La Europa del acero tras la ca¨ªda del tel¨®n
El autor analiza la situaci¨®n de la industria europea del acero ante la inminencia del Mercado ¨²nico y las repercusiones que en su futuro ha de tener la apertura de las econom¨ªas del Este. Su criterio es que si el acero producido en esos pa¨ªses no se utiliza en la reconstrucci¨®n de infraestructuras, acabar¨¢ llegando al Oeste, por lo que habr¨¢ que afrontar inevitablemente una serie de problemas.
Su inversi¨®n en investigaci¨®n y desarrollo (I+D) resulta claramente inadecuada; sus dividendos son menores que los de sus competidores de otras latitudes. Pero, as¨ª y todo, las industrias europeas del acero -despu¨¦s de un periodo de declive en el consumo y en la producci¨®n, que en 1974 condujo a dolorosas medidas de ajuste estructural- registraron en el a?o 1989 unos beneficios excepcionalmente altos.Pese a ello, sobre su horizonte m¨¢s o menos inmediato gravita una serie de problemas que habr¨¢ que afrontar inevitablemente. Es el caso, por ejemplo, de la continua presi¨®n de precios y costes, que reclama quiz¨¢ una nueva reestructuraci¨®n; o la apertura al Este, con su secuela de oportunidades y de riesgos; o la inestabilidad que a corto y medio plazo producir¨¢ la introducci¨®n de nuevas tecnolog¨ªas; o la presi¨®n de las empresas japonesas del sector en la competencia internacional; o ese cambio observable en las estrategias de actuaci¨®n, orientadas ya no tanto a los fabricantes, como hasta ahora, sino directamente al cliente; o, en fin, la creciente polarizaci¨®n del mercado del acero.
Especialmente relevante para el acero de la Europa comunitaria resultar¨¢ sin duda el nuevo rumbo de los pa¨ªses del Este, del que habr¨¢ de beneficiarse de alg¨²n modo, aunque implicar¨¢ riesgos, como una m¨¢s que probable inestabilidad de precios. Aun en el marco del previsible y deseable desarrollo de esas econom¨ªas, es de esperar que el ritmo de crecimiento de sus industrias del acero sea m¨¢s. lento que el de su PNB, lo que les obligar¨¢ a abordar una reestructuraci¨®n similar a la acometida a este lado del tel¨®n de acero a finales de los setenta y comienzos de los ochenta. Lo que no est¨¢ claro todav¨ªa es hasta qu¨¦ punto pueden las compa?¨ªas occidentales controlar ese proceso. Lo cierto es que antes o despu¨¦s las industrias del Este deber¨¢n plantear su modernizaci¨®n y un ajuste a la baja de su producci¨®n, aunque bueno ser¨ªa que en ello no caigan en el mismo error que antes cometi¨® Occidente, concentr¨¢ndose en la mera producci¨®n.
Hacia un mercado global
As¨ª las cosas, y mientras los japoneses se despliegan en viaje de adquisiciones por Estados Unidos, las dos compa?¨ªas europeas m¨¢s activas en el sector -Usinor Sacilor y British Steel- est¨¢n tomando una velocidad impresionante, no s¨®lo en lo que toca a la producci¨®n, sino como gestores de una integraci¨®n en el comercio del acero, con el fin de aumentar su propio poder de distribuci¨®n en el marco del mercado interno europeo, mediante una proximidad log¨ªstica al cliente.
En un contexto en el que, al menos en lo relativo a fabricaci¨®n, la industria del acero se ha convertido en un negocio de dimensi¨®n mundial, Usinor Sacilor ha adquirido el 70% de la alemana Saarstahl, ha construido con otras empresas un tren de laminaci¨®n en fr¨ªo en Turqu¨ªa y ha tomado una participaci¨®n en la italiana Alessio Tubi. Otras operaciones, como los intentos de adquirir Jones & Laughlen (una de las m¨¢s importantes firmas norteamericanas de acero inoxidable) y de participar al 50% en la tambi¨¦n norteamericana Georgetown Steel, demuestran una estrategia supracontinental y confirman que la m¨¢s din¨¢mica y se?era empresa europea no est¨¢ dispuesta a abandonar el mercado americano sin lucha en manos de los japoneses.
