Franz y Carlos
![Santiago Segurola](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Fe505581b-3596-4161-bc77-1816c8c68bf7.png?auth=d22627484165dfcb062103e8d1fdebeb92a54c13220f4fd6553111e786e168fa&width=100&height=100&smart=true)
El f¨²tbol ha conducido a Frank Beckenbauer y Carlos Bilardo por vericuetos contrarios. No habr¨¢ en el f¨²tbol dos personajes m¨¢s contrapuestos. Bilardo, un m¨¦dico que jam¨¢s ha practicado la medicina, es un obseso del f¨²tbol, un personaje intuitivo, laborioso y estramb¨®tico. Beckenbauer cultiva las formas aristocr¨¢ticas desde que ten¨ªa 20 a?os. Siempre ha vivido con la cabeza levantada, como jugador y como t¨¦cnico. En su pa¨ªs es un mito indestructible. Bilardo tiene menos suerte. Tambi¨¦n es un mito en Argentina, pero de pim pam pum.Uno de los deportes nacionales en Argentina es atacar a Bilardo. Desde su etapa como jugador en el infamante Estudiantes de la Plata, Bilardo ha sido un personaje sospechoso. Famoso por sus argucias en el campo, por su escasa calidad como futbolista y por su determinaci¨®n para conseguir la victoria a toda costa, incluso por medios de muy dudosa legalidad, Bilardo ha forjado su carrera en solitario, sin el menor aprecio de su pa¨ªs.
Personalidades
As¨ª es su f¨²tbol, una respuesta a las intenciones de los dem¨¢s. Los equipos de Bilardo son met¨®dicos, organizados, perversos, destinados a encontrar una respuesta defensiva a todos los argumentos de los rivales. Lo dif¨ªcil en Bilardo es encontrar una propuesta sorprendente de ataque o una estrategia que no dependa de las armas de los rivales.
Beckenbauer nunca ha tenido que defenderse. Era una estrella en el Mundial de 1966, con 21 a?os. Desde entonces ha pertenecido a la casta de los intocables. Majestuoso y refinado, Beckenbauer represent¨® durante toda su carrera un modelo de perfecci¨®n futbol¨ªstica. Muy lejos de la tortuosa vida de Bilardo, Beckenbauer sigui¨® una ruta natural en una divinidad del f¨²tbol. Dej¨® la profesi¨®n y fue designado seleccionador alem¨¢n, sin haber entrenado antes.
Como t¨¦cnico, Beckenbauer no tiene nada de sutil. Todo le ha ido bien en el f¨²tbol. Su equipo no pod¨ªa ser otra cosa que la expresi¨®n del dominio que siempre tuvo el kaiser en la cancha y fuera de ella. Beckenbauer hace su oferta y no cuenta demasiado con el adversario. Como entrenador, s¨®lo es el inmaculado sucesor de Sepp Herberger y Helmut Schoen, los hacedores de la gran Alemania futbol¨ªstica.
B¨ªlardo y Beckenbauer se encuentran de nuevo en una final. Los dos han anunciado su retirada del cargo. El t¨¦cnico argentino ha llegado a decir que est¨¢ decidido a abandonar el f¨²tbol, algo dif¨ªcil de creer en un hombre que vive neur¨®ticamente este juego. En cualquier caso, en el partido de Roma los dos t¨¦cnicos presentar¨¢n unos equipos que son el fiel reflejo de su personalidad. Las escuadras de Beckenbauer son simples y muy alemanas. Si pueden te arrasan; si no, luchan hasta vencerte. Bilardo es diferente. Sus equipos te ganan, como sea, pero te ganan.
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