Diferencias t¨¦rmicas
LA FACILIDAD con que los economistas incorporan a su lenguaje t¨¦rminos o expresiones de otras disciplinas m¨¢s experimentales no siempre se corresponde con la dificultad para reducir la ambig¨¹edad dominante en algunas de las formulaciones y diagn¨®sticos de aqu¨¦llos. As¨ª, la simplicidad instrumental con que la termolog¨ªa nos permite identificar las variaciones en la temperatura de un cuerpo no es equivalente al contenido informativo asociado a los indicadores econ¨®micos en su capacidad para hacer lo propio con la temperatura de una econom¨ªa de cuyo enfriamiento se ha hecho una precondici¨®n del bienestar futuro de los ciudadanos.Las distintas lecturas y valoraciones que los responsables del Banco de Espa?a y del Ministerio de Econom¨ªa han hecho de la informaci¨®n disponible han dado muestras de esa incapacidad para concluir en un mismo diagn¨®stico de nuestra econom¨ªa. La utilizaci¨®n de indicadores distintos, que en principio deber¨ªan ser complementarlos, o las diferencias en la periodificaci¨®n de sus registros ser¨ªan las causas, seg¨²n unos y otros, de la distinta mesura con que se han formulado sendas calificaciones.
La trascendencia de tales discrepancias no ir¨ªa m¨¢s all¨¢ de las circunstanciales, y en ocasiones l¨®gicas, diferencias entre t¨¦cnicos si no contribuyeran a incrementar la incertidumbre actual, asociada a la singular encrucijada en que se encuentra la econom¨ªa espa?ola. Al repunte en la demanda nacional durante el segundo trimestre del a?o, que el Banco de Espa?a deduce del aumento reciente en los agregados monetarios y crediticios, el Ministerio de Econom¨ªa opone, como s¨ªntomas evidentes del enfriamiento de la econom¨ªa, la contenci¨®n de la Inflaci¨®n que el ¨²ltimo dato del ¨ªndice de precios al consumo (IPC) pone de manifiesto y el descenso en las ventas de autom¨®viles. La cuestionable significaci¨®n actual de esos agregados monetarios en que se fundamenta la primera de las conclusiones, los factores que subyacen en el comportamiento del IPC y la limitada representatividad de un mercado tan saturado como el de autom¨®viles son elementos que, en todo caso, no permiten anticipar la necesidad de una modificaci¨®n significativa en el signo restrictivo de la pol¨ªtica monetaria, ¨²nica en su decidida orientaci¨®n antimfiacionista. Los nuevos datos del consumo y el ¨ªndice de producci¨®n industrial abonan en mayor medida la tesis del "recalentamiento" defendida por el Banco de Espa?a.
Independientemente de esa escasez de evidenclas, el recorrido restrictivo de que dispone la pol¨ªtica monetaria en el momento actual es m¨ªnimo. El compromiso de estabilidad del tipo de cambio de la peseta que el Gobierno asumi¨® hace un a?o equival¨ªa a renunciar a un amplio grado de autonom¨ªa en el manejo de la pol¨ªtica monetaria, cuyo signo era ya marcadamente restrictivo. Los l¨ªmites cuantitativos al crecimiento del cr¨¦dito al sector privado, de que se acompa?¨® esa incorporaci¨®n al mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo (SME), se presentaron como una medida excepcional en su car¨¢cter y necesari amente transitoria en su vigencia. Su prolongaci¨®n y adicional endurecimiento durante el presente a?o ha estimulado la generaci¨®n de respuestas por parte de empresas y entidades financieras tendentes a sortear ese racionamiento; una de las m¨¢s evidentes consecuencias ha sido el aumento de la financiaci¨®n directa o desintermediada, al margen de los balances bancarios pero con el concurso de tales entidades, mediante pagar¨¦s de empresa suscritos directamente por los ahorradores. El resultado un a?o despu¨¦s, como admite el ¨²ltimo Bolet¨ªn Econ¨®mico del Banco de Espa?a, es que una parte amplia del sector empresarial ha satisfecho sus necesidades de financiaci¨®n ajena a pesar de esa limitaci¨®n.
A la constataci¨®n de esa limitada eficacia del racionamiento del cr¨¦dito se a?aden las tensiones que est¨¢ originando la peseta en el SME, al definir un diferencial de tipos de inter¨¦s propiciador de intensas entradas de capital que ha instalado a nuestra moneda en el l¨ªmite m¨¢ximo de su fluctuaci¨®n frente al franco franc¨¦s y el marco alem¨¢n. El mantenimiento de esa "parad¨®jica y transitoria" fortaleza de la peseta, como la ha calificado el ministro franc¨¦s de Econom¨ªa, es hoy m¨¢s dificil que hace un a?o. Los recientes descensos en los tipos de inter¨¦s de Francia, Holanda y B¨¦lgica colocan a nuestras autoridades monetarias en una tesitura en la que, independientemente de tratar de enmendar la plana a sus hom¨®logas sugiri¨¦ndoles la oportunidad de hacer ahora lo contrario, no disponen de otra forma de entretener la espera de indicadores m¨¢s reveladores o el apoyo de otras pol¨ªticas macroecon¨®micas que acumulando reservas.
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