Amenaza sobre las nuevas democracias del este de Europa
Los Estados ex socialistas del este de Europa han entrado en su mayor¨ªa en una fase de descomposici¨®n econ¨®mica que hace temer graves conmociones sociales en oto?o, como seria amenaza a las nuevas democracias. La euforia por la libertad reconquistada se ha desvanecido ya. Una subida del precio del petr¨®leo por la crisis del Golfo puede suponer en esta situaci¨®n el golpe de gracia a unas transiciones que, salvo en Rumania, han sido pac¨ªficas.El odio a la Uni¨®n Sovi¨¦tica como invasor y a los reg¨ªmenes comunistas propios ya desaparecidos, culpables de la miseria, comienza a tornarse en frustraci¨®n ante las limitaciones propias y la falta de apoyo de las sociedades de bienestar de Occidente.
Los observadores de Europa oriental, sorprendidos por la rapidez y la rotundidad del hundimiento social y econ¨®mico, advierten que de no tomarse r¨¢pidas medidas coordinadas entre los nuevos Gobiernos democr¨¢ticos y Occidente, Europa oriental puede vivir este invierno una grave crisis regional. Todos los pa¨ªses del este de Europa son extremadamente dependientes del crudo y del gas natural sovi¨¦tico, que ya reciben en parte a precios del mercado libre y no a aquellos preestablecidos por la media del lustro anterior que reg¨ªan en el Consejo de Ayuda Mutua Econ¨®mica (CAME).
En los ¨²ltimos meses, la Uni¨®n Sovi¨¦tica ya hab¨ªa impuesto una reducci¨®n dr¨¢stica de sus suministros de petr¨®leo a sus antiguos aliados, especialmente a Checoslovaquia. Fuentes del mercado petrolero se?alan que el pago de todo su consumo de combustibles minerales a precios de mercado que superaran los 25 d¨®lares el barril (hoy ya vigentes) liquidar¨ªa en algunos pa¨ªses como Checoslovaquia y Bulgaria el total de sus ingresos de divisas convertibles. En Hungr¨ªa y Polonia equivaldr¨ªa a un quinto y a un tercio, respectivamente, pero sus consecuencias no dejar¨ªan de ser catastr¨®ficas para las ya escasas posibilidades de reconversi¨®n industrial por inversi¨®n. Tambi¨¦n lo ser¨ªan para una producci¨®n que declina bruscamente. En todos estos pa¨ªses se vive peligrosamente cerca de la insolvencia, que podr¨ªa hacer resurgir tanto la nostalgia por el "orden y la tranquilidad bajo el r¨¦gimen comunista" como resentimientos contra Occidente y tentaciones totalitarias nacionalistas.
En el caso at¨ªpico de la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA), la descomposici¨®n de sus estructuras econ¨®micas. e industriales, favorecida por una r¨¢pida introducci¨®n del marco alem¨¢n occidental, se ha producido a velociad de v¨¦rtigo. Los expertos econ¨®micos del Bundesbank y otros institutos, as¨ª como las fuerzas de la oposici¨®n en la RFA, ven confirmada as¨ª su tesis de que la v¨ªa r¨¢pida impuesta por el canciller federal, Helmut Kohl, tendr¨ªa consecuencias catastr¨®ficas a corto y medio plazo.
Pero no es s¨®lo la RDA, que con su proceso de integraci¨®n en la RFA tom¨® un camino ¨²nico entre los pa¨ªses de la disuelta comunidad socialista. Bulgaria, Rumania, Polonia, Checoslovaquia y Hungr¨ªa han entrado en una fase de graves dificultades en las reformas por la oposici¨®n a las mismas de la burocracia, su escasez de divisas para las necesarias inversi¨®n, la falta de competitividad de sus productos y un hundimiento tanto de sus mercados internos como de los de sus vecinos y compradores tradicionales.
La r¨¢pida ca¨ªda del nivel de vida y una fuerte subida de la tasa de desempleo provocada por el hundimiento de sectores enteros tienden a crear una situaci¨®n social explosiva. En Bulgaria, el primer ministro, Andr¨¦i Lukanov, ya ha advertido que el pa¨ªs se encuentra al borde de la bancarrota y el hundimiento total del suministro de alimentos a la poblaci¨®n.
Este desarrollo se encuentra ya muy avanzado y podr¨ªa ser incontrolable para las dos tendencias econ¨®micas que coexisten en los Gobiernos poscomunistas: los radicales partidarios de un tratamiento de choque para una r¨¢pida entrada en la econom¨ªa de mercado y los gradualistas que temen que aquel camino despierte unas tensiones sociales que las a¨²n fr¨¢giles democracias no puedan soportar.
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