No bastan las excusas
NO SON suficientes las excusas verbales presentadas por Cuba ante el Gobierno espa?ol por la intolerable actuaci¨®n de los miembros de la polic¨ªa cubana que entraron por la fuerza en la Embajada espa?ola en La Habana, rompiendo con ello principios y derechos considerados b¨¢sicos en las relaciones entre Estados, como la inviolabilidad y la extraterritorialidad de las legaciones extranjeras y el asilo. Tales excusas deben ir acompa?adas del castigo inmediato de los infractores si realmente pretenden ser algo m¨¢s que palabras y constituirse en garant¨ªa veros¨ªmil de que no volver¨¢n a repetirse hechos similares en el futuro.El ministro espa?ol de Asuntos Exteriores, Francisco Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, consider¨¦ ayer satisfactorias las excusas de las autoridades cubanas y expres¨® la esperanza de que cumplan su promesa de respetar, de ahora en adelante, la inviolabilidad de la Embajada espa?ola en La Habana, si bien insisti¨® en que incidentes como el rese?ado da?an las relaciones bilaterales. La actitud oficial espa?ola se vio ratificada en su totalidad por el Consejo de Ministros de Asuntos Exteriores de la CE en su reuni¨®n de ayer, lunes. En cualquier caso, si no se castiga convenientemente a los responsables, nadie puede asegurar que la sede diplom¨¢tica espa?ola no se vea de nuevo asaltada por polic¨ªas cubanos que "en el acaloramiento de la persecuci¨®n a refugiados", en palabras del vicecanciller cubano Jos¨¦ Ra¨²l Viera, salten la verja que la circunda, disparen las armas en su interior y se lleven por la fuerza a quienes han acudido a ella en busca de refugio. Hip¨®tesis cuya repetici¨®n no es imprevisible en el futuro si el r¨¦gimen de Fidel Castro persiste en ser uno de los que de manera tan burda niega a sus ciudadanos la posibilidad de salir libremente del pa¨ªs.
El Gobierno espa?ol debe ahora aprovechar el incidente surgido para dejar bien claro ante Fidel Castro cu¨¢les son las reglas que, cualesquiera que sean las circunstancias, son intangibles en las relaciones entre los dos pa¨ªses. Entre ellas, es obvio, figuran el principio de inviolabilidad de las embajadas, consagrado en el Convenio de Viena, y el universalmente aceptado principio de extraterritorialidad, que ampara el derecho de quienes buscan asilo en su territorio en caso de persecuci¨®n.
S¨®lo con la garant¨ªa de que los tres ciudadanos cubanos asilados en la actualidad en la embajada puedan salir del pa¨ªs es tolerable para Espa?a seguir manteniendo relaciones normales con Cuba. Cuesti¨®n interna de Cuba es resolver el problema que le plantea el deseo de algunos de sus ciudadanos de abandonar la isla. El asunto merecer¨ªa un tratamiento menos maniqueo que el de calificar a las personas que buscan protecci¨®n en las embajadas de "elementos antisociales" y de amenazar a los pa¨ªses europeos con un nuevo Mariel, en referencia a los sucesos de hace 10 a?os, cuando 127.000 cubanos fueron autorizados a embarcarse hacia EE UU desde el puerto de Mariel.
La amenaza de Fidel Castro s¨®lo puede repercutir negativamente en la imagen del r¨¦gimen, y m¨¢s en un tiempo de creciente aislamiento internacional, con el consiguiente aumento de sus dificultades internas. La existencia en la sociedad cubana, 30 a?os despu¨¦s de la revoluci¨®n, de sectores que merecen por parte de sus dirigentes los calificativos de lumpen, indeseables y antisociales no deja de representar un fracaso en toda regla de la eficacia liberadora que se autoatribuye. Si la repetici¨®n de una nueva huida masiva de cubanos es negativa para Castro, no lo es menos su obstinaci¨®n en atrincherarse tras la actitud suicida del "yo frente a todos" e interponerse ante la voluntad de los cubanos que desean encontrar la libertad. El l¨ªder cubano no est¨¢ en disposici¨®n de prescindir de los escasos amigos que le quedan en el ¨¢mbito de las relaciones internacionales.
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