La anexi¨®n de Kuwait no causar¨¢ una crisis econ¨®mica mundial
A pesar del nerviosismo en los mercados mundiales de valores, el impacto econ¨®mico de la anexi¨®n de Kuwait por parte de Irak y el embargo del presidente Bush ser¨¢ bastante leve en Europa, Jap¨®n y EE UU. Si Arabia Saud¨ª y los pa¨ªses de la Organizaci¨®n de Pa¨ªses Exportadores de Petr¨®leo (OPEP) cumplen, como han acordado, su compromiso de extraer m¨¢s petr¨®leo para cubrir la producci¨®n perdida en Irak y Kuwait, la conmoci¨®n econ¨®mica por la ca¨ªda de Kuwait en manos de Sadam Huse1n queda atr¨¢s. En ese caso, los precios del petr¨®leo han podido alcanzar su m¨¢ximo.En cuanto a magnitud, la actual crisis del petr¨®leo es mucho m¨¢s peque?a que cualquiera de las dos primeras, con amplia repercusi¨®n mundial, ocurridas en 1973-1974 y 1979-1980. En Occidente, el petr¨®leo tiene menor importancia de la que sol¨ªa tener, pues se utiliza mucho menos por unidad de producto interior bruto (PIB) que en el pasado. Adem¨¢s, este incremento de precio ha comenzado de una base muy baja. Antes de los recientes acontecimientos en Oriente Pr¨®ximo, los precios de la energ¨ªa, en t¨¦rminos reales, estaban donde se encontraban antes de la primera crisis de la OPEP. Adem¨¢s, toda superpotencia econ¨®mica tiene grandes reservas estrat¨¦gicas que podr¨ªan utilizarse en caso necesario.
Los grandes efectos econ¨®micos deben buscarse en otras partes del mundo. Las econom¨ªas importadoras de petr¨®leo ya d¨¦biles y deterioradas de Am¨¦rica Latina y ?frica se empobrecer¨¢n con mayor rapidez. La Uni¨®n Sovi¨¦tica se beneficiar¨¢, ya que ha comenzado a vender su petr¨®leo en monedas fuertes y a los precios mundiales. Por el contrario, los otros pa¨ªses de Europa del Este perder¨¢n los suministros de petr¨®leo barato y en monedas d¨¦biles. La transici¨®n de una planificaci¨®n centralizada a la econom¨ªa de mercado ser¨¢ mucho m¨¢s f¨¢cil en la URSS y m¨¢s dura en Polonia y en Rumania. Pero aun en estos casos no deber¨ªan exagerarse los efectos.
Las crisis del petr¨®leo tiene dos efectos b¨¢sicos. A medida que los precios del petr¨®leo suben, la inflaci¨®n se acelera y la econom¨ªa se desacelera. Se eliminan compras menos importantes para pagar otras facturas fundamentales como la de la cale facci¨®n, el aire acondicionado, la gasolina y otros gastos de energ¨ªa. La dimensi¨®n del incremento inflacionista depende del uso que hace un pa¨ªs de la energ¨ªa y en qu¨¦ proporci¨®n ¨¦sta proviene del petr¨®leo. Jap¨®n y la mayor parte de Europa dependen m¨¢s del petr¨®leo para la energ¨ªa que EE UU, sin embargo, utilizan menos energ¨ªa por unidad de PIB que en Norteam¨¦rica. Si se unen las dos dependencias diferentes, las crisis inflacionistas ser¨¢n similares en Jap¨®n, Europa y Estados Unidos.
Puntos de partida
No obstante, aunque los efectos marginales son semejantes, los puntos de partida son muy diferentes. En los ¨²ltimos 12 meses, los precios al consumidor subieron un 2,2% en Jap¨®n, 2,4% en Alemania y 4,7% en EE UU. Comenzando de una base mucho m¨¢s baja, tanto Alemania como Jap¨®n pueden absorber m¨¢s f¨¢cilmente un poco de la inflaci¨®n debida al petr¨®leo. (Sin embargo, Alemania Occidental ya est¨¢ reduciendo sus reservas para absorber a Alemania del Este, y puede esperarse un aumento de la inflaci¨®n, incluso sin una subida del precio del petr¨®leo). Como resultado, probablemente los efectos inflacionistas ser¨¢n menores en Jap¨®n, y, a no ser que el valor del yen suba, los productos japoneses tendr¨¢n un precio todav¨ªa m¨¢s competitivo.
