Flores y veneno
HOY, S?BADO, jurar¨¢ su cargo como presidente de Per¨² Alberto Fujimori, sin duda una de las revelaciones m¨¢s sorprendentes de la pol¨ªtica latinoamericana. P¨²blicamente conocido desde hace s¨®lo seis meses y con una campa?a electoral basada en la indefinici¨®n program¨¢tica y en el populismo, consigui¨® acceder democr¨¢ticamente a la presidencia de una de las rep¨²blicas latinoamericanas m¨¢s depauperadas. Ha vencido electoralmente a toda la izquierda -incluida la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), del ex presidente Alan Garc¨ªa- y al candidato conservador Mario Vargas Llosa.La derrota del escritor ha puesto de relieve la permanente impopularidad de las f¨®rmulas importadas para el Tercer Mundo por el monetarismo conservador. La oferta de Vargas Llosa, apoyada por la derecha acomodada, fue desestimada por los electores, que prefirieron claramente la f¨®rmula del monetarismo atenuado que les ofrec¨ªa Fujimori. Poco a poco, y siempre dentro de lo inesperado, se ha ido desvelando la oferta del candidato elegido. El presidente ha optado por un peculiar Gobierno de unidad nacional en el que el pragmatismo se impuso a la ideolog¨ªa.
Enfrentado con un Parlamento sin mayor¨ªas y repartido casi matem¨¢ticamente entre su propio movimiento -Cambio 90-, el Fredemo -que apoy¨® a Vargas Llosa- y la izquierda del APRA y otros grupos, Fujimori ha tomado tres decisiones espectaculares. En primer lugar, ha nombrado primer ministro y ministro de Econom¨ªa a Juan Carlos Hurtado Miller, un pol¨ªtico conservador procedente de un partido que apoy¨® al Fredemo. En segundo lugar, y para evitar connotaciones de favoritismo, no escogi¨® a integrantes de su improvisado partido, Cambio 90. Por ¨²ltimo, conform¨® un Gobierno recabando la colaboraci¨®n de, entre otros, una mujer, tres militares constitucionalistas y tres militantes de izquierda moderada. En el trayecto han quedado los siete economistas de Cambio 90 -conocidos como los siete samur¨¢is- que, tras formular la nueva pol¨ªtica econ¨®mica, renunciaron hace d¨ªas a dirigirla para dejar as¨ª las manos libres al presidente. La situaci¨®n parece exigir un Gobierno de unidad para hacer frente a un futuro muy complejo, con problemas de la entidad de la cat¨¢strofe econ¨®mica interior, el peso de la deuda exterior, el reto de la econom¨ªa paralela de la droga y la desestabilizaci¨®n social del grupo terrorista Sendero Luminoso. Larga, sacrificada y dura tarea la que espera al presidente peruano, que hoy hereda una vara de mando m¨¢s envenenada que florida.
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