Todos prietos en Rihonor
La cadena que divide un pueblo fronterizo entre Portugal y Zamora caer¨¢ el d¨ªa 19
"Todos somos Prieto aqu¨ª", dice Daniel, un joven moreno de poco m¨¢s de 14 a?os que juega en la vereda de un monte transfronterizo entre Portugal y Espa?a en compa?¨ªa de sus primos Carlos y Nelson. Daniel circunda con su bicicleta de veraneo la cadena que divide a Rihonor de Castilla -pueblo zamorano a unos 10 kil¨®metros de Puebla de Sanabria, con 32 habitantes empadronados- de su sur pol¨ªtico, R¨ªo de Onor, poblaci¨®n de alcalde luso y 40 casas abiertas durante todo el a?o. En este peque?o valle todos los vecinos son parientes, los idiomas y las monedas son comunes y ahora, despu¨¦s de 16 a?os, la cadena, con todo su significado impuesto tras la revoluci¨®n de los claveles, caer¨¢ el d¨ªa 19.
Los tres j¨®venes primos se apellidan Prieto, los dos primeros son espa?oles y el tercero de Bragan?a, Portugal. Tienen la misma edad, pasan el verano en el pueblo de sus padres y hablan el lenguaje de la juventud, aunque unos se expresen mejor en espa?ol que en portugu¨¦s. Pero la mejor clave para en tender el tipo de vida y de relaciones que se han mantenido en este lugar durante generaciones la ofrece Domingo Prieto Prieto. Domingo es espa?ol, est¨¢ casado en Rihonor de Castilla (Rihonor de Arriba) con Cayetana Ramos Fern¨¢ndez, portuguesa, hija de portugueses y madre de varios reto?os espa?oles. Cayetana per manece como soltera en Portugal y los amigos de Domingo bromean con el d¨ªa que a Cayetana se le ocurra bajar la frontera y contraer otro matrimonio.
Otro vecino cuenta su caso todav¨ªa m¨¢s complicado. "Yo soy portugu¨¦s, me cas¨¦ con una espa?ola, catalana, hemos tenido una hija en Espa?a y otra en Portugal. La primera est¨¢ casada con un guardi?a y la otra con un espa?ol". La catalana es Rosa Centeno y su marido aporta estos datos para evidenciar el "viv¨ªr comunitario y familiar" que se constata en Rihonor hasta deba jo de las piedras.
Durante a?os, hasta 1974, los dos pueblos hac¨ªan vidas id¨¦nticas pero dispon¨ªan, en cada lado de la frontera, de un puesto de vi gilancia. En la zona portuguesa los guardias fiscales (guardi?as) y en la espa?ola los guardias civiles. El 25 de abril de 1974 estalla en Portugal la revoluci¨®n de los claveles, y el teniente Pi?eiro, conocido y temido guardi?a luso, levanta como empalizada antiimperialista una min¨²scula cadena entre dos pivotes de medio metro de cemento.
Unos dicen que la divisi¨®n ten¨ªa por objeto evitar la entrada de tanques enviados desde Espa?a por Franco para contrarrestar el movimiento revolucionario, y otros mantienen, como el alcalde de Pedralba de la Prader¨ªa, Gregorio Arias, de donde depende el Rihonor espa?ol, que el Gobierno portugu¨¦s pretend¨ªa paralizar una emigraci¨®n masiva.
Todo sigui¨® igual
Al margen de esta discusi¨®n, nadie le dio durante a?os importancia a esta barrera porque la vida no cambi¨®. Las desvencijadas casas con techos de pizarra; el r¨ªo Contensa regando los campos, el centeno y las patatas; las fiestas patronales; los casorios y las cada vez m¨¢s parcas cosechas continuaron sucedi¨¦ndose sin estorbar y tambi¨¦n sin que nadie ni nada les incordiara. Ni siquiera la intentona golpista de? 23-F. "El 23 de febrero de 1981 tampoco cruz¨® nadie a trav¨¦s de este paso y yo dorm¨ª tranquilo", comenta el alcalde de Predalba, del Partido Popular, que lleva 25 a?os en el cargo.Don Gregorio es una instituci¨®n consolidada. Es secretario de la C¨¢mara Agraria, tiene varios negocios y acapara todos los votos. De siete concejales posibles consigui¨® en las ¨²ltimas elecciones seis y s¨®lo le faltaron dos papeletas para lograr el Gobierno monocolor. "Hasta el segundo de la lista del CDS me vot¨®", comenta orgulloso de la fidelidad de sus paisanos. Gregorio Arias, que lo controla todo, reconoce que si los vecinos hubieran protestado m¨¢s y antes la cadena ya estar¨ªa desmontada.
