Fuenlabrada, fin de trayecto
La xenofobia no parece existir en esta ciudad dormitorio de 150.000 habitantes donde en la madrugada del domingo muri¨® apaleado el polaco Marek GoizewskiLa mayor¨ªa de la poblaci¨®n no ha cumplido los 38 a?os
El emigrante polaco Marek Goizewski, de 23 a?os, muri¨® en la madrugada del domingo tras ser apaleado por un grupo de habitantes de Fuenlabrada. Sus compa?eros, tambi¨¦n polacos, tuvieron m¨¢s suerte, ya que lograron huir de sus agresores, que, armados con palos, salieron del pub Disco-Sur, origen de la reyerta. "Pienso que se trata de un tema t¨ªpico decopas", dice Miguel ?lvarez, concejal de seguridad y personal. En efecto, no hay evidente xenofobia en esta ciudad dormitorio de 150.000 habitantes, de la que pr¨¢cticamente nadie es originario.
No es un buen sitio para morir, aunque ¨¦l polaco Marek Goizewski, de 23 a?os, apaleado a las cuatro de la madrugada del domingo por ciudadanos aparentemente normales, no tuvo tiempo para pensarlo. Mientras sus tres compatriotas escapaban, y con los agresores corriendo a sus espaldas, debi¨® subir la empinada calle de Suecia sin reparar en lo impropio de un nombre tan as¨¦ptico para un lugar tan s¨®rdido. Cay¨® en la llamada meseta de la calle de Londres, cerca del piso que ocupaba con otros siete como ¨¦l, clandestinos que intentan hacerse un sitio aqu¨ª y acceder a lo que en su pa¨ªs parece un sue?o: algo de dinero, unos t¨¦janos, copas en un bar. Fue en uno de estos locales en donde empez¨® todo, en el pub Disco-Sur. Una bronca, una persecuci¨®n; los del bar, que regresan y se arman con palos para seguir la caza. A los polacos que se salvaron de la escabechina, detenidos junto con nueve de los supuestos agresores, les incautaron dos navajas.El due?o, el encargado, el pinchadiscos, el guardia de seguridad, algunos clientes: dicen que se convirtieron en una jaur¨ªa. "Pero esto no es habitual en Fuenlabrada. Pienso que se trata de un tema t¨ªpico de copas", dice Miguel ?lvarez. En efecto, no hay evidente xenofobia en esta ciudad-dormitorio de 150.000 habitantes, situada a 18 kil¨®metros de Madrid. Un n¨²cleo social a¨²n sin fijar, que no puede negar la acogida al extranjero -adem¨¢s de polacos viven africanos, chinos, suramericanos, indios- porque a¨²n se siente extra?o, entre moles de pisos que han crecido desordenadas, calles que parecen descampados, y espacios abiertos que parecen hechos para desorientarse.
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Vivir y morir en Fuenlabrada
Viene de la p¨¢gina 1A Fuenlabrada, que en 1973 no ten¨ªa ni 10.000 habitantes, sigue llegando gente, sobre todo matrimonios j¨®venes en busca de un piso barato. No es un sitio f¨¢cil tampoco para vivir. "Cuando est¨¢n aqu¨ª empiezan los problemas. Los maridos tienen que levantarse muy pronto para ir al trabajo y regresan tarde. Ellas se quedan solas todo el d¨ªa, aguantando la carga, los hijos", dice la concejal de Servicios Sociales, Lucila Corral "Aqu¨ª las mujeres no trabajan s¨®lo el 20%. Y no es f¨¢cil la relaci¨®n social".
