Numancia y los oportunistas
Los incendios forestales y la crisis hispano-cubana me ten¨ªan sumido en una morosa reflexi¨®n sobre la cuesti¨®n numantina cuando he aqu¨ª que el tema de los oportunistas de izquierdas, oportunamente destapado por el se?or Sempr¨²n, me arranca de mi torpor conceptual y me da la clave sem¨¢ntica que me faltaba para comprender la revoluci¨®n posmoderna.Andaba uno desconcertado por el uso inusual que se est¨¢ haciendo ¨²ltimamente de la palabra Numancia, cuyo positivo simbolismo de resistencia de los pueblos al asedio extranjero y, m¨¢s generalmente, de insumisi¨®n del d¨¦bil a la fuerza del poderoso ha sufrido un r¨¢pido y notable deterioro. El s¨ªmil numantino-castrista, acu?ado primero por Felipe Gonz¨¢lez y despu¨¦s por el inefable se?or Y¨¢?ez, es desgraciadamente correcto: o Cuba revolucionaria se rinde o corre el riesgo de acabar como Numancia. Su liquidaci¨®n est¨¢ programada en el ordenador central del imperio, como lo estaba la de Noriega por la cuesti¨®n del canal (vamos a dejarnos de historias estupefacientes). El s¨ªmil numantino, pues, est¨¢ bien visto. Lo chocante es la s¨²bita connotaci¨®n peyorativa de la otrora gloriosa referencia hist¨®rica. Qu¨¦ raro, en efecto, que relevantes personajes socialistas que en otro tiempo fueron Numancia, por ejemplo cuando se llamaban Isidoro (salvo las llamas y, tal vez, el hambre, pero Numancia de alg¨²n modo), sean ahora tan antinumantinos.
Enti¨¦ndasenos bien: no estamos pidiendo aqu¨ª que se anime a la Cuba castrista a acabar como Numancia. La antigua actitud del intelectual progresista occidental, whisquecillo en mano y a la sombra de un toldo de caf¨¦, jaleando a revolucionarios lejanos en sus asaltos a menudo suicidas a la pen¨²ltima barricada, siempre me ha producido escalofr¨ªos. Tantos y tan intensos como el reciclaje de aquella su antigua cruzada en la cruzada propiamente dicha del anticomunismo (?manes del almirante Carrero, qu¨¦ gran precursor!) y su c¨ªnica impavidez actual ante la masacrante injusticia planetaria. No. No se trata de incitar a Cuba a ser Numancia. Se trata, por el contrario, de no abocarla a ser Numancia, de no contribuir a la soluci¨®n numantina programada, de no crearle a un pueblo estupendo y gozador que corta ca?a revolucionaria al son de la rumba una situaci¨®n numantina para la que no tiene ninguna vocaci¨®n masoquista particular. Se trata de comprender que el eslogan "socialismo o muerte", que tanto nos horroriza, es un grito de dignidad desesperada en respuesta al ultim¨¢tum "rendici¨®n o muerte", y que este ultim¨¢tum es inaceptable.
Se puede sostener -como hace incluso Pravda (?qu¨¦ cosas!)- que el prop¨®sito es obligar a democratizar el r¨¦gimen cubano y hacerle respetar los derechos humanos, tal como nosotros lo entendemos -y, efectivamente, el d¨ªa en que el ocurrente humorista gr¨¢fico de Gramma pueda ponerle una banderilla a Fidel como la que le puso a Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, el socialismo estar¨¢ salvado, y Fidel Castro, tambi¨¦n-. Se puede sostener tambi¨¦n -en fin, esperemos que se pueda- que si el primero de los derechos humanos es el derecho a la vida desde el momento mismo de nacer y si, como apunt¨® sagazmente Sartre, la libertad es una cosa que empieza por el est¨®mago a la hora de desayunar, hay m¨¢s democracia en una sola arena de la playa de Varadero que en todo el subcontinente iberoamericano junto y buena parte del angloamericano. El Banco Mundial nos lo explicaba en cifras aterradoras hace poco, y no est¨¢ mal que, ahora que los comunistas han tirado la toalla, los grandes expertos de la econom¨ªa de mercado (antiguamente llamada capitalismo) tomen el relevo para recordarnos la realidad. Alguien tiene que ocuparse de los pobres.
?Y qu¨¦ tiene que ver la devaluaci¨®n socialista de Numancia con los "oportunistas de izquierdas", el divino hallazgo veraniego del se?or Sempr¨²n? Es que es la misma distorsi¨®n conceptual. La misma maniobra sem¨¢ntico-ideol¨®gica posmoderna. Tradicionalmente, en el movimiento socialista, en la progres¨ªa en general, los oportunistas eran m¨¢s bien los que escoraban a la derecha, hacia el pacto con la reacci¨®n (?Dios m¨ªo, qu¨¦ palabra oportunista de izquierdas se me ha escapado!). Los izquierdistas, los gochistas, pod¨ªan ser enfermos, seg¨²n los cl¨¢sicos -el comunismo estaba a menudo aquejado de esa enfermedad infantil (Lenin)-, pero no oportunistas. Ahora, todo lo que pueda ser o parecer de izquierdas, incluso los socialistas, sufre una devaluaci¨®n brutal, como Numancia, y es tildado por el ministro de Cultura y por el poder cultural (y por el otro, claro) de oportunista. No s¨¦ si esto corresponde exactamente a los famosos "curas" de los art¨ªculos del se?or Savater, esos pocos "curas" marxistas y asimilados que todav¨ªa quedan por ah¨ª refunfu?ando y que tanto le obsesionan, mientras, la Europa liberada de ellos se puebla de curas propiamente dichos. Pero me estoy armando un l¨ªo entre los curas entrecomillados y los curas sin comillas, Numancia, los oportunistas, el se?or Savater y el se?or Sempr¨²n. Es que esto del oportunismo es un tema muy confuso. Digamos, para simplificar, que hay dos clases de oportunistas: los oportunos y los inoportunos (o sea, los de izquierdas).
Volviendo a Numancia, hay que decir que la diplomacia (valga el eufemismo) castrista contribuy¨® a la confusi¨®n con aquella primera nota un tanto desquiciada subi¨¦ndose a la parra hist¨®rica de las andanzas de mi abuelo en la guerra de Cuba, que no tienen nada que ver con este asunto. Tampoco tienen mucho que ver el se?or Fern¨¢ndez Ord¨®?ez ni, si me apuran un poco, el pobre presidente Bush. En buen marxismo tropical, pod¨ªa haberse preguntado el se?or Castro, como dice Rosa Conde (?ay, do?a Rosa, estoy seguro que en el fondo de tu coraz¨®n le llamas Fidel, como todos! ?No quiero creer que hay¨¢is perdido tambi¨¦n el coraz¨®n!); pod¨ªa haberse preguntado, digo yo, si a¨²n hay Estados soberanos, incluido Estados Unidos, y si el ¨²nico ente supranacional y soberano que ha monopolizado las ideas de libertad y democracia y que se ha jurado carg¨¢rselo no ser¨¢, por casualidad, por acumulaci¨®n y por multiplicaci¨®n, el capital. Siempre sospech¨¦ que Fidel no hab¨ªa le¨ªdo a Marx. Yo tampoco, pero, caramba, basta con entrever la realidad del mundo y leer un resumen de los informes del Banco Mundial.
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