"Se me ha pasado la edad de ser ministro"
Radical en el terreno de las desigualdades sociales, pol¨ªtico en un cargo eminentemente t¨¦cnico, hombre paciente y met¨®dico, inteligente y culto, ha sometido su l¨®gica ambici¨®n personal al tempo de la melod¨ªa socialista. Pero ni ha pasado posiblemente su hora H ni va a llegarle probablemente en la pr¨®xima crisis ministerial su d¨ªa D. Jos¨¦ Borrell, 43 a?os, secretario de Estado de Hacienda, tiene un pasado corto, un presente muy sugestivo y un futuro abierto a una serie muy amplia de posibilidades. Y en cualquier momento puede quedar en el altar del poder una hornacina vac¨ªa.Pregunta. Usted es el l¨¢tigo en la conciencia fiscal del pa¨ªs. ?Qu¨¦ sensaci¨®n le produce actuar, trabajar, moverse en un plano ¨¦tico en el que se defiende a mordiscos una serie de golfos?
Respuesta. Bueno, hay en este asunto dos niveles distintos. El nivel de si el reparto de la carga est¨¢ equitativamente definido permite, como parece obvio, todo tipo de discusiones, un debate abierto, pero el problema se plantea cuando la ley, una vez que es como es, se incumple. La discusi¨®n sobre c¨®mo deber¨ªa ser la ley no es un asunto golfo, sino al contrario; lo que es golfo es la actitud de incumplir una ley, sea fiscal o de cualquier otro tipo, cuando ya ha sido definida por quien puede hacerlo, que es el Parlamento. Ese incumplimiento equivale a saltarse un sem¨¢foro porque se piensa que est¨¢ en rojo demasiado tiempo.
P. A usted se le ha calificado como ex radical ilustrado. ?Qu¨¦ queda hoy de aquel radical con barba y atuendo descuidado?
R. Yo creo que sigo siendo radical. Sigo siendo radical en el sentido de que pienso que hay que actuar con una gran energ¨ªa en la correcci¨®n de las desigualdades que el mercado crea. O que ha creado la historia social y econ¨®mica de este pa¨ªs a trav¨¦s de una distribuci¨®n muy desigual de la riqueza. En eso sigo siendo radical.
P. Tenemos, pues, un radical a las ¨®rdenes antes de Miguel Boyer y ahora de Carlos Solchaga, dos hombres del ala m¨¢s liberal del PSOE. Aunque sea correcta, ?resulta dura la convivencia diaria con el liberalismo?
(Hay un carraspeo, una risa seca y breve, y luego un gesto manual que pretende alejar cualquier duda).R. No, la convivencia no es dura. Yo s¨¦ perfectamente qui¨¦n es el ministro y, por lo tanto, a qui¨¦n le corresponde la capacidad, la responsabilidad final de adoptar las decisiones pertinentes. Pero no quisiera que se me confunda con un tecn¨®crata. Creo que mi puesto es un puesto pol¨ªtico, ejercido por un pol¨ªtico, y por eso me molesta que a veces se me califique de alto funcionario. Yo soy diputado por Barcelona, militante del partido socialista y ¨¦ste es un puesto para ejercerlo con responsabilidad pol¨ªtica.P. A las ¨®rdenes de un ministro liberal.
R. Por supuesto, y yo act¨²o siempre bajo el superior criterio del ministro. Pero ello no impide, y en esto no cabe ninguna duda, que yo tenga una concepci¨®n menos liberal de la que pudo tener Miguel Boyer, por ejemplo.
P. Ponga un adjetivo a Boyer y otro a Solchaga.
R. Los dos ser¨ªan buenos adjetivos. Los dos ser¨ªan adjetivos positivos.
P. Pues otro adjetivo al tercero, a Narc¨ªs Serra.
R. Tiene Serra todas las virtuders del catal¨¢n.
P. ?La tenaz insistencia?
R. Eso es, la tenaz insistencia, la paciencia, la discreci¨®n. Son, sin duda, algunas virtudes muy importantes para la tarea pol¨ªtica silenciosa que est¨¢ haciendo.
P. Alg¨²n d¨ªa tendr¨¢ usted que ser ministro...
R. Quiz¨¢ se me ha pasado ya la edad. Despu¨¦s de ocho a?os en el Ministerio de Hacienda, quiz¨¢ se me ha pasado la edad de ser ministro. Todas las cosas tienen su tiempo, y cuando no se producen a su tiempo, a lo mejor se pasa la oportunidad.
P. Para ser, adem¨¢s de economista y catedr¨¢tico de Econom¨ªa, ingeniero aeron¨¢utico, su vuelo suele ser rasante, en el sentido de que act¨²a sobre cosas muy concretas, como es la erradicaci¨®n del fraude fiscal, y parece evitar los despegues doctrinales, los altos vuelos te¨®ricos.
