El envite de Roca
EL PAISAJE pol¨ªtico catal¨¢n, casi inm¨®vil desde hace 10 a?os, empieza a abrir sus horizontes ante la cercana perspectiva de las elecciones municipales. El equilibrio de poderes entre la Generalitat y el Ayuntamiento barcelon¨¦s- se ha caracterizado estos dos lustros por situaciones inc¨®modas, pero tambi¨¦n por resultados interesantes en t¨¦rminos de pluralismo.Pero estos equilibrios no son eternos. Varios factores estimulan a las fuerzas pol¨ªticas a conseguir un cambio en el mapa. Ante todo, los Juegos Ol¨ªmpicos, que pueden proporcionar una enorme notoriedad a quien los presida como alcalde. En segundo lugar, la presi¨®n que soporta el Gobierno aut¨®nomo, cuyo jefe indiscutido, Jordi Pujol, empieza a ser objeto de una lenta pero persistente erosi¨®n.
El presidente de Catalu?a no puede poner el pie en algunas comarcas -de nutrido voto convergente- sin desatar tumultos, y en sus propias filas se extiende la impresi¨®n de un cierto agotamiento. La t¨¦cnica de ducha turca, que combina el cultivo del agravio contra el enemigo centralista con la pol¨ªtica de obras de su partido, no basta ya para devolver el brillo a los gastados estandartes. A ello se une la presi¨®n de los candidatos a su sucesi¨®n, especialmente el secretario general Miquel Roca, repuesto ya de la derrota de su Operaci¨®n Reformista en 1986 y convertido, de nuevo, en eficaz embajador convergente en Madrid y en instrumento de comprensi¨®n con el Gobierno.
Roca ha sido la expresi¨®n de la dif¨ªcil y persistente vocaci¨®n de pol¨ªtica de Estado existente en el nacionalismo moderado. Esta expresi¨®n se ha confundido a veces, con las inclinaciones personales del propio Roca, en contraste con los c¨ªclicos arrebatos de Pujol, poco proclive a entendimientos permanentes con las fuerzas que encarnan, a sus ojos, lo exterior y lo ajeno a Catalu?a. Ahora, una moci¨®n del comit¨¦ de Barcelona de CDC proponiendo a Roca como candidato a la alcald¨ªa de la ciudad acaba de trastocar el reparto de papeles. Pujol sit¨²a a su n¨²mero dos en el disparadero de sacrificarse otra vez para intentar descabalgar al socialista Maragall de la alcald¨ªa de Barcelona. El inmediato beneficiario de tal apuesta es el propio Pujol, que plantea la lucha por esa alcald¨ªa como primera vuelta y a la vez plataforma para su cuarta reelecci¨®n. Miquel Roca, en cambio, puede enfrentarse a su apuesta definitiva, la que podr¨ªa desalojarle, en caso de fracaso, de la pol¨ªtica activa. Con el agravante de que si se perdiera esa doble apuesta, toda la c¨²pula de Converg¨¦ncia Democr¨¢tica quedar¨ªa profundamente desestabilizada y comprometida.
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