Lo ¨²nico que verdaderamente molesta de la cadena es su significado. Porque este trozo de hierro colgado no impide que los habitantes sure?os suban a tomar un botell¨ªn al bar-tienda Mil¨ªn, propiedad de Juan Manuel Fern¨¢ndez, el espa?ol m¨¢s veterano. O que los 25 residentes zamoranos ("uno por cada punto de luz que hemos puesto", dice el alcalde) bajen a probar tinas sardinas (en lata) a la Cervejar¨ªa Preto (Prieto en espa?ol).
Tampoco retrae la dichosa cadena a los creyentes cristianos que se intercambian misa cada semana. Ni se interpone en la cosecha que, por el prolongamiento del fr¨ªo invernal, se: retrasa mucho en Rihonor. Los tractores y carromatos, de ruedas altas, s¨ª pueden pasar sin tropezar por una senda preparada en el lateral de la frontera que s¨®lo paraliza, por su estrat¨¦gica chincheta, a los utilitarios.
El fastidio lo resume otro vecino, Juan Prieto, de 68 a?os: "La cadena no plantea problemas pero nos quita amplitud, estamos m¨¢s cohibidos". Los coches, que tienen que dar una vuelta de varios kil¨®metros para entrar o salir por el paso de Calabor, no parece que vayan a mejorar demasiado cuando se derribe el pr¨®ximo d¨ªa 19, sino se instala un puesto fronterizo en toda regla que legalice la invasi¨®n de clandestinos.
Francisco Chimeno Fern¨¢ndez, alcalde de barrio y concejal del PP se?ala, como ejemplo de integraci¨®n, que ¨¦l mismo tiene, adem¨¢s de sus propiedades espa?olas, ocho fincas en la parte portuguesa y que paga las contribuciones en los dos pa¨ªses.
Contrabando o trapicheos
Todo el mundo niega con firmeza en los pueblos montados en el entorno del lago de Sanabria, que pueda existir en esta zona una red estructurada de contrabando. Todos asumen que, en su d¨ªa, cuando algunos productos estaban m¨¢s baratos en Portugal que en Espa?a, como el caf¨¦, el aceite, las toallas o las s¨¢banas, se pasaban cosas sin control aduanero y lo consideran como los trapicheos t¨ªpicos de pueblos fronterizos.El alcalde de Pedralba se enoja cuando recuerda las informaciones que sit¨²an a Rihonor como el paso obligado en asuntos turbios de drogas, ganado, armas o incluso tr¨¢fico de marfil y de marisco. "Vino el periodista y fue a parar, para hablar, con el m¨¢s tonto del pueblo", dice el alcalde.
Su colega de R¨ªo de Onor, Mariano Augusto Prieto, que ha dejado un momento las tareas agr¨ªcolas y con las manos todav¨ªa de haber estado en el tajo, asegura que de contrabando en su pueblo no hay nada de nada, que lo que baja por el r¨ªo son "cagallones, porque la fosa s¨¦ptica est¨¢ mal colocada".
Portugu¨¦s tambi¨¦n es Manuel Denascemento Rodr¨ªguez, aunque trabaj¨® a?os en una f¨¢brica de armas del Pa¨ªs Vasco. Manuel, jubilado, como la mayor parte de los que permanecen en el pueblo, afirma que "nunca hubo tanto contrabando como ahora, pero no se queda aqu¨ª, porque aqu¨ª no hay dinero". Manuel hizo contrabando en su juventud para meter, por el monte y en una mochila, 20 kilos de pimientos para la matanza.
Los chavales hablan de Mercedes que atraviesan por la noche el camino internacional del campo sagrado, de libre circulaci¨®n gracias a un documento firmado en 1910 por la reina de Portugal y un ministro espa?ol. Tambi¨¦n se cuenta que alg¨²n veh¨ªculo en plena persecuci¨®n ha ido a parar con sus morros a la cadena. El teniente coronel de la Guardia Civil de Puebla rechaza estos argumentos y tras mirar los montes de su alrededor se limita a se?alar que "no se le pueden poner puertas al campo".
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