R. Esa frase demuestra lo que es la percepci¨®n social de las cosas, que no suele coincidir con las cosas. Desgraciadamente, despu¨¦s de siete a?os en la Secretar¨ªa de Estado de Hacienda me temo que por lo ¨²nico que se me va a conocer es por dos o tres incidentes m¨¢s o menos anecd¨®ticos relacionados con el fraude fiscal. Pero esta Secretar¨ªa de Estado elabora los Presupuestos del Estado, que no s¨®lo tienen una columna de ingresos sino tambi¨¦n una de gastos, y ah¨ª, en el modo de relacionar las dos columnas, todo es pol¨ªtica.
P. San Mateo fue recaudador y es posiblemente el evangelista menos simp¨¢tico. Pero a usted parece conocerle con cierta simpat¨ªa la gente.
R. Depende de los c¨ªrculos sociales. El paseo de Gracia de Barcelona es distinto que Santa Coloma de Gramanet. Quiero decir que la antipat¨ªa o la simpat¨ªa se manifiestan en funci¨®n de la clase social que se siente m¨¢s o menos favorecida por la, pol¨ªtica fiscal de este Gobierno.
P. Muchas horas de despacho, pero la realidad est¨¢ fuera. ?Qu¨¦ tal y c¨®mo se relaciona con la realidad?
R. Mal. ?se es uno de los grandes peligros que nos acechan a quienes pasamos tantas horas en los despachos. Pero cuando llega el momento de hacer la declaraci¨®n de la renta, yo procuro hac¨¦rsela a unas cuantas personas representativas de un espectro social amplio, y as¨ª veo a trav¨¦s suyo c¨®mo se ven las cosas desde la calle.
P. Concejal en el primer Ayuntamiento democr¨¢tico de Majadahonda, zona residencial de muchos yuppies socialistas; delegado de Hacienda en la Diputaci¨®n de Madrid, y en 1982, salto al Ministerio de Hacienda. ?De qu¨¦ cargo guarda un recuerdo emocionalmente m¨¢s profundo?
R. El bautismo de fuego fue sin duda la Delegaci¨®n de Hacienda en la Diputaci¨®n Provincial. Fue el bautismo de fuego en el conflicto con un aparato institucional y gestor hereldado de otros h¨¢bitos. Uno guarda el recuerdo de los bautismos de fuego con m¨¢s intensidad que el de muchas horas en el frente.
So?ar despierto
P. He le¨ªdo en alg¨²n sitio que usted no recuerda lo que sue?a, aunque despierto sue?a con liquidar el fraude fiscal.
R. ?sa es una frase ingeniosa y cierta. No suelo recordar lo que sue?o, porque quiz¨¢ no sue?o nunca.
P. Por el Ministerio de Hacienda han pasado ¨²ltimamente pol¨ªticos que se han sentido tentados, y han sucumbido a la tentaci¨®n, de pasarse a la empresa privada. ?Se siente usted tentado?
R. Yo he trabajado en la empresa privada, y lo hac¨ªa encantado. Los intereses privados nadie duda que sean leg¨ªtimos y que sea noble la tarea de servirlos y defenderlos. Adem¨¢s, en ese campo las retribuciones son muy superiores a las de ¨¦ste. Pero insisto en que yo me califico como alguien con inter¨¦s por la coda colectiva, es decir, por la pol¨ªtica en el sentido m¨¢s noble de la palabra, y no siento ni la tentaci¨®n ni el deseo de pasar a la gesti¨®n de los intereses privados, por muy respetables que los encuentre.
P. ?Y en el futuro?
R. Repito que me interesa m¨¢s, que me siento m¨¢s motivado por la cosa p¨²blica. Y supongo que al haber tenido la oportunidad de gestionar durante bastante tiempo la cosa p¨²blica, tendr¨¦ que ser muy cuidadoso en su momento a la hora de estudiar las alternativas que se me ofrezcan en el mundo privado. Y ello por muchas razones, todas ellas obvias.
P. Una de sus primeras incursiones en el plano de la popularidad fue en 1983, llamando a Ferrer Salat hechicero africano. ?Lo recuerda?
R. No le llam¨¦ eso. Yo me limit¨¦ a decir que hab¨ªa dos maneras distintas de abordar los problemas. Una es la actitud cient¨ªfica del m¨¦dico y la otra la del hechicero. Y que la forma en que Ferrer Salat describ¨ªa las soluciones que, seg¨²n su criterio, deb¨ªan aplicarse a la situaci¨®n econ¨®mica de aquel momento, me parec¨ªan m¨¢s propias de un hechicero africano.
P. ?Va todo bien en el terreno econ¨®mico?
R. Va razonablemente bien. Hay retos, retos inminentes, y soluciones, como en todos los aspectos de la vida humana.
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