Discusiones democr¨¢ticas
LA CUMBRE de Dubl¨ªn celebrada hace tres semanas fij¨® unos plazos concretos en los que ha de completarse la unidad europea, tanto en su vertiente econ¨®mica como en el aspecto pol¨ªtico. Antes de fin de a?o, dos conferencias intergubernamentales marcar¨¢n en Roma el camino a seguir para el establecimiento de ambas uniones a partir de 1993. La Europa unida es ya inevitable. Pero ?qu¨¦ es y ad¨®nde conduce este proceso? ?Qui¨¦n lo controla?En primer lugar, existen serias reticencias de los miembros de la Comunidad Europea (CE) a ceder parcelas importantes de su soberan¨ªa en beneficio de un poder comunitario centralizado o supranacional. Todos querr¨ªan, adem¨¢s, evitar la p¨¦rdida de rasgos de identidad nacional, lo que no deja de ser acertado porque en la diversidad cultural se encuentra el germen verdadero de Europa. Para otros -como el Reino Unido o Dinamarca-, en cambio, la transferencia de competencias soberanas a un poder central supone un paso atr¨¢s; sus temores esconden, m¨¢s bien, aislacionisnios xen¨®fobos, de los que el reciente y alucinante alegato del ministro de Comercio e Industria es un preclaro exponente.
Otra cuesti¨®n en disputa es el litigio que opone a la Comisi¨®n de Bruselas y al Parlamento Europeo de Estrasburgo en torno a la distribuci¨®n de sus respectivas competencias (y a la usurpaci¨®n de poder legislativo, de lo que la C¨¢mara acusa al Ejecutivo). Existe la sospecha generalizada de que, hasta ahora, la marcha hacia la unidad europea ha sido dlscutiblemente democr¨¢tica. Se dir¨ªa que la CE ha recorrido el camino sin controles parlamentarios reales. Nadie est¨¢ muy seguro de las atribuciones de la Comisi¨®n en Bruselas, ni de c¨®mo podr¨ªa controlarlas un Parlamento Europeo con competencias a¨²n embrionarias.
A esta preocupaci¨®n responde el mandato dado a las dos conferencias de Roma: acabar de establecer la uni¨®n econ¨®mica total de Europa y marcar unas metas pol¨ªticas que var¨ªen entre la federaci¨®n y la confederaci¨®n. En esta l¨ªnea, debe destacarse el proyecto aprobado el mi¨¦rcoles pasado por el Parlamento de Estrasburgo. Con el objeto de dise?ar un nuevo sistema constitucional para una "Europa de finalidad federal" superadora de nacionalismos est¨¦riles, cuatro grandes de la pol¨ªtica comunitaria (Giscard d'Estaing, David Mart¨ªn, Emilio Colombo y Maurice Duverger) sometieron al Parlamento unas propuestas para el lncremento de poderes de la CE frente a los de los Estados. Fueron aprobadas por mayor¨ªa, reclamando para s¨ª la condici¨®n de C¨¢mara constituyente, aunque resulte prematuro fijar su puesta en pr¨¢ctica.
El impulso unitario provendr¨¢ de quienes est¨¢n en disposici¨®n de ejercer la soberan¨ªa pol¨ªtica, es decir, de los Gobiernos. S¨®lo cuando las conferencias intergubernamentales de Roma hayan determinado la forma y el ritmo del proceso, podr¨¢ el Parlamento Europeo sugerir un marco constituyente. Aunque es cierto que la parlamentarizaci¨®n del proceso de unidad pol¨ªtica europea ser¨ªa lo m¨¢s democr¨¢tico, ciertamente parece lo menos pr¨¢ctico por el momento. Son todas ellas cuestiones debatibles que, pese a su trascendencia, no deben rebajar la importancia fundamental que tiene la evoluci¨®n de otros acontecimientos pol¨ªticos, como el de la unidad alemana y su decisivo impacto sobre el europe¨ªsmo.
En la interpretaci¨®n de la actual estructura de poder comunitario existen varias confusiones. Es cierto que la Comisi¨®n de Bruselas, encabezada por Jacques Delors, hace lo posible por que se la tome por el verdadero Ejecutivo de la CE. Pero no campa por sus respetos. En el funcionamiento actual de la Comunidad, el Consejo de Primeros Ministros y Jefes de Estado es el verdadero Ejecutivo comunitario; nadie puede dudar de su naturaleza democr¨¢tica. La Comisi¨®n de Bruselas, aun siendo muy poderosa, no pasa de ser la Administraci¨®n comunitaria. El considerable poder reglamentario de la Comisi¨®n de Bruselas (el 50% de las medidas que se adoptan en los Estados miembros provienen de decisiones aprobadas en la CE, y ese porcentaje se eleva al 80% en el campo de la econom¨ªa, mientras que s¨®lo un 10% est¨¢n sometidas a control parlamentario) puede inducir a creer que es ¨¦sta quien legisla a su antojo, puesto que no lo hace el Parlamento de Estrasburgo. No es as¨ª. El poder legislativo comunitario est¨¢ investido en el Consejo de Ministros, en los Parlamentos nacionales -a los que les corresponde ratificar los tratados comunitarios- y en la Comisi¨®n, por cuanto ejercita el poder reglamentario a trav¨¦s de las directivas. Lo complejo ahora ser¨¢ ir trasladando el control y el poder legislativo del Consejo de Ministros a un Parlamento Europeo m¨¢s representativo y fuerte.
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