Espartaco trae el baile de corrales
Espartaco hizo ayer su aparici¨®n en el abono y trajo con ello el habitual baile de corrales, en busca de sus toritos, cuando la autoridad y veterinarios cumplen con su obligaci¨®n. Eso hicieron los de Albacete al rechazar cuatro de los seis animalejos preparados de Jandilla. La tranquila normalidad de los apartados y sorteos de los tres d¨ªas anteriores se transmut¨® en nervios y carreras para sustituir los bichos por otros del gusto del torero. Finalmente, ¨¦ste acept¨® actuar ante los de Garz¨®n, previstos para hoy, que salieron nada f¨¢ciles ni siquiera para su toreo de ratimagos, aunque, eso s¨ª, astifinos.Para mayor desgracia, Albacete es una de las escasas plazas que se resisten a la conquista del de Espartinas, como ocurri¨® en sus tiempos con El Cordob¨¦s, y pese a las evidentes ganas del diestro, una vez m¨¢s se march¨® cabizbajo. Sus armas ta¨²ricas volvieron a no convencer a la mayor¨ªa del p¨²blico manchego, cuyas opiniones se dividieron tras su labor al quinto: aplaud¨ªan m¨¢s los de sombra y pitaban en mayor medida los morenos. El coletudo hab¨ªa puesto toda la carne en el asador y poco a poco fue sometiendo a su anovillado enemigo, pero en series con la suerte descargada, aunque incluy¨® alg¨²n buen muletazo suelto.
Garz¨®n / Campuzano, Espartaco, Vi?a
Cinco toros de Andr¨¦s Garz¨®n y 12 de Jandilla, desiguales de presentaci¨®n y juego; bastos y flojos. Tom¨¢s Campuzano: pinchazo sin soltar, estocada tendida y descabello (ovaci¨®n); estocada desprendida (ovaci¨®n). Espartaco: pinchazo, estocada ca¨ªda y cuatro descabellos (pitos); pinchazo y bajonazo; aviso (m¨¢s aplausos que pitos al saludar). Rafi de la Vi?a: metisaca, pinchazo y descabello; aviso (silencio); estocada ca¨ªda y dos descabellos; aviso (divisi¨®n). Plaza de Albacete. 12 de septiembre. Cuarta corrida de feria. Lleno.
Los m¨²sicos tocaban por su cuenta, gan¨¢ndose la bronca de la solana, y tan ensimismados estaban que no vieron flamear el pa?uelo del us¨ªa cuando avis¨® a Espartaco. Lo poco aceptable que ¨¦ste realiz¨® lo engorrin¨® al matar en el rinc¨®n umbr¨ªo.
Fue incapaz de dar con las clavijas del bueyazo segundo, acapachado y protestado por el p¨²blico. El animal, manso de solemnidad, se limitaba a barbear y no hab¨ªa forma humana de sacarle de las cercan¨ªas a tablas, pese a que Espartaco dio la vuelta al ruedo persigui¨¦ndole. Su cuadrilla tampoco le ayud¨®, pues convirti¨® el segundo tercio en una horrorosa pantomima pr¨®xima a la charlotada.
Rafi de la Vi?a tampoco diquel¨® bien la forma de agarrar las clavijas de su enemigo inicial, de nombre Clavijero. Entre turbulencias y suertes ortodoxas pas¨® el tiempo y el anovillado animal, el m¨¢s aprovechable del encierro, se fue pr¨¢cticamente sin torear. Mejor¨® con el ¨²ltimo, al que lidi¨® con mayor quietud y temple, pero tampoco hubo calidad.
Tom¨¢s Campuzano abus¨® de pico tanto ante el abufalado primero como ante el distra¨ªdo cuarto. A ambos los tore¨® despegadillo y ventajista.
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