El cura, La Sastra y El Ambulancias
Colmenar de Oreja se visti¨® el s¨¢bado de fiesta para celebrar una divertida becerrada a beneficio de las monjas Agustinas Recoletas y de la iglesia de Santa Mar¨ªa la Mayor de este pueblo. Las monjas de clausura atraviesan dificultades econ¨®micas para cubrir los gastos m¨¢s elementales, como son los de luz y agua, por lo que se pens¨® celebrar un espect¨¢culo taurino, de cuya recaudaci¨®n - 1.200.000 pesetas- un 50% se destinar¨¢ al convento y lo restante para restaurar la iglesia.
El cartel era lo suficientemente extra?o como para que se llenase la plaza. Cualquiera que estuviera all¨ª sab¨ªa de antemano que lo que iba a pasar en el coso poco o nada ten¨ªa que ver con una corrida de toros.
Los cuatro becerros pertenec¨ªan a la ganader¨ªa de los hermanos Garc¨ªa Velasco, El Pera, de Colmenar de Oreja. Los animales fueron comprados con aportaciones de comerciantes e industriales del pueblo.
Las figuras de la tarde hicieron aparici¨®n en la plaza media hora antes del espect¨¢culo.
Ambulancia
Cuando se abrieron las puertas entr¨® una mula mec¨¢nica decorada de ambulancia, con el doctor Cabeza, el doctor Cascote y el doctor Cap¨®n. Era la cuadrilla de El Ambulancias. Minutos m¨¢s tarde se daba paso a un mini con Los Chupatintas, la cuadrilla de Finito de Valdaracete. Y en un bar de la plaza, con traje campero azul marino, el p¨¢rroco de Titulcia, ?ngel Rodr¨ªguez Tejedor, tercero del cartel.Sin duda alguna, Rodr¨ªguez Tejedor fue el triunfador de la tarde. A sus 55 a?os -y a pesar de reconocer momentos antes del espect¨¢culo: "Miedo tengo todo el necesario"-, logr¨® aguantar con valent¨ªa los numerosos revolcones que recibi¨® del tercer becerro de la tarde.
Y es que, en el fondo, para don Angel ser torero fue un sue?o. Cuando decidi¨® entrar en el seminario todav¨ªa dudaba si elegir una profesi¨®n u otra. Cuando finalmente tom¨® los h¨¢bitos le obligaron a no ver ni una sola corrida de toros durante un a?o para "no caer en la tentaci¨®n". Tambi¨¦n record¨® que su primera intervenci¨®n como cura fue bendecir una plaza para tentaderos en Colmenar Viejo.
Cerraba el cartel Pilar Haro, La Sastra, de 26 a?os, que trabaja en un taller de costura. Pilar confes¨® que no ten¨ªa miedo porque no era novata. Ya hab¨ªa puesto antes banderillas a un becerro, coment¨® con orgullo.
Donde menos afortunados estuvieron los diestros fue en la suerte de entrar a matar. Los toreros no estuvieron a la altura de las circunstancias y alg¨²n becerro sufri¨® varios pinchazos.
Seguramente muchos recordar¨¢n esta tarde durante mucho tiempo por este gesto ben¨¦fico y por haber pasado dos horas divertidas, pero no hay duda de que para el p¨¢rroco de Titulcia, que emocionado y con l¨¢grimas en los ojos se despidi¨® de su p¨²blico, ser¨¢ una tarde inolvidable.
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