V¨ªctimas de un juego s¨®rdido
En la prisi¨®n de El Khiam la libertad depende del destino de los rehenes occidentales
Cinco hombres esperan inm¨®viles, arrodillados en una celda sin ventanas, la inspecci¨®n de los guardianes. La oscuridad del pasillo es apenas rota por la raqu¨ªtica luz que desprende la ¨²nica bombilla que cuelga del techo. En la celda, que mide tres por cuatro metros, no hay efectos personales, s¨®lo una peque?a jarra de agua y un bid¨®n grande de pl¨¢stico que hace las veces de lavabo y de retrete. El escenario: la c¨¢rcel de El Khiam.
En la prisi¨®n de El Khiam, al sur del pa¨ªs de los cedros, se hacinan 304 hombres y mujeres bajo la vigilancia del Ej¨¦rcito del Sur de L¨ªbano (SLA), una milicia de 2.500 hombres, apadrinados por Israel, que controla la zona de seguridad autoproclamada por Tel Aviv. La mayor¨ªa de los prisioneros son shi¨ªes libaneses. Muchos de ellos son miembros del grupo shi¨ª proiran¨ª Hezbol¨¢ y fueron capturados al atacar posiciones del SLA o puestos fronterizos israel¨ªes.Algunos han sido arrestados por el aparato de seguridad del SLA para ser interrogados. Ninguno de ellos ha sido sometido a juicio. S¨®lo los que son considerados inocentes por los encargados del interrogatorio pueden alcanzar la libertad. Pero para la mayor¨ªa, la ¨²nica posibilidad de salir de all¨ª vendr¨¢ dada cuando se alcance alg¨²n acuerdo en el que sean canjeados por soldados israel¨ªes y del SLA, y probablemente por algunos de los rehenes occidentales que retiene Hezbol¨¢. Sin embargo, es presumible que Hezbol¨¢ no libere a los rehenes occidentales que mantiene secuestrados hasta que no se abran las puertas de El Khiam. No parece que este estancamiento se vaya a resolver.
Aunque El Khiam permanece bajo control del SLA y de su general, Antoine Lahad, es Israel quien tiene la autoridad ¨²ltima. Esta es la segunda vez en seis a?os que se permite la visita de un periodista a la c¨¢rcel. Los oficiales israel¨ªes esperaban que la publicidad hiciera recordar a Hezbol¨¢ que Israel y el SLA tienen las mejores bazas en el juego de los rehenes, y que est¨¢n preparados para la partida.
"S¨¦ que soy una ficha m¨¢s del juego", dice Ibrahim Bazi, de 27 a?os, un seguidor de Hezbol¨¢ natural de la ciudad de Bint Jebeil. Como el resto de los prisioneros, lleva la cabeza rapada y usa uniforme azul y sandalias de pl¨¢stico. Su rostro sin afeitar no transmite emoci¨®n alguna.
El Khiam es conocida por las torturas que se aplican a sus pre sos. Israel declina su responsabilidad en este asunto. "Es una c¨¢rcel libanesa sometida a la autorldad del general Lahad", dice Uri Lubrani, encargado de los asuntos libaneses del Ministerio de Defensa israel¨ª. "Si le encomen damos nuestra seguridad y la de 120.000 libaneses debemos dejarle actuar a su manera".
El informe de Amnist¨ªa Internacional del a?o 1986 muestra las declaraciones de algunos ex prisioneros que relatan c¨®mo fueron golpeados con el pu?o cerrado y con gruesos cables el¨¦ctricos durante los interrogatorios. Algunos reclusos describen esas sesiones, que duraban entre 20 y 35 d¨ªas, como las experiencias m¨¢s dif¨ªciles de sus vidas.
Los guardianes de la c¨¢rcel manifiestan que la violencia y la fuerza son poco eficaces. "La mejor forma de obtener informaci¨®n veraz es a trav¨¦s del di¨¢logo y la cooperaci¨®n", declar¨® el responsable de los interrogatorios a los presos, un cristiano liban¨¦s. "Les hacemos ver el peligro que corren, ellos y sus familias, si no nos filtran informaci¨®n", a?ade.
M¨¢s duro incluso resulta el aislamiento. Los prisioneros tienen prohibido leer y escribir. Las ¨²nicas noticias que reciben del exterior se las proporcionan los nuevos detenidos. "Desde que llegu¨¦ aqu¨ª, hace cuatro a?os, no he escuchado la radio ni he le¨ªdo un solo libro o peri¨®dico", comenta Al¨ª Raad, de 27 a?os.
Copyright TIME Inc. 1990.
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