El derecho de vivir
El articulista, recientemente condenado por la Orden de M¨¦dicos francesa a un a?o de inhabilitaci¨®n para ejercer la medicina por unas declaraciones en las que reconoc¨ªa haber ayudado a morir a una enferma incurable, plantea en este texto el dilema de los m¨¦dicos ante una profesi¨®n en la que los avances t¨¦cnicos cuestionan a veces la definici¨®n misma de vida. Considera peligrosa una ley sobre la eutanasia y propone un gran debate en el que participen todos los afectados.
Una entrevista publicada el 16 de julio de 1987 en Journal du Dimanche dio lugar a que el consejo provincial de Essone presentara una denuncia con una petici¨®n de sanci¨®n particularmente severa. El 20 de mayo de 1990 comparec¨ª, asistido por Georges Kiejman, ante el consejo regional de Ile-de-France que ha constatado una infracci¨®n del art¨ªculo 33 del c¨®digo deontol¨®gico ("Todo m¨¦dico debe abstenerse, incluso fuera del ejercicio de su profesi¨®n, de todo acto que la desacredite") y me ha infligido una sanci¨®n por la que se me proh¨ªbe el ejercicio de la medicina durante un a?o. ?De qu¨¦ se trata? M¨¢s all¨¢ de la sanci¨®n con la que se me ha golpeado, en cuyo origen se encuentra el consejo de Essone a pesar de que yo pertenezco al consejo de Val de Marne, se plantea un problema social: el fin de una vida humana.El papel del m¨¦dicoLos progresos de la medicina -y particularmente los de la reanimaci¨®n- el recurso a medios t¨¦cnicos cada vez m¨¢s avanzados, cuestionan la definici¨®n misma de la vida: la noci¨®n de muerte, sin adjetivo, ha sido sustituida hace algunos a?os por la noci¨®n de muerte cerebral: muerte del cerebro en lugar de muerte de todas las funciones biol¨®gicas. La prosecuci¨®n, a veces hasta l¨ªmites absurdos, de un tratamiento sin esperanza ha dado lugar a la noci¨®n de "ensa?amiento terap¨¦utico". Para evitar estos desatinos han nacido varias asociaciones, entre ellas la Asociaci¨®n para el Derecho a Morir con Dignidad.El papel del m¨¦dico no ha cambiado: curar, devolver a la vida cotidiana; si la enfermedad es incurable, ayudar a vivir lo mejor posible, al abrigo del dolor, y el mayor tiempo posible; estar al lado del enfermo hasta el ¨²ltimo minuto de su existencia.
Excepcionalmente, y a pesar de los progresos considerables de los cuidados paliativos (y hay que rendir un emotivo homenaje a estos servicios entre los que se encuentra el de la Ciudad Universitaria) ocurre que el enfermo, pese a todos los cuidados que se le han prestado, pide al m¨¦dico que le ayude a encontrar el sue?o, el ¨²nico sue?o verdadero. ?Qu¨¦ se debe hacer ante tal petici¨®n? Ciertos enfermos se han sometido a una terap¨¦utica penosa con la ¨²nica condici¨®n de no ir jam¨¢s demasiado lejos y tras la promesa de que ser¨¢n ayudados si lo piden: ?hacer honor a este contrato sagrado es faltar al honor?
?Qui¨¦n puede permitirse juzgar un acto decidido por un m¨¦dico en la intimidad de su conciencia? ?un jurado corporativo? ?por qu¨¦ una justicia corporativista y no una justicia popular? ?por qu¨¦ en un Estado de derecho hay varias clases de tribunales? Un periodista, responsable de un art¨ªculo juzgado como difamatorio ?pasa ante una "orden de periodistas" para, eventualmente, encontrarse con la prohibici¨®n de escribir durante un a?o? Cierto n¨²mero de personas considera de buen tono hablar de eutanasia, del crimen que consiste en interrumpir una vida a la que se otorga una bella may¨²scula como si no perteneciera su depositario o depositaria sino a un eventual creador. Pero las quejas renovadas a diario de una joven desfigurada por un nauseabundo e innoble tumor que le impide reconocerse y mirarse; la petici¨®n de un comandante de paracaidistas tumbado sobre un costado desde hace seis meses con la espalda herida por un c¨¢ncer que deja sus v¨¦rtebras al desnudo; la s¨²plica de una joven madre cuyo hijo padece la enfermedad del grito de gato y a la que no se proponen otras salidas que el internamiento de por vida en una instituci¨®n especializada o el abandono; el llamamiento de un hombre de 30 a?os que desde hace dos a?os lucha contra el sida, ?c¨®mo ayudar a estas miserables vidas que no merecen m¨¢s que una min¨²scula porque son simples vidas humanas?
?C¨®mo responder, qu¨¦ decir a estas madres, a estos hijos, a este amante que, con un rostro casi seco a fuerza de haber llorado, os miran desesperados? Lo que buscan, lo que todos esperan cuando saben ya que el camino de su vida se ha acabado, que el cielo es gris, que el inter¨¦s por el mundo ha desaparecido y, sobre todo, cuando la imagen de s¨ª mismos se ha hecho intolerable, es terminar lo antes posible con una existencia que ellos sienten indigna de una vida humana.
?Se debe legislar? Aunque una ley pueda parecer necesaria, es peligrosa. ?Por qu¨¦?, porque para un franc¨¦s "todo lo que es legal es normal" y aqu¨ª se trata de un acto anormal por definici¨®n que obedece a leyes no escritas. ?Qu¨¦ hacer, pues? Al menos un gran debate que re¨²na a enfermos, m¨¦dicos, enfermeras, pol¨ªticos, magistrados, abogados para intentar responder a la m¨¢s grave de las cuestiones: el derecho a vivir con dignidad hasta el ¨²ltimo minuto de la existencia. Puede ocurrir que, en el curso de este insoportable acto, una sonrisa ilumine el rostro del que se va, como agradecimiento a los a?os pasados y como un saludo a los que se quedan, impregnando de ternura sus ¨²ltimos instantes.es onc¨®logo franc¨¦s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.