Odios sordos
Pol¨ªticos e intelectuales concluyen en Oslo, tras cuatro d¨ªas de debates, que el mundo va mal
El odio no goza de buena prensa, pero rara es la primera plana que no se le dedica. Est¨¢ siempre de lo que se llama rabiosa actualidad. Quiz¨¢ por eso los organizadores de la conferencia Anatom¨ªa del Odio pensaron que quienes se reunieran a debatir sobre el tema conven¨ªa que fuesen personas de fuste y nombrad¨ªa en los medios de comunicaci¨®n.El subt¨ªtulo de la conferencia rezaba: Resolviendo los con los mediante el di¨¢logo y la democracia. Bien pod¨ªa sospecharse en pol¨ªticos como Nelson Mandela o V¨¢elav Havel un especial inter¨¦s en que la resoluci¨®n de sus problemas se efect¨²e por ese camino.
Ya ven¨ªa a ser m¨¢s dudosa esa disposici¨®n a la tolerancia en otros participantes, y los hechos lo confirmaron a lo largo de las sesiones.
Elena Bonner, viuda de Andrej Saj¨¢rov, dej¨® claro desde el principio que "el odio nos ha sido dado por Dios" y, en consecuencia, acus¨® a la URSS de vender armas a Sadam Husein, pidi¨® apoyo de cualquier ¨ªndole para los armenios contra los azer¨ªes, llam¨® terrorista a Yassir Arafat e insisti¨® 50 veces en que en Occidente no sabemos nada de lo que hay que saber.
No parec¨ªan muy proclives a las contemporizaciones el disidente chino Li Lu y su correligionaria Chai Ling. Se hablara de lo que se hablase, ¨¦l ped¨ªa la palabra y se entregaba a variaciones sobre el tema: "Mi pa¨ªs es una inmensa celda (le odio. Al odio se le llama lucha de clases". Con el m¨¢s envidiable acento oxoniano, ella insist¨ªa en que "los soldados de Tienanmen se re¨ªan mientras asesinaban" y en que "el comunismo ha despose¨ªdo al pueblo chino de todo, menos del odio".
El momento estelar de Chal Ling lleg¨® sin embargo en el concierto de clausura, en presencia de V¨¢clav Havel y las autoridades noruegas: fr¨¢gil y modosita all¨¢ arriba en el escenario, salud¨® gracilmente agitando la manita, hizo sus imprecaciones y solt¨® exactas l¨¢grimas en el momento exacto. Los actores Audrey Hepburn y Gregory Peck -que interven¨ªan como presentadores del evento y como declamadores de textos del director Lukas Foss sobre Ana Frank y de Aaron Copland sobre Lincoln- contemplaban con mal reprimido estupor las dotes esc¨¦nicas de la jovencita.
Sionismo
La representaci¨®n de nombres jud¨ªos era copiosa. Hab¨ªan acudido, por parte ¨¢rabe, el periodista palestino Hanna Siniora y el presidente de la Liga de Derechos Humanos de T¨²nez, Monsef Marsuki. Pero el lobby de Tel Aviv era apabullante. Ida Nudel, israel¨ª de origen sovi¨¦tico, dijo no odiar a nadie, pero lanz¨® un discurso contra la URSS, trufado de denuncias contra el KGB: aunque por supuesto se hizo notar menos que Elena Bonner, que aprovechaba toda ocasi¨®n para decir que Occidente no se enteraba de que la URSS ya no exist¨ªa desde la proclamaci¨®n de independencia de Lituania, y que Armenia no utiliza la violencia. ShIorno Avineri, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusal¨¦n, se declar¨® proclive a la existencia de un estado palestino, pero exigi¨® elecciones libres en los pa¨ªses ¨¢rabes: a lo que el palestino Hanna Siniora replic¨® que ser¨ªa buena idea que Israel las permitiese en los territorios ocupados.
