El gran mat¨®n
Kuwait siempre ha tenido un grave inconveniente: su exiguo tama?o. Pero, si la extensi¨®n geogr¨¢fica del emirato ha sido peligrosa para su supervivencia, m¨¢s lo han sido los dos bienes de que dispone en abundancia y que, desafortunadamente, Irak, su poderoso vecino, siempre codici¨®: el petr¨®leo y la salida al mar. Ambos son ahora la causa de la terrible situaci¨®n en que se encuentra el peque?o pa¨ªs.Hasta hace pocos a?os, su dimensi¨®n proporcionaba a Kuwait la ventaja de ser un gozne entre tres grandes naciones que actuaban simult¨¢neamente como garant¨ªa mutua y constante de su integridad. Ni Arabia Saud¨ª, ni Ir¨¢n, ni Irak ten¨ªan, en efecto, fuerza o ganas de meterse en la disparatada aventura de enfrentarse con uno o con los dos vecinos por la absorci¨®n del emirato.
Cuando Kuwait obtuvo la independencia plena del Reino Unido en 1961, Bagdad mand¨® sus tropas a la frontera: no aceptaba la existencia del emirato como Estado y reclamaba como suyas Bubiy¨¢n y Warba, las dos grandes islas pantanosas que son kuwait¨ªes y que cierran la desembocadura del Shatt al-Arab e impiden la salida franca de Irak al Golfo. Eran otros tiempos. El Reino Unido controlaba la zona del Golfo, Ir¨¢n ya se hab¨ªa convertido de la mano del sha en la potencia militar m¨¢s fuerte del ¨¢rea y el petr¨®leo, sin la importancia estrat¨¦gica y econ¨®mica de hoy, estaba a¨²n en manos de compa?¨ªas europeas y norteamericanas. Las pretensiones iraqu¨ªes fueron simplemente apartadas de un manotazo.
La guerra de Ir¨¢n e Irak hizo que cambiaran completamente las coordenadas del problema. Reci¨¦n concluidos el acceso del ayatol¨¢ Jomeini al poder y la defenestraci¨®n del sha, la extensi¨®n de la revoluci¨®n integrista por todo el mundo ¨¢rabe parec¨ªa imparable. Los primeros que se sintieron amenazados fueron, naturalmente, los peque?os emiratos del Golfo (no s¨®lo Kuwait, sino Bahrain, Qatar y los Emiratos ?rabes Unidos) que sumaban a su endeblez cong¨¦nita la presencia en sus territorios de fuertes minor¨ªas shi¨ªes de origen persa.
Tambi¨¦n los dos grandes de la zona creyeron que Ir¨¢n intentar¨ªa desestabilizar a sus nunca populares reg¨ªmenes pol¨ªticos; para Arabia Saud¨ª, la disputa ser¨ªa sustancialmente de ortodoxia religiosa; para Irak, se trataba de que, al otro lado de una largu¨ªsima frontera, un molesto vecino no s¨®lo se mostraba dispuesto a combatir contra la esencia misma del r¨¦gimen baazista, sino que amenazaba directamente a algunas de sus ¨¢reas fronterizas de mayor producci¨®n petrol¨ªfera.
Todo el mundo ¨¢rabe y una sustancial porci¨®n del occidental respiraron aliviados cuando Irak, tras amasar sus tropas en la frontera con Ir¨¢n, lanz¨® un ataque preventivo contra las fuerzas de Jomeini en 1980. Deb¨ªan haber aprendido la lecci¨®n, porque a lo largo de los ocho a?os de la in¨²til guerra, tuvieron amplia ocasi¨®n de conocer al nuevo l¨ªder iraqu¨ª, Sadam Husein, un sanguinario borracho de poder y due?o de un ej¨¦rcito de 1.000.000 de hombres.
Nadie tiene, sin embargo, derecho a escandalizarse ahora de los horrores de la guerra Ir¨¢n-Irak, porque la industria mundial de armamento, incluida la espa?ola, suministr¨® armas a manos llenas y permiti¨® a ambos contendientes proseguir unas hostilidades que ninguno era capaz de ganar.
