Francisco Javier Molins
El ¨²ltimo hombre en la Embajada espa?ola en Liberia
Una nube de misterio envuelve a Francisco Javier Molins, el administrativo espa?ol que, desde la salida, hace cuatro semanas, de los dem¨¢s miembros de la representaci¨®n diplom¨¢tica espa?ola en Monrovia, permanece solo al frente de la embajada. Un "tipo especial", lo definen muchos espa?oles residentes en Liberia, sin poder a?adir mucho m¨¢s excepto que es hombre de cultura exquisita, domina cinco idiomas y reside en ?frica desde hace 10 a?os.Y es que, a pesar de que Monrovia en tiempos de paz es un peque?o patio de vecindad en el que todo el mundo se conoce, Molins mantuvo siempre una actitud tan reservada sobre sus asuntos que ninguno de sus compatriotas sab¨ªa d¨®nde viv¨ªa. El misterio de sus se?as no qued¨® desvelado ni siquiera cuando el recrudecimiento de la guerra civil oblig¨® al embajador Manuel de Luna a preguntarle expresamente por ello para la puesta a punto de la lista de nombres y localizaci¨®n de los espa?oles ante una posible evacuaci¨®n de emergencia.
Cuando los combates irrumpieron a mediados de julio en el mismo centro de Monrovia, Molins y los dem¨¢s funcionarios de la embajada espa?ola tuvieron que trasladarse, por razones de seguridad, a la residencia y resignarse a un largo periodo de clausura que dur¨® 45 d¨ªas. Meticuloso y esmeradamente eficiente en su trabajo, ante la sorpresa de sus compa?eros Molins fue mostrando un rostro para ellos desconocido.
As¨ª, cuando se impon¨ªa una salida en busca de v¨ªveres a las calles aturdidas por los tiroteos, Molins se ofrec¨ªa voluntario. "Soy soltero y no tengo a nadie que me espere", era su comentario habitual. No deb¨ªa mentir, pues fue el ¨²nico que no pidi¨® comunicaci¨®n con alg¨²n familiar cuando el Ministerio de Exteriores ofreci¨® la oportunidad a los residentes de la embajada.
Y cuando lleg¨® la hora de abandonar el pa¨ªs, Molins se ofreci¨® voluntario para quedarse. Antes de que el convoy espa?ol iniciase su traves¨ªa hacia Sierra Leona, Molins se ofreci¨® para pasar a limpio la declaraci¨®n de la renta del embajador, que el secretario hab¨ªa descuidado. Como si nada pasara a su alrededor, al despedirse del embajador hizo que le firmara varios papeleos. "Hay mucho trabajo", dijo al comentar su agobio ante el inminente cierre del semestre administrativo.
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