s su rreal y extravagante es el de Juzgado de guardia. Tiene momento felic¨ªsimos gracias a sus actores secundarios, particularmente John Larroquette, en el papel del ruin fiscal Dan Fielding. Sin olvi dar a Harry Anderson, un juez tan ins¨®lito como eficaz.
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