Grave equivocaci¨®n
Kuwait (y los otros pa¨ªses conservadores de la zona) cometi¨® una equivocaci¨®n grave: financiar la guerra de Bagdad a fondo perdido. Nadie sabe a ciencia cierta el monto de la deuda iraqu¨ª por este concepto, pero no es arriesgada la cifra de 70.000 millones de d¨®lares. Husein dej¨® a su pa¨ªs en la ruina. Necesita urgentemente dinero para hacer frente a las exigencias de una reconstrucci¨®n en la que le va literalmente la vida.
Al principio, se conform¨® con exigir un acuerdo de la Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo (OPEP) -cuya reuni¨®n anual de fijaci¨®n de precios se celebraba en Ginebra hace dos semanas- para que el barril de petr¨®leo pasara de valer 14 d¨®lares a venderse a 24. Para ello era fundamental que Kuwait, poseedor de una de las mayores reservas de crudo del mundo y con una poblaci¨®n reducida -lo que quiere decir que no est¨¢ particularmente interesado en el alza de precios- dejara de extraer petr¨®leo por encima de la cuota que le tiene asignada la OPEP. El emir se encogi¨® de hombros. Hizo mal. Husein dispuso a 100.000 hombres en la frontera y acus¨® al emirato de estarle robando crudo de la bolsa iraqu¨ª de Rumaila que se encuentra en la misma l¨ªnea divisoria entre los dos pa¨ªses. Puede que sea cierto; las bolsas no se paran en la frontera arbitraria del desierto. Es interesante que Kuwait accediera a pagar a Irak 1.200 millones de d¨®lares por el supuesto robo.
En la reuni¨®n de la OPEP se acord¨® una subida de los precios hasta los 18 o 19 d¨®lares por barril. Husein no se dio por satisfecho y mantuvo a sus tropas en la frontera. El presidente egipcio, Hosni Mubarak, consigui¨® calmar los ¨¢nimos y llevar a las dos partes a una mesa de negociaci¨®n en Yedda. Deber¨ªan haber recordado todos lo que la historia tiene que decir del resultado de las concentraciones de tropas iraqu¨ªes en la frontera. La reuni¨®n no resolvi¨® nada, las delegaciones se retiraron a sus respectivas capitales y Sadam Husein hizo lo que ten¨ªa intenci¨®n de hacer desde el principio: anteayer mand¨® a sus tropas que invadieran Kuwait, un objetivo militar modesto al alcance de la simple fuerza bruta. Husein, habiendo conquistado las islas de Bubiy¨¢n y Warba, dispone ahora de su salida al mar. Tiene tambi¨¦n todo el petr¨®leo que quiera. Y no tiene por qu¨¦ pagar la deuda de guerra con el emirato.
Es un acto cl¨¢sico de gansterismo internacional. Enfrentado con ¨¦l, Washington ha bloqueado los fondos que Bagdad tiene colocados en Estados Unidos, Mosc¨² ha suspendido todo env¨ªo de armas, la comunidad internacional le ha censurado y tal vez se decida a romper de una vez con Husein. Pero las realidades de la vida son como son y, en un solo d¨ªa, Husein ha conseguido su objetivo de disparar el precio del crudo hasta casi los 24 d¨®lares por barril que pretend¨ªa.
Hace d¨ªas Israel dijo que consideraba que la situaci¨®n era explosiva. Tiene raz¨®n; lo grave es que este tipo de declaraciones siempre debe ser tomado en serio viniendo de quien viene. Toca ahora a la Liga Arabe y al prestigio y considerables dotes de diplomacia de? presidente egipcio conseguir que Irak se retire de Kuwait. Puede que un arreglo pac¨ªfico cueste al emirato sus dos islas y un trozo de su frontera, es decir, una zona importante de yacimiento petrol¨ªfero. Ser¨ªa un precio injusto, amargo y espantosamente realista. Queda por ver con qu¨¦ garant¨ªas se pagar¨ªa. Desde luego, una de ellas deber¨ªa ser la de impedir que en el futuro Husein siga campando por sus respetos. Y es que el cinismo es una moneda inevitable cuando se trata de controlar a un monstruo que se ha contribuido a crear.
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