Do?ana y Europa
El suplemento de este mismo papel inform¨® hace pocas semanas de la reprimenda de la CCE (especie de Ejecutivo de la Europa comunitaria) al Gobierno espa?ol por su desatenci¨®n manifiesta hacia el parque de Do?ana. Europa entiende que el uso que se hace del entorno del parque pone en peligro el mismo parque, su pervivencia, punto de vista que compartimos muchos espa?oles. Otros, en cambio, con esa arrogancia racial poco acorde con el mundo en que vivimos, se preguntan: ?con que raz¨®n nos llaman al orden estos soplafuelles? ?Qui¨¦n les ha dado vela en este entierro? ?Qui¨¦n es el se?or Ripa di Meana para decirnos lo que debemos y no debemos hacer en este asunto? El se?or Ripa di Meana es el comisario (ministro) europeo para el medio ambiente, y su deber es obligar a Espa?a a cumplir unas normas que previamente acept¨® respecto a la conservaci¨®n de aves silvestres. Europa, pues, nada dir¨ªa si Espa?a no hubiera propuesto a Do?ana como zona de protecci¨®n especial dentro del programa comunitario. Por otra parte, lo ¨²nico que ha hecho hasta el momento este se?or es emplazar a nuestro Gobierno para que en un plazo prudencial haga el pliego de descargos que estime razonable, reserv¨¢ndose el derecho de meternos en cintura si los motivos que se aleguen no le parecen de recibo. De momento, al se?or comisario le molestan especialmente dos tipos de problemas de muy distinta entidad y que quiz¨¢ no deber¨ªa haber mezclado en su emplazamiento. Los primeros, de perfil muy concreto, pr¨¢cticamente de orden p¨²blico, se refieren a temas como el furtivismo en la caza y la pesca ilegal de cangrejos en el parque. Los segundos, que a mi juicio constituyen el meollo de su queja, ata?en a la estrategia y planificaci¨®n con vistas al desarrollo de la comarca, problemas complejos que afectan a diversos sectores. A mi entender, los verdaderos problemas del parque son ¨¦stos, los que amenazan a la misma existencia de Do?ana, supuesto que los primeros son cuestiones de vigilancia y endurecimiento de sanciones, medidas que nuestra Administraci¨®n debe poner en pr¨¢ctica sin mayor demora. Esto es, no los considero problemas; la respuesta a este aspecto del requerimiento no debe quitarnos el sue?o.El verdadero nudo de la cuesti¨®n estriba, pues, en la planificaci¨®n de los alrededores del parque. El plan de riego Almonte-Marismas y las urbanizaciones tur¨ªsticas en el sector, concretamente Matalasca?as, ya est¨¢n ah¨ª y han nacido con el visto bueno, cuando no aupados, por la propia Administraci¨®n. El se?or Ripa di Meana no nos dice nada nuevo a los espa?oles, puesto que la conservaci¨®n del medio :ambiente es la aspiraci¨®n universal del momento. La salud de Do?ana, la salud ambiental se sobrentiende, peligra con los regad¨ªos, extracciones de agua del subsuelo, uso de fertilizantes y pesticidas y la aglomeraci¨®n humana en los aleda?os. En la playa de Matalasca?as lleg¨® a prohibirse el ba?o el a?o pasado por su peligrosidad, ya que la contaminaci¨®n del mar hab¨ªa llegado a extremos de verdadero riesgo. El se?or Ripa di Meana tiene la delicadeza de no mencionar este extremo en su rapapolvo, a pesar de ser no s¨®lo manifiesto, sino de una gravedad extrema. Hasta hoy nuestras respuestas a las quejas comunitarias han sido vagas, promesas de remiendos y parcheos para ir tirando. La actitud espa?ola de caminar por el filo de la navaja y no reaccionar hasta que se produzca la hecatombe ha sido la norma de conducta seguida hasta el d¨ªa. T¨¢ctica arriesgada, evidentemente. "Creemos que nada le va a ocurrir a Do?ana, pero, si observamos que se produce deterioro en el parque, ya daremos marcha atr¨¢s". He aqu¨ª, en s¨ªntesis, nuestra tradicional postura. Pero Europa, con muy buen sentido, exige mayores garant¨ªas. Exige no comprometer la reserva, persuadida de que hay da?os irreversibles, de que en cuestiones ecol¨®gicas no siempre es posible recular. El requerimiento es taxativo: "El hecho de que hasta el momento no se haya producido un da?o importante [se refiere, claro est¨¢, a Do?ana] no es ¨®bice para aplicar el art¨ªculo cuarto de nuestro reglamento [sobre conservaci¨®n de las aves], cuyo fin es prevenir la aparici¨®n de contaminaci¨®n o de deterioro en las zonas de protecci¨®n especial". No basta, por tanto, con estar dispuestos a modificar nuestra con ducta tan pronto se produzcan da?os, sino que hay que evitar que los da?os se produzcan. En tonces no parece procedente responder una vez m¨¢s al se?or comisario con la promesa de que estableceremos medidas paliativas (control de contaminantes, nuevas depuradoras de aguas residuales, traer agua de otra parte), puesto que el peligro no desaparecer¨¢ si mantenemos a las puertas de Do?ana una explotaci¨®n agr¨ªcola intensiva, una urbanizacion en v¨ªas de crecimiento (son m¨¢s de 150.0100 veraneantes los que se congregan en Matalasca?as) y otra en proyecto. El ojo inquisitivo de Europa no se apartar¨¢ de nosotros en tanto no modifiquemos estos planteamientos. En el aspecto ecol¨®gico, estimo que ha pasado la hora de permanecer a la defensiva. Es preciso cambiar, pero para recuperar, no para evitar nuevos desastres. ?C¨®mo? Mediante soluciones imaginativas, de largo vuelo, no exentas de audacia. No olvide mos que el objetivo es conservar en toda su pureza un parque de asiento de aves ¨²nico en Europa.
