Sin tocar a ninguno
Todos los que est¨¢bamos esperando all¨ª el lunes 30 de julio ten¨ªamos volante y cita, solicitada varios d¨ªas antes por tel¨¦fono; pero no era dif¨ªcil deducir que la atenci¨®n al paciente no se enriquec¨ªa con la cita previa. Aquel traumat¨®logo despachaba personal al ritmo de minuto y medio por cabeza. Quien m¨¢s quien menos se hab¨ªa adecentado para ense?ar su herida, y me entreten¨ªa pensando en las fatigas del enfermo para destapar y tapar el lugar de su mal en tan corto tiempo. Yo nunca he sido r¨¢pido para esas cosas. No era necesario; el traumat¨®logo, ayudado por dos ATS, DUE, enfermeras..., ?vaya usted a saber!, se ocupaba a su vez de batir un r¨¦cord: atender a 50 o 60 personas con problemas de huesos rotos, dislocados, heridas de operaciones recientes, etc¨¦tera, sin tocar a ninguno.No es preciso detallar qu¨¦ rato violento soportamos mi hija y yo cuando, puntuales y educados, solicitamos de la ATS si est¨¢bamos en la lista de las personas a las que manejaba con celeridad impropia de su edad. Pon¨ªa misteriosas se?ales al margen cuando nos nombraba, tanto si respond¨ªamos como si se hac¨ªa el silencio. Se ocupaba tambi¨¦n de mantener la puerta abierta y rectificaba con un adem¨¢n, no exento de ira, cuando alguien se permit¨ªa cerrarla en un intento de conservar su intimidad.
Para cuando me nombr¨®, media hora despu¨¦s, me sent¨ªa seguro de que estaban consiguiendo rebajar el tiempo medio de atenci¨®n. Y ello sin contar lo del obrero que entr¨® all¨ª "sin cita previa", pero arrastrando el pie izquierdo porque se le hab¨ªa reventado el dedo gordo cuando trabajaba cerca del centro. Sali¨® enseguida diciendo palabrotas. El traumat¨®logo me coment¨® despu¨¦s que era cosa de la mutua, que all¨ª le atender¨ªan.
Al entrar s¨®lo vi sus piernas, las de la otra ATS; las ten¨ªa cruzadas displicentemente, mientras su.,espalda reposaba c¨®modamente apoyada en el respaldo del sill¨®n. Me cost¨® trabajo apartar la mirada para dirigirme al traumat¨®logo, pero transcurri¨® cierto tiempo antes de que ¨¦l lograra otro tanto y empezara a comprender mi historia. Mientras, ella, sin mover un solo dedo y con expresi¨®n de aburrimiento y hartura, aconsejaba que mi caso no era asunto de ellos; me hab¨ªan operado de peonada y la baja la hab¨ªa extendido el de cabecera. Evit¨¦ que mis nervios estallaran; razon¨¦ y consegu¨ª que me viera la herida -aunque no la cur¨®- y que me citara para el lunes siguiente.
Antes del lunes tengo que moverme por tres centros del Insalud distantes varios kil¨®metros entre s¨ª. Los puntos y la baja son cosas del de cabecera; la ¨²ltima revisi¨®n y el alta, del traumat¨®logo; las radiograf¨ªas se hacen en otro centro, en Garc¨ªa Noblejas. Menos mal que mi hija consigui¨® el carn¨¦ de conducir y est¨¢ de vacaciones.
Cuando me vio la herida en la cabina contigua, y ya sin aquellas piernas de testigos, el traumat¨®logo me confes¨® que los tienen "hasta aqu¨ª" (se tocaba la nuez); que no tienen medios (me se?alaba la cabina vac¨ªa), y que los obligan a atender a 60 enfermos.
Pero les puedo decir que hay otros profesionales del Insalud que atienden solamente a las personas en n¨²mero que ellos estiman posible, para llevar y conocer los historiales, y exigen los medios necesarios. Si todos actuaran as¨ª, otro gallo nos cantar¨ªa a los enfermos.
La Seguridad Social est¨¢ muy mal, pero muchas de las personas que la componen hacen que todo parezca y sea peor, seguramente dolidos por motivos quiz¨¢ respetables, aunque casi todos desemboquen al final en el bolsillo. ?Medicina vocacional?
Tiene mala soluci¨®n, porque los profesionales que act¨²an como he relatado, cuando se los se?ala, acuden buscando ayuda a su sistema corporativista que los ampara, y donde presuntamente no profundizan en exceso al analizar con cu¨¢nta profesionalidad actuaron los se?alados.
?Ah, el traumat¨®logo me atendi¨® durante siete minutos! Aunque reconozco que, mientras me ve¨ªa la herida, las dos ATS hab¨ªan introducido a otros pacientes y desde luego la puerta qued¨® abierta, aunque mi hija se cuid¨® de cerrarla tras de s¨ª.-
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