Carnavales de amor y borracheras
A. C. Tras la victoria revolucionar¨ªa del 1 de enero de 1959, el Gobierno cubano decidi¨® trasladar la celebraci¨®n de los carnavales hasta Finales del mes de julio para no hacerla coincidir con la zafra azucarera, la principal actividad productiva de este pa¨ªs y su principal fuente de ingresos por divisas.
Es una fecha de expansi¨®n l¨²dica en la que se derrocha cerveza y amor por todas las calles de La Habana y Santiago de Cuba, localidad oriental situada a 1.000 kil¨®metros de la capital. Se trata tambi¨¦n de uno de los pocos actos de masas que se escapan al control del Gobierno y que la polic¨ªa se ve incapaz de contener por mucho que se incrementen en las dotaciones de vigilancia y se trate de identificar en las esquinas a los muchachos con apariencia sospechosa.
Los j¨®venes se emborrachan, se saltan las reglas y los sem¨¢foros, y practican profusamente el sexo en el malec¨®n. Nada los contiene.
En este contexto callejero, los tel¨¦fonos del embajador espa?ol en su residencia del barrio de Cubanacansonaron ayer insistentemente durante toda la noche: Una vez era para comunicar la presencia extra?a de un grupo de varias decenas de personas frente a la Embajada. Falsa alarma. Hac¨ªan cola para comprar ron.
A las dos de la ma?ana, el p¨¢nico fue provocado por otros tres o cuatro hombres que se lanzaron de un autob¨²s, casi en marcha, corriendo en direcci¨®n a la sede espa?ola. La polic¨ªa cort¨® esa carrera con destino incierto.
Dos horas despu¨¦s, otro autob¨²s en las proximidades volvi¨® a ser blanco de las sospechas policiales, aunque todo qued¨®, una vez m¨¢s, en un susto. Cada noche hasta el d¨ªa 28 ser¨¢ lo mismo.
Nadie va a impedir que a las nueve de la noche, chicos y chicas se echen profusamente a la calle con sus mejores ropas en busca de diversi¨®n.
Y nada va a impedir tampoco que muchos de ellos miren hacia los muros de la Embajada espa?ola, situada en un ¨¢rea urbana donde llega el fragor de la fiesta y s¨ªmbolo del mundo improbable y desconocido al que algunos quieren acceder jug¨¢ndose la vida en el empe?o.
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