La violaci¨®n del desarme
La invasi¨®n de Irak ha hecho pasar desapercibida la inauguraci¨®n, el pasado 20 de agosto, de la 4? Conferencia de Revisi¨®n del Tratado de No Proliferaci¨®n Nuclear (TNP), que est¨¢ previsto dure hasta el pr¨®ximo 14 de septiembre, en la sede de las Naciones Unidas en Ginebra.El objetivo fundamental del TNP es evitar la diseminaci¨®n o prolifer¨¢ci¨®n del armamento nuclear, cosa que s¨®lo se ha logrado muy parcialmente. Seg¨²n su articulado, los Estados poseedores de armas nucleares se comprometen a no transferir estas armas a los pa¨ªses no nucleares, y estos ¨²ltimos se comprometen a no adquirir material nuclear susceptible de ser usado para fines militares. Un compromiso a todas luces violado: baste se?alar, como casos m¨¢s evidentes, la asistencia de Estados Unidos para los planes nucleares de Pakist¨¢n e Israel, y.la ayuda sovi¨¦tica al programa nuclear de la India.
El art¨ªculo VI del TNP se?ala, adem¨¢s, que todas las partes han de comprometerse a impulsar un desarme nuclear. Hasta 1987, sin embargo, este punto ha sido ignorado absolutamente por las potencias nucleares, que han aumentado cuantitativamente sus arsenales y, lo que es m¨¢s grave, mejorado la calidad de los mismos. S¨®lo desde los recientes acuerdos INF y START puede hablarse de cierto cambio en la tendencia del rearme nuclear, y aun est¨¢ por empezar el desarme cualitativo. Los programas de investigaci¨®n funcionan sin que el TNP pueda impedirlo.
En el pre¨¢mbulo del tratado se menciona tambi¨¦n que las partes firmantes se comprometen a conseguir el cese total de las pruebas nucleares; la realidad es que en estos 20 a?os se. han realizado nada menos que 969 explosiones (398 de la URSS, 379 de EE UU, 148 de Francia, 26 de China, 17 del Reino Unido y una de la India). Esta violaci¨®n del esp¨ªritu del TNP es, probablemente, la m¨¢s significativa, pues es sabido que, sin pruebas nucleares, es muy dificil modernizar los arsenales. Parar las explosiones nucleares es el medio m¨¢s eficaz para avanzar hacia un desarme nuclear. Sin embargo, tanto EE UU como el Reino Unido se oponen tajantemente a la firma de un tratado que proh¨ªba completamente este tipo de ensayos, hecho que probablemente centrar¨¢ buena parte de los debates de la reuni¨®n de Ginebra.
A pesar de los controles que se han instrumentado a trav¨¦s de la Agencia Internacional de Energ¨ªa At¨®mica (AIEA), el TNP no ha logrado frenar la llamada proliferaci¨®n horizontal, esto es, que cada vez haya m¨¢s pa¨ªses con un mayor dominio de la tecnolog¨ªa nuclear y de sus aplicaciones militares. Particularmente grave es la existencia de un grupo de pa¨ªses que no han querido firmar el TNP y que disponen ya de armas nucleares (Israel, Sur¨¢frica e India) o pueden tenerlas en breve plazo (Pakist¨¢n, Brasil, Argentina, Libia, Ir¨¢n, Irak, Taiwan y Corea del Norte). Seg¨²n algunos estudios, dentro de 10 a?os habr¨¢ unos 30 pa¨ªses que dominar¨¢n esta tecnolog¨ªa.
Puntos flacos
Uno de los puntos flacos del TNP es, justamente,-que no puede prohibir la cooperaci¨®n nuclear entre Estados que no han firmado el tratado; la conexi¨®n Israel-Sur¨¢frica es quiz¨¢ la m¨¢s significativa. Pero tampoco acaba de impedir que exista una importante transferencia de tecnolog¨ªa y componentes nucleares entre pa¨ªses firmantes y no firmantes. La legislaci¨®n que deber¨ªa controlarla no es suficientemente homog¨¦nea, restrictiva y punitiva. Por ello, la actitud m¨¢s sensata ser¨ªa la de prohibir cualquier tipo de exportaci¨®n hacia aquellos pa¨ªses que no han firmado el TNP, que habi¨¦ndolo firmado llevan a cabo programas sospechosos, o hacia pa¨ªses que est¨¢n en situaci¨®n b¨¦lica o en permanente tensi¨®n regional.
La preocupaci¨®n por el descontrol del comercio qu¨ªmico-nuclear se ha acentuado en los ¨²ltimos a?os ante el temor provocado por otro tipo de proliferaci¨®n: la de los misiles bal¨ªsticos de doble capacidad, capaces de transportar una carga nuclear o qu¨ªmica a cientos de kil¨®metros. Curiosamente, de los 11 pa¨ªses proliferadores nucleares que coment¨¢bamos al inicio, siete tienen ya en servicio misiles de un alcance superior a los 250 kil¨®metros, y los otros cuatro los tienen en fase de desarrollo. No es casual tampoco que 8 de los 11 figuren en la clasificaci¨®n de los 15 primeros pa¨ªses del Tercer Mundo importadores de armamento, mantengan porcentajes elevad¨ªsimos de gastos militares y tengan, en su mayor¨ªa, centenares de miles de hombres en sus ej¨¦rcitos. La conexi¨®n entre nuclearizaci¨®n y militarismo es evidente, con los riesgos que ello conlleva si se alimenta cualquiera de los dos ejes.
La reuni¨®n de Ginebra estar¨¢ sombreada por la amarga experiencia del conflicto iraqu¨ª. Sea cual sea el desenlace de este tremendo episodio, ha de servir de reflexi¨®n para avanzar hacia tres objetivos: reducir sustancialmente los arsenales nucleares actuales, impedir cualquier tipo de transferencia de armamento, material nuclear o qu¨ªmico-militar a pa¨ªses militarizados, y entender que estas medidas deber¨¢n ir seguidas de un cambio en profundidad de las pol¨ªticas de defensa y seguridad vigentes hasta ahora. La mala conciencia de haber creado pa¨ªses militarizados y nuclearizados, para beneficio de unas empresas e inter¨¦s hegem¨®nico de las superpotencias, no solucionar¨¢ el problema. La revisi¨®n del TNP ser¨¢ un indicador de si los Estados han aprendido la lecci¨®n de la qu¨ªmica iraqu¨ª. Y que nadie olvide que, si un maldito d¨ªa se produce la lecci¨®n nuclear, no habr¨¢ ex¨¢menes de septiembre.
es investigador sobre desarme del Centre Unesco de Catalu?a y miembro del CIP.
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