La huelga inexistente
DE "ILEGAL, il¨ªcita e inexistente" ha tachado la presidenta Chamorro la huelga que tiene paralizada a Nicaragua desde hace dos semanas. En este tiempo, la inexistente huelga -que, seg¨²n el Gobierno, es pol¨ªtica, y no laboral- se ha cobrado al menos cuatro vidas y medio centenar de heridos, al tiempo que promete reverdecer los antagonismos que estuvieron en el origen de la guerra civil reci¨¦n concluida. Diez a?os de lucha fratricida, miles de muertos, una revoluci¨®n, largas negociaciones de paz y, finalmente, su conclusi¨®n democr¨¢tica y relativamente pac¨ªfica hab¨ªan restablecido una semblanza de concordia en Nicaragua. Pero la consolidaci¨®n de la paz s¨®lo era concebible desde la evitaci¨®n de conflictos.Probablemente, la presidenta Violeta Chamorro, jefa de filas de la Uni¨®n Nacional Opositora (UNO), antisandinista, pensaba que con ella pod¨ªan superarse las diferencias ideol¨®gicas y los rencores. La realidad econ¨®mica acaba de derrotar sus prop¨®sitos. Hace un par de semanas, el sandinista Frente Nacional de los Trabajadores (FNT), que con 260.000 afiliados comprende a la mayor¨ªa de los funcionarios de la Administraci¨®n p¨²blica, declar¨® una huelga indefinida de protesta por las condiciones de trabajo que padecen los nicarag¨¹enses: salarios irrisoriamente bajos (hasta de menos de 3.000 pesetas mensuales), inestabilidad laboral y sugerencias gubernamentales de reprivatizaci¨®n de empresas nacionalizadas en el r¨¦gimen anterior. M¨¢s de 85.000 trabajadores de los sectores de telecomunicaciones y del suministro el¨¦ctrico, adem¨¢s de la banca, se unieron a la protesta. Dada la situaci¨®n de penuria econ¨®mica por la que atraviesa Nicaragua, reivindicar un aumento salarial del 700% es leg¨ªtimo, pero imposible. Pronto, como no pod¨ªa menos de ocurrir, estall¨® la violencia.
Mientras Violeta Chamorro intentaba vanamente ejercer su autoridad, el Frente Sandinista emit¨ªa dos comunicados consecutivos y contradictorios. Uno de apoyo al movimiento huelgu¨ªstico y otro recomendando calma y negociaciones. Son concepciones distintas del futuro: para Chamorro, s¨®lo un di¨¢logo nacional sin chantajes permitir¨¢ la "defensa de las sagradas libertades", mientras que para el l¨ªder sandinista, Daniel Ortega, ceder ahora equivaldr¨ªa a renunciar a las "conquistas revolucionarias" de los a?os ochenta.
Curiosamente, la ¨²nica colaboraci¨®n entre las fuerzas de uno y otro bando se ha producido en el esfuerzo de limpieza y desescombro de la capital, asolada por los des¨®rdenes de los ¨²ltimos d¨ªas. No ha ocurrido lo mismo con respecto a la batalla campal librada en torno a la progubernamental Radio Corporaci¨®n, que efectivos de huelguistas intentaban ocupar hace dos noches. Los trabajadores se enfrentaron a esquiroles enmascarados, antiguos miembros de la Contra que repentinamente poseen un armamento que se supone hab¨ªan entregado a las fuerzas de la ONU hace menos de un mes. Tampoco ha querido intervenir el Ej¨¦rcito Popular Sandinista para desalojar los edificios p¨²blicos -incluida la Asamblea Nacional- ocupados por los huelguistas.
La presidenta Chamorro -apoyada por los restantes mandatarios centroamericanos, que, con un comunicado solidario hecho p¨²blico ayer, hacen lo posible por que se conserve una paz precaria establecida tras a?os de esfuerzos- est¨¢ dando muestras de poca flexibilidad. Pierde los nervios y permite que su vicepresidente, Virgilio Godoy, anuncie la formaci¨®n de sospechosos comit¨¦s de salvaci¨®n nacional. Daniel Ortega, por su parte, debe tratar de controlar la situaci¨®n de sus seguidores y evitar la sombra de un poder paralelo y popular, pero tambi¨¦n antidemocr¨¢tico (algunos de sus rivales le acusan de intentar chantajear al Gobierno con la huelga). La tolerancia, flexibilidad y sensatez pol¨ªticas resultan esenciales para que los nicarag¨¹enses puedan contemplar el futuro con esperanza de paz.
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