Perder los papeles

El flamenco nos dej¨® esta vez un extra?o sabor agridulce, por obra y gracia exclusivamente de uno de los artistas actuantes: Antonio N¨²?ez, Chocolate. Este cantaor es uno de esos raros del flamenco cuyas genialidades pueden arruinar una noche como ¨¦sta.Fue lo que ocurri¨®. Parece que a Chocolate no le gusta que le, llamen raro, y as¨ª lo expres¨®. Lo siento, pero evidentemente no es normal todo lo que este hombre hizo y dijo en la ocasi¨®n que comentamos. Aunque vayan siendo cada vez m¨¢s frecuentes los flamencos que le pierden el respeto al p¨²blico. Chocolate le perdi¨® el respeto al p¨²blico y se lo perdi¨® a su guitarrista acompa?ante, Agust¨ªn Carbonell, El Bola, cuya digna compostura ante la intemperancia de su compa?ero le vali¨® m¨¢s de una cari?osa ovaci¨®n de la audiencia.

Chocolate sali¨® dicharachero, y alardeando de cortura y sensibilid¨¢, entr¨® en una fase de verborragia aguda realmente lamentable. Estas cosas, cuando se disparan de manera incontrolable, agobian al respetable. Frases inconexas, sin sentido, sin raz¨®n de ser. Estoy seguro de que ni el mismo Chocolate sab¨ªa lo que dec¨ªa. ?Supo lo que cantaba? A veces, e incluso tuvo cantes -por siguiriyas, por fandangos- espl¨¦ndidos; pero hizo al final una jota y unas rancheras por buler¨ªas para meterlo en la c¨¢rcel.

Mora¨ªto Chico, en concierto, demostr¨® un cierto envaramiento. Se le nota que esta faceta la ha tenido un tanto descuidada durante a?os. Acredit¨®, de cualquier manera, la bondad de su toque, especialmente por buler¨ªas.