Lo sionista, se mencionara o no, era como la sombra que acompa?aba cualquier adem¨¢n en la conferencia. Incluso Nelson Mandela, que pronunci¨® un discurso de esos que se denominan de estadista, se vio obligado a tocar el tema, y conden¨® sin reparos la represi¨®n en los territorios ocupados. "Si eso es sionismo", dijo, "nos oponemos a ello de forma inequ¨ªvoca".
El gran protagonista
Nelson Mandela fue el gran protagonista de la conferencia. Hay una rotunda coherencia entre su pensamiento y su porte f¨ªsico: sigue gastando trajes azul oscuro, de viejo corte, y manteniendo posturas indoblegables ante el apartheid; aunque deferente en todo momento con la prensa y los asistentes, no se recat¨® en dejar claro que hay asuntos a los cuales, mejor que la publicidad, les sienta el trato secreto.
El presidente de Checoeslovaquia, el autor teatral V¨¢clav Havel, dej¨® tambi¨¦n una buena impresi¨®n, aunque ya tra¨ªa inmejorable cartel. El discurso que pronunci¨® era evidente que lo hab¨ªa escrito ¨¦l mismo: una reflexi¨®n sobre el odio como enfermedad moral que, del individuo, pasa a formar parte de grupos de odiadores.
El presidente franc¨¦s, Frangois M¨ªtterrand, y su ministro de Cultura, Jack Lang, perpetraron parlamentos empalagosos y vacuos, pre?ados de ret¨®rica y citas culturelles, y se les llenaba la boca con la f¨®rmula m¨¢gica: L`Europe.
El economista J X Galbraith apunt¨® el temor de que en los pa¨ªses del Este europeo se derive hacia un capitalismo descarnado, inspirado en el ultraliberalismo de un Milton Friedman, y se caiga en un desprecio de los servicios sociales y seguros de paro "gracias a los que el sistema capitalista ha podido so brevivir".
Hubo toneladas de buenos deseos, palabrer¨ªa, disputas e imputaciones, verdades como pu?os y pu?os como verdades. Hubo menos anatom¨ªa que anatemas. Las figuras de la alta pol¨ªtica y de la intelectualidad mundial acordaron formar comit¨¦s y volverse a ver.
Gordimer: "No tengo lealtad a mi raza"
Nadine Gordimer es la escritora surafricana m¨¢s representativa de las posturas antiapartheid. Hoy contempla con esperanza y lucidez el momento de su pa¨ªs, inmerso en un proceso de negociaciones entre el Gobierno y la oposici¨®n. "Soy blanca", se?ala, "pero no tengo lealtad alguna a mi raza. El pueblo surafricano es mi pueblo. Es gente que tiene la posibilidad de vivir juntos. Necesitamos pol¨ªticos que alimenten esa posibilidad".Mandela es el m¨¢s calificado. "El d¨ªa que le soltaron", rememora la autora de Hay algo ah¨ª afuera, "yo estuve pegada a la tele, como todo el pa¨ªs. Mi primer sentimiento al verle fue: 'Dios, qu¨¦ viejo est¨¢'. Pero luego vi su prestancia, su determinaci¨®n".
Es clara en sus juicios: "Lo cierto es que, pese a los motivos que les han dado, el odio ha sido raro entre la poblaci¨®n negra. ?Cu¨¢ntos blancos han sido asesinados, a fin de cuentas? En cambio, desde 1960 las v¨ªctimas negras son incontables. Vamos a here dar la costumbre de la violencia. Necesitamos tolerancia. Y tiempo, para ver a la gente como personas, y no su color".
No cree que entre los blancos predomIne el p¨¢nico. "Hay unas 70 organizaciones extremistas, con repugnantes banderas con sv¨¢sticas. Pero son de poca importancia. El sentimiento de la mayor¨ªa de los blancos es el temor, y algo como lo del Il Gatopardo: cambiemos pronto, para que nuestras vidas no se vean obligadas a cambiar demasiado. Eso, y una sensaci¨®n de temor, porque hay que cambiar antes de que ocurra una posible venganza negra".
Babelia
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