AURORA
La voz de aceituna
Aurora, gitana de Ca?o Roto, quiere introducir el bajo quebrado de su voz en las radiocasetes de la media Espa?a que ahora enloquece con la m¨²sica racial. Sue?a que cuando triunfe se llevar¨¢ a su familia de la chabola donde vive a una casa de Miami. "En alg¨²n momento tiene que cuajar esto, porque son muchos a?os", dice el padre de Aurora, que soporta con estoicismo que los de su barrio le digan que su hija canta mejor que ¨¦l.La ni?a, que acaba de cumplir 20 a?os, grab¨® su primer disco cuando ten¨ªa siete a?os y particip¨® por aquella ¨¦poca en el festival de Benidorm con una canci¨®n sensiblera sobre lo que sufren los hijos de los divorciados, que tuvo mala fortuna por su tono tr¨¢gico en medio del estallido de la nueva ley. Desde entonces, tiene seguidores en su barrio, que han visto c¨®mo se hac¨ªa mayor y segu¨ªa con el cante y la gracia que ahora imita su hermana menor, que tambi¨¦n quiere ser artista.
Aurora Losada no fuma porque en las gitanas no est¨¢ bien visto". Tampoco, como el resto de las mujeres de su etnia, entra en los bares de los hombres, "porque ellos van all¨ª a hablar de sus cosas y no se les debe molestar". Sin embargo, reniega de los claveles y de las faldas de volantes y prefiere aparecer moderna, con unos vaqueros rotos y una camiseta que deja la tripa al aire.
Los vientos de modernidad no s¨®lo soplan para Aurora. Su madre, su t¨ªa y su abuela se enorgullecen de tener unos nuevos planteamientos que les llevan a entrar en casa de los payos como en su propia casa y niegan que existan entre ellos los tradicionales problemas. Parte de su familia est¨¢ ya realojada en una de las nuevas viviendas, que tienen como los chorros de oro.
En el barrio todos quieren saber cu¨¢ndo y d¨®nde act¨²a. Y cuando pasea por la calle acompa?ada de Maril¨ªn, su chucha lista y paticorta, los gitanos la miran como a una virgen de porcelana y ella baja la mirada. "Son guapos, ?verdadT', susurra, y luego le estalla una risa nerviosa.
Su madre lleva a?os poniendo a sus vecinos al corriente de las actuaciones de Aurorita y haciendo y deshaciendo las maletas de su hija. Hace semanas que lleva advirtiendo que hoy sale en la tele. Sabe que estar¨¢n pendientes y ma?ana le comentar¨¢n su actuaci¨®n.
Sus padres y sus cuatro hermanas entrar¨¢n a vivir dentro de un a?o en el bloque que construyen junto a la que ha sido su casa de simpre. Cada d¨ªa contemplan c¨®mo crece el esqueleto de hormig¨®n de lo que ser¨¢ su nuevo domicilio.
A pesar de que Aurora mantiene respetos gitanos de la era feudal, es una admiradora de Michael Jackson, "que, corno yo, empez¨® a cantar de ni?o", y de Broke Shields, que es tan guap¨ªsima", aunque tambi¨¦n reconoce los m¨¦ritos de la voz y el tron¨ªo de Roc¨ªo Jurado. Ella quiere dejar muy claro que no es una "flamenquita m¨¢s que pega dos pat¨¢s y ya lo tiene todo hecho".
Y es que ella saca el nervio para actuar. "Cuando me subo a un escenario lo doy todo; si no sudo y siento el esfuerzo, no encuentro satisfacci¨®n en actuar". Fue en Casa Patas, en una de sus actuaciones de sudor y guitarra, cuando la contrataron los representantes de su casa de discos. Como en las pel¨ªculas, la nueva promesa fue presentada por el que ha sido su colaborador de su nuevo disco, el cantante del grupo Ketama, Juan Carmona, que debido a las nuevas modas y a su arte fue el telonero del norteamericano Prince.
Pero los nervios que le valen para embaucar a su nuevo p¨²blico le gastan malas pasadas, y por eso de vez en cuando toma tranquilizantes como las grandes estrellas de los cincuenta.
La hija del cantante de Los Chorbos, Amador Losada, sue?a con tener un novio, y, mientras lo espera, se divierte yendo al Burger King con sus amigas. Por si su timidez fuera poco, le parece que las bromas de su padre para mantenerla a su lado -"a quien me quite a mi Aurora le pego dos tiros"- le restan posibilidades de conocer al hombre con el que se casar¨¢.
La gitana de pelo negro lacio es inquieta y est¨¢ acostumbrada desde ni?a a moverse de un lado a otro para trabajar en tablaos y escenarios como Zambra. Por eso no le gusta pasar temporadas sin actuar.
Cuando se queda en su casa, se entretiene leyendo revistas y pint¨¢ndose las u?as, impecablemente rojas, mientras suena la m¨²sica de su adorado MichaelJackson.
Sus debilidades son los perfumes y las cosas de maquillar. Precisamente durante los 40 d¨ªas que se march¨® a zapatear a Jap¨®n obtuvo un valioso bot¨ªn de sombras y pintalabios, bombones y perfumes que los admiradores nipones le brindaron por su arte, que ellos comprenden no se sabe por qu¨¦.
En su barrio, que linda con el distrito de La Latina y el de Carabanchel, no tienen los perfumes caros que a ella le gustan.
Devotos
Para presentar su disco, Besos de caramelo, Aurora se desplaz¨® una noche con toda la familia, ni?os incluidos, a la terraza de la cantante Alaska, Stella, y all¨ª, entre modernos radicales y admiradores de canciones con letras en ingl¨¦s, embauc¨® a los presentes con su cante de flamenco y salsa rumba.
Al d¨ªa siguiente se despert¨® en su barrio, donde todos son primos, y salud¨® a su prima, que amamantaba a su hijo en el rellano de la escalera que tiene vistas a la v¨ªa Carpetana.
A pesar de que los taxistas dan un respingo cuando se tienen que dirigir a la zona y advierten a los clientes que tengan pies de plomo, la familia de Aurorita no cree que haya ning¨²n fundamento para ello.
Pese a los temores de los taxistas, que ven esta zona como unas calles llenas de peligro, en Ca?o Roto hay una gran afici¨®n por la Iglesia Evang¨¦lica de Filadelfia, donde van desde "gitanos buenos que no roban ni pecan ni se drogan", dice Aurora madre, "hasta gitanos que ayudan a los payos a desintoxicarse", explica la devota de esta Iglesia, donde reza y canta.
La mayor¨ªa de los habitantes de esta zona que hace 15 a?os "era m¨¢s Sevilla" se dedican a vender en el Rastro o a ser artistas. De aqu¨ª han salido grupos como Las Grecas, Los Chorbos y otros tantos. En cada casa hay una guitarra.
La tienda de compra y venta de m¨²sica tiene todo su escaparate con cintas de la gitana, desde las primeras que hizo cuando era ni?a, y est¨¢n orgullosos de ella.
Si Aurora triunfa a lo grande, en la tienda de discos de su barrio seguir¨¢n como ahora, poniendo en el escaparate sus casetes, pero los alba?iles que ahora mentan a Dios cuando pasa la morena la ver¨¢n s¨®lo en las revistas. Y ella estar¨¢ repantingada en una mansi¨®n de Miami que ahora ve en sue?os. En Ca?o Roto ya no quedar¨¢n chabolas.
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