Delgado pag¨® su esfuerzo en l'Alpe d'Huez
La principal etapa alpina no hizo m¨¢s que complicar el Tour, ya que el n¨²mero de aspirantes no se ha reducido convenientemente. Bauer y Alcal¨¢ han quedado descartados. s¨ª, pero hay otros en cartera antes del veredicto de los Pirineos y los matices que establezca la cronoescalada de hoy. La marcha hacia l'Alpe d'Huez discurri¨® bajo el perfecto dise?o del equipo Banesto, pero su estrategia no rindi¨® sus frutos porque Delgado fall¨® con el estoque: un esfuerzo notable con resultados p¨ªrricos, pues concedi¨® ventajas a Lemond, Bugno -ganador de la etapa- y Breukink y apenas logr¨® una m¨ªnima sobre Pensec, el l¨ªder.
Delgado ha dejado dos cad¨¢veres en la cuneta, Bauer, que lleg¨® a 21.45 minutos de Bugno, y Alcal¨¢, que lo hizo a 5.41. Es insuficiente. Sin embargo, nadie, salvo el modesto Pensec, puede darse por completamente satisfecho, lo que quiere decir que Lemond no s¨®lo se ha quedado sin equipo, sino que tiene a su principal adversario en casa.Para el aficionado espa?ol, la gran etapa alpina result¨® frustrante porque experiment¨® nueve d¨¦cimas partes de gloria y una de pesadilla. Delgado fall¨® en los ¨²ltimos cuatro kil¨®metros de la ascensi¨®n, justamente cuando parec¨ªa aprestarse al remate final, hecho que habr¨ªa adornado una jornada digna de ser archivada en los anales de la estrategia ciclista. Indur¨¢in atac¨® en el descenso de La Madeleine para mover el pelot¨®n, subi¨® el Glandon en compa?¨ªa del combativo Claveyrolat -fue digna de elogio su agresiva presencia en la doble cita alpina- y esper¨® en el descenso a que Delgado soltase amarras del grupo perseguidor. Delgado e Indur¨¢in dieron rienda a una veloz escapada, cuya estela s¨®lo pudieron seguir Bugno y Lemond, quienes mejor supieron analizar la trascendencia de lo que estaba pasando. Ya en l'Alpe d'Huez, Indur¨¢in vio cumplida su misi¨®n y todo el mundo se aprest¨® a escuchar la ¨²ltima palabra de Delgado. Pero el discurso qued¨® interrumpido.
El desfallecimiento de Delgado complica la carrera por cuanto, siendo un protagonista activo, evidenci¨® defectos que no se le supon¨ªan. Fundamentalmente, uno: debilidad en la primera escala monta?osa. Ese hecho puede tener una importancia capital porque se est¨¢ ante un corredor que hab¨ªa demostrado una palpable regularidad en su comportamiento: de fallar, s¨®lo lo hac¨ªa en las segundas vueltas, es decir en la tercera semana. La ¨²nica esperanza para el ciclismo espa?ol descansa ahora en que Delgado sea capaz de resucitar, un acto al que no han sido ajenos el propio Lemond o el inolvidable Fignon. A Delgado no le queda m¨¢s remedio, pues, que reencarnarse en s¨ª mismo.
Lemond-Pensec
La actuaci¨®n del segoviano permiti¨® elevar la cotizaci¨®n de Bugno y Breukink. Claro que a ¨¦ste a¨²n le queda demostrar que es capaz de rebasar el list¨®n de la tercera semana. Bugno es distinto: su desgaste ha sido peque?o porque no se ha visto obligado a tomar iniciativa alguna y su presencia en la cabeza demanda mayor respeto, dado el precedente de su impresionante actuaci¨®n en el Giro. El hecho de que Bugno haya ganado en una cima tan simb¨®lica como l'Alpe d'Huez es un dato revelador: se est¨¢ quiz¨¢ ante un s¨®lido candidato a suceder al m¨ªtico Gimondi.
Y falta Lemond, que defiende su leg¨ªtima aspiraci¨®n a ganar por tercera vez el Tour. Lemond vestir¨ªa hoy de amarillo si la primera etapa no hubiera sido abordada con frivolidad por las figuras. Lemond re¨²ne garant¨ªas suficientes como para resistir el asalto monta?oso de sus rivales, pero no tiene capacidad para interpretar el ataque definitivo. Desde hoy, menos a¨²n, porque puede afirmarse que se acaba de quedar sin equipo. A sus espaldas, ha crecido Pensec, convertido gracias a la fortuna en el ¨²nico corredor que puede otorgar una gran victoria al ciclismo franc¨¦s. La jornada de ayer mostr¨® que, disponiendo de una escuadra eficaz, el Zeta, Lemond no puede disfrutar de ella. Tanto Millar como Simon y Boyer flanquearon al l¨ªder en todo momento hasta reducir casi por completo la diferencia que lleg¨® a tener en contra, 2.30 minutos. Pensec pas¨® con notable la contrarreloj larga y con sobresaliente la doble jornada alpina. Le separan nueve minutos de Lemond, un margen que s¨®lo puede disolverse a cambio de un sonoro desfallecimiento o de ataques consecutivos. No ser¨¢ Lemond quien destierre el hacha de guerra para granjearse la eterna antipat¨ªa francesa.
La cronoescalada de hoy servir¨¢ para limar matices y apuntar alg¨²n nuevo descarte. Podr¨¢ comprobarse qu¨¦ corredores acusan en mayor medida las secuelas. Dos desfallecimientos seguidos evidenciar¨ªan que la resurrecci¨®n de Delgado no es posible; o, si lo fuera, ser¨ªa in¨²til.
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