El tesoro de la isla
Como es sabido, existe un proyecto urban¨ªstico que, seg¨²n su promotor, Joaqu¨ªn Loraque (EL PA?S, 19 de junio de 1990), "m¨¢s pronto o m¨¢s tarde, en uno u otro lugar, ver¨¢ la luz". De entre todos los lugares de la Tierra, este promotor eligi¨® Alcal¨¢ de Henares para ofrecerle "la oportunidad de conocer esta idea". La ciudad se lo agradece y aplaude su emprendedora actitud, pero ha rechazado el proyecto, lo que ha llevado al se?or Loraque a lamentar que Alcal¨¢ pierda esta "oportunidad hist¨®rica" y a lanzar un ultim¨¢tum con la velada amenaza de ofrecer su idea a "otras ciudades". ?l parece estar persuadido de que encontrar¨¢ pronto alguna Isabel la Cat¨®lica que empe?e sus joyas para tama?a aventura y que Alcal¨¢ no podr¨¢ sino arrepentirse de haber dejado escapar la ocasi¨®n de cubrirse de gloria a cambio de la entrega de la ¨²nica joya que se le reclamaba: la isla del Colegio. Ante tanta incomprensi¨®n, el se?or Loraque pretende movilizar a la ciudadan¨ªa para remediar la ceguera del Ayuntamiento e impedir que ocurra lo irreparable. ?Pero a qu¨¦ obedece tanta cerraz¨®n por parte de los mun¨ªcipes alcala¨ªnos? ?Por qu¨¦ tanta miop¨ªa ante la idea genial? ?Por qu¨¦ rechazar el gesto visionario que traiga el Nuevo Mundo para resignarse a descubrir una vez m¨¢s el f¨¢cil Mediterr¨¢neo de un parque municipal? Esto es lo que no acaba de comprender el se?or Loraque. Por ello, es responsabilidad nuestra explicarlo con claridad. Veamos cu¨¢l ha sido el proceso, por sus pasos contados.Comencemos por el principio: a alguien se le ocurre una idea. No se trata, como pudiera pretenderse, de la articulaci¨®n de un proyecto que d¨¦ respuesta a las necesidades concretas de Alcal¨¢. Ni mucho menos: se trata de una idea reci¨¦n sacada de la redoma y que lo mismo puede ejecutarse en Alcal¨¢ que en cualquier otro lugar, como el se?or Loraque admite. Estambul, Jarandina de la Vera, Barcelona o Rabat: da lo mismo. El proceso, nos parece, debiera haber sido el contrario: es el consenso ciudadano, de la comunidad, el que debe impulsar el proyecto. Con todo, nada hay que objetar: lo ¨²nico al caso es comprobar cu¨¢l es la idea y si es apropiada o no.
Pues bien: la idea consiste en crear una poblaci¨®n de 2.000 viviendas, una peque?a ciudad, "integrada en la naturaleza". M¨¢s en concreto, la pretensi¨®n del equipo promotor es que se recalifiquen los terrenos de la isla del Colegio para materializar en ella su idea. Veamos qu¨¦ traer¨ªa aparejado.
En primer lugar, la destrucci¨®n de un paisaje natural, patrimonio hist¨®rico y se?a de identidad de Alcal¨¢. Se trata de la ¨²nica zona de la ribera derecha del r¨ªo que permanece intacta: pr¨¢cticamente el ¨²nico testimonio de la que fue la rica vega del Henares. Desde nuestro punto de vista, estos valores hist¨®ricos y est¨¦ticos merecen ser conservados. Hay, pues, razones de ¨ªndole hist¨®rica que desaconsejan "sembrar avena loca ribera de Henares", como dec¨ªa el Arcipreste.
Adem¨¢s, la urbanizaci¨®n de la isla del Colegio tendr¨ªa consecuencias ecol¨®gicas. Obs¨¦rvese que el proyecto de integrar la ciudad en la naturaleza no se realiza en un terreno bald¨ªo, a?adiendo zonas verdes a lo que se pretende urbanizar, sino construyendo sobre lo que ya era naturaleza, y sobre uno de los m¨¢s bellos y valiosos enclaves de la ciudad. La elecci¨®n del emplazamiento no puede ser m¨¢s desacertada.
Y se trata, por ¨²ltimo, de una obra de adem¨¢n totalitario. Asustan sus proporciones. No es algo semejante a que Ciudad Real hubiera perdido la oportunidad de tener la torre Eiffel o que la obstinaci¨®n de Salamanca le hubiera impedido plantar el At¨®mium de Bruselas en su plaza Mayor: se trata de un espacio que ocupa tanto como todo el casco viejo de Alcal¨¢. Concebido, adem¨¢s, mediante un dise?o integrado, a trav¨¦s de un ¨²nico proyecto global. De un solo impulso, con un ¨²nico y rotundo gesto se pretende dise?ar un espacio mayor que el del centro hist¨®rico de Alcal¨¢, que ha tardado siglos en lograrse. Las ciudades, no conviene olvidarlo, son dep¨®sitos de memoria hist¨®rica, organismos vivos que rechazan la intervenci¨®n totalitaria del cirujano de hierro.
?nica ventaja
A todos estos inconvenientes, la realizaci¨®n del proyecto opondr¨ªa una gran ventaja: el logro de un alojamiento de lujo para 2.000 familias. Es decir, se tratar¨ªa de algo as¨ª como la residencia de los dioses, que tambi¨¦n fue rechazada por la provinciana obstinaci¨®n de los irreductibles galos. Los irreductibles alcala¨ªnos, a trav¨¦s de una coordinadora, tambi¨¦n se han lanzado a la defensa de su isla, a despecho de la condescendencia con que los romanos les reprochaban el no comprender la grandeza y modernidqd del proyecto del c¨¦sar.
Examinadas estas circunstancias, parece razonable y responsable la decisi¨®n municipal y el rechazo (un¨¢nime) de todos los grupos del Ayuntamiento.
. Pero lo m¨¢s importante es que no se trata de una idea y un rechazo. No se puede comprender el problema sin situarlo en una estrategia m¨¢s amplia, como es la del Plan General de Ordenaci¨®n Urbana. Para Alcal¨¢, ¨¦ste no es el momento de decidir sobre una acci¨®n aislada, sino la hora de proyectar, entre todos, el futuro de nuestra ciudad. Es en estas coordenadas donde se logra la comprensi¨®n del problema de la isla del Colegio.
?sta es de propiedad privada y una de las explotaciones agr¨ªcolas de mayor rendimiento del, t¨¦rmino municipal. Sin embargo, la voluntad de este Ayuntamiento es la de adquirirla para cederla a Aleal¨¢ para su disfrute como parque natural. Una idea m¨¢s sencilla, pero que enfrenta al proyecto de urbanizaci¨®n de la isla una concepci¨®n diferente del urbanismo, articulada sobre tres ideas b¨¢sicas:
1. Responsabilidad compartida: la ciudad es obra de todos, todos debemos decidir y todos debemos responsabil¨ªzarnos.
2. Beneficio compartido: se trata de algo tan sencillo como lograr el disfrute de la isla para 150.000 ciudadanos, en lugar de su utilizaci¨®n por 2.000 fiarnilias.
3. Una concepci¨®n distinta de calidad de vida, que respete el paisaje hist¨®rico de la ribera del Henares y su valor ecol¨®gico.
Por estas razones creemos que la isla del Colegio no debe convertirse en la isla del tesoro, como pretende el proyecto, por el sencillo procedimiento de enterrar una peque?a ciudad en ella. El ¨²nico tesoro de la isla es el que ya existe en su interior.
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