Quiz¨¢ por eso las mujeres a menudo son v¨ªctimas de arranques paranoides: como cuando creen que en los colegios roban ni?os o que la ciudad est¨¢ llena de jeringuillas. Ello da como resultado una excelente colaboraci¨®n con la polic¨ªa. "La mayo: parte de la gente que detenemos es porque los vecinos nos avisan", cuenta Miguel ?lvarez. "Anoche mismo me telefone¨® una se?ora y me dijo que en el aparcamiento situado delante de su casa hab¨ªa un tipo sospechoso que parec¨ªa dispuesto a robar. Poco despu¨¦s llam¨® para decirme que hab¨ªa cogido un Renault y hab¨ªa arrancado Lo perseguimos", sonr¨ªe, "y result¨® que era el due?o. Sin embargo, prefiero que act¨²en as¨ª porque casi siempre aciertan".
Mal ambiente
A los que mataron a Marek -que en su pueblo polaco, Malvork, deja esposa e hijo de cuatro a?os- tambi¨¦n los denunciaron testigos presenciales que luego no quisieron dar su nombre: "No, a m¨ª no me metan, que hay mucha mafia por ah¨ª abajo [refiri¨¦ndose a Disco-Sur], y yo soy una mujer sola". "Yo nunca tomo a clientes que vayan all¨ª", comenta un taxista que usa mampara protectora. Y empleados del taller mec¨¢nico ante el que apalearon al muchacho confirman: "Hay mal ambiente en esa zona. En cuando a los polacos, por aqu¨ª hay muchos, son vecinos nuestros, no se meten con nadie". Las adolescentes tambi¨¦n les defienden. "Tienen mucho ¨¦xito", confirma Lucila Corral, la concejal. Seguramente porque son rubios y de ojos azules, guapos. Estos d¨ªas han rondado cerca del domicilio de Marek muchachas que quer¨ªan saber si el polaco muerto "era el suyo". Aquel con el que han salido o se han encontrado en el Katakrack, punto de reuni¨®n de la juventud al atardecer.
Durante los primeros d¨ªas Marek no tuvo rostro: era ¨¦l, pero pod¨ªa ser todos. Sin embargo, otros le recordaban. En el pub S¨¢ndalo, donde estuvo antes de la pelea bebiendo cerveza con los otros tres pac¨ªficamente. En el mismo Katakrack, adonde iba con frecuencia: "Era el alto, moreno, delgado. El que ten¨ªa bigote". A la puerta de Katakrack, un grupo de polacos rubios y atractivos conversan con muchachas de Fuenlabrada. No quieren fotos, y si las aceptan se tapan la cara. Temen perder sus trabajos clandestinos, que les devuelvan a su pa¨ªs. "Y usted sabe c¨®mo est¨¢n de mal las cosas all¨ª para que j¨®venes como nosotros se desenvuelvan".
Nadie sabe a¨²n qui¨¦n propin¨® el garrotazo de gracia. Tampoco importa mucho, salvo a efectos legales. Lo cierto es que todos los agresores regresaron esa madrugada a sus casas, se metieron en la cama, durmieron, se entregaron a la rutina del domingo, y el lunes fueron a trabajar como si nada. Hasta que les detuvieron y entonces llegaron las sorpresas. "?Maxi; el due?o de Disco-Sur? Imposible, una buena persona, todos le conocemos". "?Antonio, el Chino, el vigilante? Un buen chaval, profesor de k¨¢rate en el gimnasio Tanave. Incapaz de meterse en una bronca, ¨¦l todo lo arregla con psicolog¨ªa".
"Aqu¨ª nos tienen mucha envidia, incluso en el barrio", dice Carmen de la Hoz, esposa de M¨¢ximo, el due?o de Disco-Sur. Mantiene entreabierta la puerta del piso del paseo Nacional, y al fondo se ve el comedor, repleto de dorados. "Los estaba limpiando, porque en algo me tengo que entretener. Claro que no me cunde. Ayer lav¨¦ la colcha y se cal¨®, y el vecino de abajo protest¨®. Las desgracias nunca vienen solas. Pero la verdad se aclarar¨¢, porque s¨®lo tiene un camino, y las mentiras tienen las piernas gordas. Alguien ha acusado a mi marido porque tiene el bar, el taller de reparaciones, empleados y otra tienda, y porque no nos falta de nada y disfrutamos de vacaciones, que este a?o acabamos de llegar de La Toja y de Benidorm". Carmen es Una mujer de treinta y tantos, regordeta, con una bata de flores y el pelo en desorden: "No tengo ¨¢nimo para ir a la peluquer¨ªa" Carlos, su hijo, de 13 a?os, se ata las bambas sentado en el parqu¨¦. El otro, David, est¨¢ en el colegio haciendo recuperaci¨®n. Este a?o van a ponerlos a los dos en el Gri?¨®n, que es un colegio bueno.
