Sectas y delito
LOS HECHOS demuestran una mayor sensibilidad de los poderes p¨²blicos ante el peligro que representan las actividades de diversas sectas en Espa?a. La reciente detenci¨®n de 10 adeptos de la secta Ni?os de Dios bajo la acusaci¨®n de secuestro de varios de los 22 menores que estaban en su poder, la conclusi¨®n del juicio contra los l¨ªderes del Centro Esot¨¦rico de Investigaciones (Ceis) a los seis a?os de la desarticulaci¨®n de esta secta y el sumarlo abierto hace ahora un a?o contra la Iglesia de la Cienciolog¨ªa y sus asociaciones afines e instrumentales -entre ellas, Dian¨¦tica, Narcon¨®n y Drogan¨®n- revelan, cuando menos, el empe?o por perseguir el enga?o. El hecho de que existan en estos momentos en torno al medio mill¨®n de seguidores, en su mayor¨ªa j¨®venes, y que las sectas consideradas destructivas practiquen un proselitismo atosigante y capcioso hacen que el problema no pueda considerarse una cuesti¨®n menor.De los cientos de sectas existentes en Espa?a, unas 40 son consideradas, de acuerdo con una terminolog¨ªa consagrada, destructivas. Por tal se entiende a los grupos que, present¨¢ndose bajo el ropaje de asociaci¨®n religiosa o religioso-cultural, persiguen de hecho el enriquecimiento, manipulando para tal fin la personalidad de sus miembros, en su mayor¨ªa ps¨ªquicamente inestables, descontentos consigo mismos o proclives al esoterismo o la religiosidad. Su actividad tiene, pues, poco que ver con el ejercicio de los derechos constitucionales de libertad religiosa o ideol¨®gica y de libre asociaci¨®n, y mucho con la comisi¨®n de pr¨¢cticas mafiosas inmersas en la m¨¢s pura realidad delictiva.
En el sumario abierto a los dirigentes en Espa?a de la Iglesia de la Cienciolog¨ªa, cuyo primer mandamiento se expresa en la pragm¨¢tica f¨®rmula de "hacer dinero", su actividad se resume en un rosario de delitos de tipo fiscal, contra la salud p¨²blica, falsificaci¨®n, lesiones, contra la libertad y seguridad en el trabajo y coacciones y amenazas. En el juicio celebrado contra los l¨ªderes de Ceis han salido a relucir las pr¨¢cticas habituales de esta secta: el intrusismo, por la necesidad de los acusados de presentarse como psic¨®logos para captar adeptos; la inducci¨®n a la prostituci¨®n como un sistema de conseguir ingresos, y la corrupci¨®n de menores con el fin de adiestrarlos para este tipo de pr¨¢cticas. Es precisamente en la corrupci¨®n de menores en lo que parece centrarse la actividad fundamental de los Ni?os de Dios, con las previsibles secuelas de extorsi¨®n.
La dificultad principal para desentra?ar el entramado delictivo en que se asienta este tipo de sectas estriba en su apariencia legal y en sus pretendidos fines religiosos, culturales, terap¨¦uticos y humanitarios. La presentaci¨®n fraudulenta de sus estatutos, formalmente adaptados a fines l¨ªcitos, no s¨®lo les facilita la inscripci¨®n en los registros como entidades sin ¨¢nimo de lucro y de utilidad p¨²blica; les garantiza, sobre todo, la m¨¢s absoluta inmunidad frente a los controles financieros y fiscales y las inspecciones de car¨¢cter laboral. Hace un a?o, el Congreso de los Diputados, a instancias de la comisi¨®n parlamentaria que estudi¨® el fen¨®meno de las sectas en Espa?a, aprob¨® algunas medidas para hacer frente a estas t¨¢cticas de camuflaje. Pero no parece que se hayan plasmado hasta ahora en decisiones de car¨¢cter jur¨ªdico o administrativo.
No se trata, como muy bien aconseja el informe sobre nuevos movimientos religiosos elaborado por el Parlamento Europeo en 1984, de ?legalizar las sectas (medida que rozar¨ªa peligrosamente las libertades de religi¨®n, de pensamiento y de palabra propias de un sistema democr¨¢tico). Se trata de aplicar con rigor la legislaci¨®n existente en materia laboral, penal y fiscal. S¨®lo as¨ª se pondr¨ªa coto a su absorbente capacidad manipuladora sobre los individuos que captan para fines ego¨ªstas, y con frecuencia il¨ªcitos, y se aliviar¨ªa la tragedia en la que est¨¢n sumidas numerosas familias espa?olas.
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