?Qu¨¦ responder, entonces, al se?or comisario de la CCE? Eso, que se acab¨® la pol¨ªtica de pa?os calientes, que la comarca de Do?ana va a cambiar radicalmente su modelo de desarrollo, orient¨¢ndose hacia actividades blandas, como ganader¨ªa, caza y pesca, turismo verde, agricultura biol¨®gica y acuicultura extensiva. Para ello, aprovechando que estamos dispuestos a acarrear el agua de otros lugares, trasladaremos los proyectos de regad¨ªo a otras zonas de Andaluc¨ªa (a ser posible, del propio pueblo de Almonte), con mejores tierras y lejos del parque. Al propio tiempo, si son necesarias nuevas urbanizaciones, se extender¨¢n hacia el Norte, hacia Mazag¨®n, interrumpiendo la edificaci¨®n en Matalasca?as, ya excesivamente poblada. Que, en fin, la proyectada autov¨ªa de cuatro carriles no flanquear¨¢ Do?ana, sino que se construir¨¢ por el Norte; alejada del parque. En resumen, que somos los primeros en velar por esta zona privilegiada en Europa.
Se aduc¨ªr¨¢, tal vez, que existe un plan de ordenaci¨®n que impide estas actuaciones, pero me pregunto: ?es que la advertencia europea no es una raz¨®n suficiente para modificar este plan? El argumento me parece deleznable. El argumento de peso aqu¨ª es el dinero. El proyecto enunciado tiene un precio muy alto, para Espa?a demasiado caro. Debemos ser sinceros: la econom¨ªa espa?ola no se puede estirar m¨¢s, sus posibilidades son limitadas y el proyecto sumamente ambicioso. ?Por qu¨¦, si el parque es europeo, refugio de aves europeas, espacio natural que pretendemos preservar de cualquier contaminaci¨®n, no hacemos de la comarca en que est¨¢ enmarcado una empresa europea? Algo as¨ª podr¨ªa ser el colof¨®n de la respuesta espa?ola al se?or Ripa di Meana. La operaci¨®n de dejar exento el parque de Do?ana supone una inversi¨®n de miles de millones de pesetas, y deber¨ªa ser un objetivo com¨²n, solidario. El precio no es el mismo si lo paga Espa?a que si lo paga Europa ("?Qu¨¦ le hace un cap¨®n a Frutos?", reza un dicho popular castellano). Es preferible, brindar esta soluci¨®n definitiva antes de que se produzcan presiones, todo lo idealistas que se quiera, pero presiones al fin y al cabo: no aceptamos sus fresas porque se producen en detrimento de Do?ana. Es necesario evitar el dictamen con normas de obligado cumplimiento con que hoy estamos amenazados. Cuando la CCE nos dice que ponemos en peligro el parque que lo estamos echando a perder, no le falta raz¨®n. Que una de las playas m¨¢s sucias de Europa sea la de Do?ana es un bochorno nacional. Que corramos el riesgo de dejar sin agua a las an¨¢tidas del continente por regar unas malas tierras que han arruinado a quienes las cultivan, una verg¨¹enza. Dig¨¢mosles sencillamente a nuestros vecinos de Europa: "Concertar en una misma zona un parque nacional, un plan, de regad¨ªo y una gran urbanizaci¨®n tur¨ªstica fue, en efecto, un grave error que arrastramos desde hace cinco lustros. Estamos decididos a acabar con todo esto de acuerdo con sus deseos, que son los nuestros, pero ay¨²dennos. No vaya a suceder que tener y conservar Do?ana resulte peor y m¨¢s gravoso que no tenerlo".
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