El toro que se quer¨ªa comer a Joselito
El quinto toro se quer¨ªa comer a Joselito. Hizo bien en no dejarse. Se trataba de la ¨²ltima corrida de la Feria de San Jaime, no de una jornada gastron¨®mica y, adem¨¢s, puestos a comer, es el torero quien debe comerse al toro. Desde el punto de vista de los animales ser¨¢ al rev¨¦s, pero desde el punto de vista de los humanos es como queda dicho. Claro que, en toreo, hay muchas formas de no dejarse comer y Joselito eligi¨® la peor de todas. Es decir, que eligi¨® la menos torera. En cuanto comprob¨® que el toro se lo quer¨ªa comer con patatas, cort¨® la faena y santas pascuas.El toro ten¨ªa casta. Quiz¨¢ qued¨® insuficientemente picado pues la corrida iba de inv¨¢lidos y conven¨ªa cambiar el tercio para que no se murieran del susto. Ya se sabe cu¨¢nto impresiona la acorazada de picar... Joselito inci¨® la faena sentado en el estribo y al tercer pase el toro se abri¨®. Orden¨® que se lo cerraran y los banderilleros obedecieron ciegamente. Nada hab¨ªa en el mundo m¨¢s importante que cerrar el toro (o sea, arrimarlo a tablas), para lo cual estuvieron un rato aireando capotes desde distintos lugares del callej¨®n. Parec¨ªan curritos.
D¨¢vila / Rinc¨®n, Joselito, Lozano
Dos toros de Sancho D¨¢vila, 2? anovillado e inv¨¢lido y terciado inv¨¢lido total; cuatro de Dolores Aguirre, bien presentados y manejables 1? y 4? -este, con cuajo y mocho, en sustituci¨®n de un inv¨¢lido del mismo hierro-, 5? bravo, 6?, comal¨®n astifino manejable. C¨¦sar Rinc¨®n: pinchazo bajo, otro perdiendo la muleta y estocada ca¨ªda (ovaci¨®n y tambi¨¦n algunos pitos cuando sale al tercio); tres pinchazos, estocada ladeada y cuatro descabellos; rebas¨® en m¨¢s de dos minutos el tiempo reglamentario sin que sonara el aviso (ovaci¨®n y salida al tercio). Joselito: pinchazo y metisaca escandalosamente bajo; rebas¨® en m¨¢s de un minuto el tiempo reglamentario sin que sonara el aviso (palmas y tambi¨¦n pitos cuando saluda); pinchazo, rueda de peones, otro pinchazo, rueda de peones, estocada corta delantera y rueda de peones (pitos). Fernando Lozano: estocada ca¨ªda (silencio); pinchazo y estocada trasera ca¨ªda (palmas y saludos).Plaza de Valencia, 29 de julio. Octava y ¨²ltima corrida de feria. Tres cuartos de entrada.
El toro no quer¨ªa toreros sentados sino de pie y esper¨® a mejores tiempos. Le llegaron cuando Joselito desisti¨® de dar el pase sentado en el estribo, cit¨® al natural muy pinturero y marchoso, y el toro le peg¨® tres embestidas de tal fuste, que de poco se lo come.
Joselito estuvo rematadamente mal. Un torero puede estar rematada mal; a cualquier torero, a¨²n el m¨¢s maestro, le sale alguna vez en su vida un patas-negras cuya casta excesiva le es imposible dominar, y no pasa nada. Lo que no puede hacer un torero como Joselito -fundada esperanza de la afici¨®n- es perder la torer¨ªa. Joselito, perdida la torer¨ªa, dio la penosa sensaci¨®n de que carec¨ªa totalmente de recursos para plantarle cara al toro comil¨®n de casta brava.
Mala tarde la de Joselito (y mal s¨ªntoma) pues a su otro toro, chico, inv¨¢lido y aborregado, le tore¨® con el comp¨¢s abierto pero sin cargar la suerte, quiz¨¢ tambi¨¦n sin ideas, le cost¨® cuadrarlo y le peg¨® tama fla pu?alada bajera, que si llega a estar de vigilancia la Guardia Civil, va y levanta atestado.
El tercer toro fue de una invalidez absoluta y Fernando Lozano quer¨ªa darle naturales En realidad se los dio. El toro se desplomaba, permanec¨ªa tumbado en el ruedo y, en oca si¨®n de que consegu¨ªa incorpo rarse, Fernando Lozano se po n¨ªa a pegarle naturales. Hasta que en una de esas rod¨® el toro por la arena con s¨ªntomas de que se iba a morir.
Lozano inici¨® la faena al sexto con valerosos pases de rodillas, sac¨® el toro a los medios ligando ayudados que re cordaron los que eran especiafidad de su padre, don Pablo, antiguo matador de toros a quien llamaban La muleta de Castilla y ah¨ª se le acab¨® la inspiraci¨®n En unos redondos, no acompasaba la velocidad del brazo con el giro de cintura; en otros le entraron las prisas; se colocaba bien o mal, seg¨²n; continu¨® la faena pegando pases sin orden ni concierto.
El ¨²nico que tore¨® fue C¨¦sar Rinc¨®n. No en el primer toro, al que embarcaba con el pico, muleta retrasada y los truquitos esos; s¨ª en el cuarto, con el que estuvo muy valiente y consigui¨® redondos, naturales, pases de pecho y ayudados de categor¨ªa. Mat¨® a la ¨²ltima y, por esta raz¨®n, lo que estaba marcado con el sello del ¨¦xito se qued¨® en discreto reconocimiento a la meritoria faena.
Al acabar la corrida y la feria, el p¨²blico despidi¨® a Joselito con una pitada sonora. No tiene importancia: las pitadas se olvidan. En cambio seguramente no podr¨¢ olvidar al patas-negras aquel, que le llev¨® por la calle de la amargura y descubri¨® que carec¨ªa de recursos para dominarle. Para Joselito, para la afici¨®n y para la fiesta, mal asunto.
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