"A los periodistas no se nos perdona ser testigos y guardianes"
William J. Small ha sido uno de los m¨¢s prestigiosos periodistas de la televisi¨®n norteamericana, y a su pluma se debe un libro que acu?¨® una frase legendaria, Matar al mensajero. Aunque a sus 63 a?os podr¨ªa ser considerado un viejo periodista, cree que los j¨®venes est¨¢n mejor equipados que los de su generaci¨®n. "Son m¨¢s cultos y tienen m¨¢s medios. Si hoy surgiera un Watergate, estar¨ªan mejor armados para cubrirlo".
Small, un hombre robusto, como su propia idea del periodismo ("la prensa ha de ser robusta para ser libre"), es un norteamericano de Chicago acostumbrado a los focos de la televisi¨®n y a los riesgos de una profesi¨®n que ejerci¨® durante 40 a?os en los m¨¢s variados medios de comunicaci¨®n. Fue presidente de la agencia informativa United Press International (UPI) entre 1982 y 1984, y desde 1979 a 1982 dirigi¨® como presidente la NBC, uno de los principales emporios informativos del mundo. En la CBS News fue vicepresidente entre 1978 y 1979, y fue en esta compa?¨ªa donde acredit¨® sus dotes de periodista, de organizador y de empresario. Ahora, jubilado de la profesi¨®n, es un profesor distendido y sonriente. En Espa?a ha estado invitado por la embajada de su pa¨ªs para hablar con sus colegas acerca del porvenir del periodismo.Habla con la parsimonia de sus paisanos y con la seguridad de quien ha alcanzado la veteran¨ªa ante las c¨¢maras. En su pa¨ªs est¨¢ considerado como un maestro, pero ¨¦l cree que eso se dice s¨®lo porque peina canas ("No es lo mismo ser un hombre de gran experiencia que un hombre de experiencia gris", dice haciendo un juego de palabras en ingl¨¦s sobre el color que ha alcanzado su cabello). Acostumbrado ahora, como director del Centro de Comunicaciones de la Fordham University de Nueva York, a ense?ar a alumnos que se grad¨²an en la disciplina de administrar negocios, Small lo dice todo apoy¨¢ndose en ap¨®logos.
Los a?os de trabajo sirven para poco. "Subliminalmente uno sigue teniendo el mismo miedo al papel en blanco, pero eso es lo que hace excitante esta profesi¨®n, que cada cosa nueva sea un reto cada d¨ªa. Acaso para lo ¨²nico que sirve la experiencia es para mejorar la mirada que uno tiene sobre las cosas, para andar m¨¢s r¨¢pido, para tener mayor seguridad. Pero uno sigue siendo el mismo quijote de siempre cuando se enfrenta a una noticia".
Eso no se puede ense?ar, dice Small. "Acaso en periodismo lo que se, pueden ense?ar son reglas b¨¢sicas, y acaso tambi¨¦n se puede ense?ar la filosof¨ªa y la ¨¦tica del periodismo, pero no el fundamento de sus alegr¨ªas o de sus dificultades. Eso viene con la experiencia, y los que est¨¢n dispuestos a adquirirlas har¨¢n mejores informaciones".
Justos y objetivos
Algunas de las satisfacciones profesionales que se anotan en la vida de William Small son elementos de la historia del mundo. "Yo estaba en la CBS cuando asesinaron a Kennedy: no pod¨ªamos dejar el edificio de la emisora; com¨ªamos pollo todo el tiempo, y no nos salieron alas de milagro. En el viaje a China con Nixon nosotros fuimos los primeros occidentales, descontados algunos albaneses, que pisaban Pek¨ªn, y sufrimos las consecuencias de aquella desconfianza. El proceso contra Nixon nos hizo reflexionar sobre nuestra profesi¨®n y sobre nuestro pa¨ªs, y la guerra de Vietnam nos dividi¨® tanto que tambi¨¦n fue un motivo de seria meditaci¨®n sobre el papel del periodista en sus relaciones con su pa¨ªs y con su propio trabajo"."Nuestros cr¨ªticos no conciben que los periodistas tratemos de ser justos y objetivos. Con respecto a la guerra de Vietnam, en nuestro pa¨ªs ocurri¨® eso, que los periodistas fuimos tratando de conocer la realidad para contarla mejor, y al final el criterio de los periodistas sobre las circunstancias de esa guerra coincidi¨® con la deducci¨®n de la mayor parte de los norteamericanos. Debemos ser como los cirujanos: puede no gustarnos la cara del enfermo, pero debemos operarlo igualmente, y adem¨¢s trataremos siempre de que de la intervenci¨®n salga vivo y mejor de salud".
?Y qui¨¦n dispara hoy contra el mensajero? "La misma gente de siempre; eso no cambiar¨¢ jam¨¢s. A los periodistas no se nos perdona que estemos dentro y fuera de las cosas, que seamos witnesses and watchdogs (testigos y guardianes) y no lapdogs (perros falderos). Pero Small es optimista. "Los nuevos periodistas est¨¢n mejor educados, trabajan m¨¢s, en parte tienen tambi¨¦n mayor calidad, porque adem¨¢s la calidad de la competencia les hace volverse autocr¨ªticos; escriben bien, son muy serios. Si ahora ocurriera el 23-F en Espa?a, ustedes, que lo hicieron tan bien, lo har¨ªan a¨²n mucho mejor".
No todo es gloria. "Una de las desgracias de esta profesi¨®n es que los periodistas normales y corrientes, no los superdirectores o los presentadores de televisi¨®n, no est¨¢n en absoluto bien pagados. Adem¨¢s, los periodistas hacen trabajos que implican una gran peligrosidad, porque van a la guerra, asisten a manifestaciones y se colocan como objetivos de luchas en las que ellos no tienen otra misi¨®n que la de informar. Y a veces son perseguidos s¨®lo por eso. Finalmente, nuestro gran enemigo es el tiempo, que es uno de los elementos de corrupci¨®n de la propia informaci¨®n, que nunca resulta verdaderamente completa".
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