Su marido, detenido por encabezar la expedici¨®n de castigo, regres¨® a casa, seg¨²n ella, a las siete, "porque en el bar hab¨ªa habido m¨¢s gente que nunca", y se ech¨® a dormir. "Durmi¨® hasta las dos, luego nos fuimos a comer al restaurante y a tomar caf¨¦ y una copa al Tiroliro, que son amigos. Coment¨® que unos se?ores extranjeros hab¨ªan entrado armando jaleo y que los ech¨®. Es lo que ten¨ªa que hacer, ?no? Llegaron borrachos y drogados. Si luego al polaco lo encontraron muerto ?qu¨¦ tiene mi marido que ver?" Cuando lo detuvieron, el lunes, estaba en el taller de reparaci¨®n de frigor¨ªficos. Antes pas¨® por casa para quitarse el traje de faena y ponerse una camisa.
Gente trabajadora
Excepto los testigos del crimen, que llamaron a la polic¨ªa, la gente de Fuenlabrada se enter¨® por los peri¨®dicos y por la televisi¨®n, omnipresente. "No vaya usted a llevarse una mala impresi¨®n de esta ciudad por eso", insisten. "Aqu¨ª somos gente traba . adora que no nos metemos con nadie".
"El nivel adquisitivo es bastante alto", informa el concejal de Seguridad. "Se ha acabado ya con el endeudamiento por el piso, y ahora hay de otro tipo, m¨¢s gratuito. Cada a?o se retiran 600 o 700 coches abandonados. Eso quiere decir algo". Hay cines, discotecas, bares -much¨ªsimos-, recreativos, cinco bibliotecas, y un inter¨¦s por parte de las autoridades en fomentar las zonas deportivas, las actividades culturales. La mayor¨ªa de la poblaci¨®n es joven: unos 45.000 de 25 a 38 a?os, otros tantos de d¨ªas a 15 a?os, y menos de 3.000 ancianos. "El problema ser¨¢ cuando los ni?os crezcan, aunque esperamos que siga el ritmo de desarrollo industrial y econ¨®mico y que mejoren las alternativas sociales", comentan ambos ediles.
"?ste es el trabajo m¨¢s dif¨ªcil que he tenido", dice el comisario Oliva, 30 a?os en el cuerpo y cinco meses en Fuenlabrada. Un hombre comunicativo, el comisario, que sobrevivi¨® a un atentado de Terra Lliure en su anterior destino, en Igualada. "Ver¨¢, es que Fuenlabrada es un sitio muy complejo, en el que resulta dif¨ªcil hacer las cosas al gusto de todos. Los ciudadanos tienen sus derechos, pero los delincuentes tambi¨¦n, y eso no siempre se entiende
Dificil para vivir, mal sitio para morir. En donde cay¨® Marek patinan ahora unas ni?as, y a trav¨¦s de las ventanas del piso en que viv¨ªa, enrejadas, se distingue un interior oscuro. En la estrecha terraza se apretujan mochilas, sacos de dormir, toallas y una estufa en desuso.
Las cr¨ªas de barrio comentan: "Nosotras nunca nos fiamos, pero, como dice mi madre, eso no es motivo para matarlos".
Madrid, a s¨®lo 27 minutos gracias a los nuevos trenes, puede parecer a veces tan lejano de Polonia como Fuenlabrada.
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