La extinci¨®n de la Alemania Oriental
SI LA Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana (RDA) estaba condenada a morir una vez desaparecido el muro de Berl¨ªn, el proceso de su extinci¨®n est¨¢ resultando complejo y doloroso. Y no por las graves implicaciones internacionales que esa extinci¨®n implica -que han quedado pr¨¢cticamente resueltas en el ¨²ltimo viaje de Genscher a Mosc¨²-, sino porque la occidentalizaci¨®n de un pa¨ªs acostumbrado durante m¨¢s de 40 a?os a un sistema de partido ¨²nico y de econom¨ªa planificada es en s¨ª misma sumamente dif¨ªcil, y no se puede hacer de un plumazo. Por otra parte, ?no ha sido excesivamnte r¨¢pido el ritmo impuesto por el canciller Kohl, demasiado sensible a las consideraciones electorales? As¨ª lo creen muchos. En todo caso, estamos asistiendo tanto a una descomposici¨®n lastimosa de la estructura pol¨ªtica de la RDA como a un deterioro imparable y catastr¨®fico de su situaci¨®n econ¨®mica.El Gobierno, encabezado por el democristiano Lothar de Maiziere, se est¨¢ cayendo a trozos. Los liberales se fueron en julio. El 15 de agosto, De Maiziere expuls¨® a dos ministros del SPD a los que quiso convertir en chivos expiatorios de la ruina econ¨®mica. El resultado es que el SPD ha salido del Gobierno y que ¨¦ste se ha quedado sin mayor¨ªa en el Parlamento. A la vez, el secretario general de los democristianos (CDU) de la RDA, Kirchner, ha sido apartado por sospechas de colaboraci¨®n con la polic¨ªa comunista.
Pero tambi¨¦n el SPD tiene sus poblemas: el presidente de su grupo parlamentario, Schroeder, ha tenido que dimitir por haber aceptado la propuesta de De Maiziere de fijar el 14 de octubre como fecha de la unificaci¨®n de Alemania. El SPD preconiza que se realice antes, el 14 de septiembre, una vez que la conferencia dos m¨¢s cuatro (las dos Alemanias m¨¢s EE UU, la URSS, Francia y el Reino Unido) haya devuelto su plena soberan¨ªa a Alemania, acto previsto para el 12 de septiembre en Mosc¨². En realidad, todo aconseja que la unidad se haga cuanto antes. Los juegos pol¨ªticos de un Gobierno y de un Parlamento que ya no pintan nada ser¨ªan risibles si no tuvieran lugar en un escenario en el que la euforia de 1989 ha dejado paso a la angustia.
El problema de fondo es que, al implantarse la unidad monetaria a principios de julio, la poblaci¨®n oriental ten¨ªa la ilusi¨®n de que podr¨ªa acercarse a paso r¨¢pido a una econom¨ªa semejante a la occidental. Lo ocurrido es muy distinto. Las empresas occidentales se han dedicado no a absorber empresas orientales para hacerlas producir, sino a crear redes de distribuci¨®n de los productos de la RFA. La consecuencia es un cierre masivo de empresas en la RDA que carecen de compradores, un paro que aumenta de forma alarmante y un descenso del nivel de vida. La dimisi¨®n de Reiner Gohlke, encargado de la privatizaci¨®n de la econom¨ªa oriental, pone de relieve el fracaso de un proceso que deb¨ªa ser fundamental para la transici¨®n econ¨®mica.
En estas condiciones, s¨®lo el Gobierno de Bonn puede hacerse cargo de la situaci¨®n. El Gobierno de De Maiziere no tiene ya poder real. Es un fantasma que s¨®lo puede estorbar. Adem¨¢s, el mecanismo de la unificaci¨®n, seg¨²n el art¨ªculo 23 de la Carta Constitucional de la RFA, se realizar¨¢ mediante la petici¨®n de los cinco l?nder que ya se han constituido en la RDA. Esto podr¨ªa hacerse, si hay un consenso de los partidos pol¨ªticos, dentro de tres semanas, como pide el SPD. Es muy dudoso que el problema complej¨ªsimo de adaptar la RDA a la legislaci¨®n de la RFA -y asimismo de la Comunidad Europea- se facilite mediante un tratado previo entre las dos Alemanias. Ser¨ªa un acto formal. La realidad es que, de hecho, ya hoy las decisiones serias se toman en Bonn.
Queda la gran pregunta de qui¨¦n ser¨¢ el canciller de la Alemania unida despu¨¦s de las elecciones del 2 de diciembre. El SPD, y su candidato a canciller, Oskar Lafontaine, han impuesto que esa fecha del 2 de diciembre se mantenga. Su esperanza es que, con ello, los electores tengan tiempo de tomar conciencia del error que ha cometido Kohl al acelerar la uni¨®n. Lafontaine no tuvo miedo a ser impopular cuando, en plena euforia de la ca¨ªda del muro, propuso un proceso m¨¢s lento para ir acercando las situaciones econ¨®micas tan dispares en la RDA y la RFA. Ahora piensa que, antes de diciembre, la poblaci¨®n de la RDA se habr¨¢ convencido, por una experiencia triste, de que ¨¦l ten¨ªa raz¨®n. Y asimismo la de la RFA, que probablemente para entonces tendr¨¢ la perspectiva de un aumento de impuestos para hacer frente a los costes de la unificaci¨®n. Pero el actual momento internacional aconseja la cautela acerca de lo que podr¨¢ salir de las urnas el 2 de diciembre.
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