El segundo efecto, el ritmo de la econom¨ªa se hace m¨¢s lento, tambi¨¦n depende de la utilizaci¨®n del petr¨®leo con respecto al PIB y cu¨¢nto se importa. Si hay una producci¨®n propia de petr¨®leo, los precios m¨¢s altos hacen que la renta interna pase, por ejemplo, de un norteamericano (el consumidor) a otro norteamericano (el productor). De todos modos, no disminuye el poder adquisitivo norteamericano total. Sin embargo, unos precios m¨¢s altos para el petr¨®leo importado hacen que la renta pase de los consumidores norteamericanos a los productores extranjeros. Entonces, el poder adquisitivo norteamericano desciende. Precios m¨¢s altos del petr¨®leo importado significan, esencialmente, impuestos m¨¢s elevados que se deben pagar a un Gobierno extranjero. Como Jap¨®n y Europa importan m¨¢s petr¨®leo que EE UU, pero utilizan menos por unidad de PIB, los efectos globales de los incrementos en los precios del petr¨®leo marginal pueden ser muy semejantes. Pero nuevamente, como los puntos de partida son muy distintos, incluso una peque?a crisis en el precio del petr¨®leo podr¨ªa llevar a EE UU a una recesi¨®n, mientras que tendr¨ªa un impacto mucho menor en Jap¨®n y Europa.
En el ¨²ltimo trimestre, la econom¨ªa norteamericana creci¨® a un ritmo anual del 1,2%, mientras Jap¨®n crec¨ªa al 10,4% y Alemania lo hac¨ªa a¨²n m¨¢s r¨¢pido, a un 14,11%. En un Jap¨®n y una Alemania en expansi¨®n no se notar¨ªa que el ritmo econ¨®mico se hiciera m¨¢s lento. En EE UU, un crecimiento del 1,2% anual en el segundo trimestre demostr¨® realmente una mayor debilidad de la que pod¨ªa indicar un primer c¨¢lculo. Si las empresas no hubieran amontonado productos no vendidos como existencias, el PIB hubiera descendido.
Debilidad financiera
Har¨ªa falta mucho menos que una crisis para provocar una recesi¨®n en EE UU. Por la debilidad de su sistema financiero -quiebra de las cajas de ahorro, falta de cumplimiento con los bonos basura, crisis en la deuda del Tercer Mundo, problemas inmobiliarios en la banca comercial,- m¨¢s quiebras empresariales debido al gran endeudamiento ocasionado por la guerra de fusiones y adquisiciones-, Nortearn¨¦rica no puede permitirse una recesi¨®n. Como resultado, el presidente de la reserva federal, Alan Greenspan, diga lo que diga, va a esforzarse en bajar los tipos de inter¨¦s para evitar la recesi¨®n, y no en subir los tipos de inter¨¦s para evitar la inflaci¨®n. En este empe?o, se ver¨¢ ayudado por las ¨®rdenes para suministros que indudablemente solicitar¨¢n los militares norteamericanos para apoyar las operaciones en Oriente Pr¨®ximo.
Probablemente, los bancos emisores de Alemania y Jap¨®n har¨¢n lo opuesto: elevar los tipos de inter¨¦s para detener la inflaci¨®n. Por tanto, los mayores efectos a causa de los hechos de Oriente Pr¨®ximo surgir¨¢n de las diferentes pol¨ªticas relativas a los tipos de inter¨¦s adoptadas por EE UU, Alemania y Jap¨®n. Unos tipos de inter¨¦s m¨¢s bajos en EE UU con respecto a Alemania y Jap¨®n har¨¢n descender el valor del d¨®lar y elevar el del yen y el del marco alem¨¢n. Un mayor valor del yen y del marco alem¨¢n compensar¨¢ levemente la presi¨®n inflacionista en Alemania y en Jap¨®n, porque las Importaciones costar¨¢n menos. Un valor del d¨®lar m¨¢s bajo desequilibrar¨¢ la presi¨®n inflacionista en EE UU, porque las importaciones costar¨¢n m¨¢s.
La raz¨®n econ¨®mica para rechazar la conquista iraqu¨ª de Kuwait no reside en lo que podr¨ªa hacer Bagdad si se queda en posesi¨®n de ese reino del desierto. El mundo podr¨ªa arregl¨¢rselas con un Irak hostil que controlara el 20% de las reservas conocidas de petr¨®leo. Sin embargo, si ese 20% se sumara al 25% de Arabia Saud¨ª, la historia ser¨ªa diferente. Un ¨²nico monopolizador podr¨ªa controlar efectivamente los suministros mundiales de petr¨®leo de una manera en que la actual OPEP, dividida, no podr¨ªa hacerlo. Aparte de esto, Occidente no se enfrenta a una crisis econ¨®mica inminente.
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