La British Steel, por su parte, defiende tambi¨¦n su cuota de mercado con la reciente adquisici¨®n (junto con Banesto) de la espa?ola Aristr¨¢in, de la alemana Kl?ckner Mannstaedt y del mayor accionista internacional del sector, Walker & Sons. Gestos, en fin, que son probablemente los proleg¨®menos de una fase de expansi¨®n m¨¢s all¨¢ de las fronteras europeas.
Los alemanes, sin embargo, mantienen a¨²n grandes reservas en cuanto al establecimiento de alianzas estrat¨¦gicas nacionales e internacionales. La industria germana se ha apoyado por lo general -y con fortuna hasta ahora- en la diversificaci¨®n de los procesos; pero cabe cuestionarse la validez de estos criterios conservadores en las nuevas coordenadas en las que se desenvuelve el comercio del acero. Unas coordenadas que, en realidad, se ajustan a las tendencias de europeizaci¨®n y globalizaci¨®n de los propios compradores. Como paradigma de esta internacionalizaci¨®n sin precedentes, capaz de trastocar las reglas del juego, cabe citar la industria del motor. Empresas como la Ford o la General Motors imponen y otorgan ya sus propias calificaciones de calidad, gesti¨®n y organizaci¨®n... y exigen servicios crecientes (en cuanto a log¨ªstica y puntualidad en las entregas, por ejemplo), lo que obliga a contar con una red telem¨¢tica entre proveedores y clientes.
Tendencia Norte-Sur
Son factores, en suma, que apuntan hacia un obligado proceso de racionalizaci¨®n, que provocar¨¢ a su vez la necesidad de reubicar instalaciones (traslad¨¢ndolas a pa¨ªses con menores costes sociales), al cierre de algunas de ellas, o a la centralizaci¨®n de otras anteriormente situadas por raz¨®n de su mera posici¨®n geogr¨¢fica (tendencia Norte-Sur).
Como consecuencia asimismo de la imposici¨®n de est¨¢ndares y normas de seguridad, ser¨¢ preciso reducir la gama de productos, europeizar los sistemas log¨ªsticos (centralizando las existencias de piezas de repuesto) e incrementar el empleo de personal de otros pa¨ªses de la CE.
La industria europea del acero encara, pues, una d¨¦cada marcada por la reorganizaci¨®n y una acusada concentraci¨®n. ?sa es al menos la tendencia dominante (seg¨²n cifras oficiales, el n¨²mero total de empresas cay¨® de 4.689 en el a?o 1970 a 4.231 en 1988), aunque no uniforme. De nuevo surgen aqu¨ª las diferencias Norte-Sur. Mientras pa¨ªses como Alemania, Austria, Reino Unido y B¨¦lgica registran una disminuci¨®n considerable, en el periodo se?alado Espa?a e Italia experimentan un aumento (de 200 y 215, respectivamente) en el n¨²mero de empresas del sector.
En resumidas cuentas, la expansi¨®n de la econom¨ªa europea ha provocado un movimiento en el mercado del acero que nadie habr¨ªa cre¨ªdo posible hace algunos a?os. Los estudios realizados por nuestra compa?¨ªa en este sentido apuntan hacia un horizonte de concentraci¨®n y polarizaci¨®n del mercado, firmemente asentado adem¨¢s durante este decenio sobre un crecimiento sin sobresaltos en las industrias compradoras, como son las de automoci¨®n, maquinaria y construcci¨®n.
Para las grandes y medianas empresas pintan buenos augurios, en definitiva, aunque -eso s¨ª-, tanto en el plano del abastecimiento como en el de la producci¨®n, habr¨¢ que contar con los cambios que se vayan operando en las econom¨ªas del Este. Y es que hay que pensar que, si el acero producido en esos pa¨ªses no se utiliza en la reconstrucci¨®n de sus infraestructuras, antes o despu¨¦s acabar¨¢ llegando al Oeste. En econom¨ªa cualquier variable y cualquier suceso puede leerse a cara y cruz: en t¨¦rminos de riesgos y, al tiempo, de oportunidades. Pero, hablando de la Europa del acero, justo tras la ca¨ªda del tel¨®n de acero, cabe mirar y virar el futuro en positivo.
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