El debate que viene
EL DEBATE sobre el servicio militar ha cobrado renovada vigenciaa ra¨ªz del env¨ªo a la zona del Golfo de tres buques de guerra en, cuyas tripulaciones se incluyen soldados de reemplazo. Se trata de una cuesti¨®n muy sensible para la opini¨®n p¨²blica frente a la que los poderes p¨²blicos no han sabido hasta el momento encontrar una f¨®rmula adecuada. De ah¨ª que, de entrada, sea plausible la iniciativa de las reuniones que en estas fechas mantiene la ponencia de la Con¨²si¨®n de Defensa del Congreso para elaborar un documento de trabajo sobre el futuro de los ej¨¦rcitos y, por tanto, del servicio militar. La anterior legislatura conoci¨® una nueva Ley del Servicio Militar y un reglamento que aportaron racionalidad al problema. Pese a ello, la pol¨¦mica ha continuado y existe unanimidad en reconocer que el actual modelo de servicio militar es inadecuado.En la campa?a electoral previa a las legislativas del a?o pasado, s¨®lo el PSOE y el PP d¨¦fendieron la f¨®rmula de la prestaci¨®n obligatoria del servicio militar, aunque reduciendo el tiempo en filas. El resto se inclin¨®, en alg¨²n caso con matices, por unos ej¨¦rcitos profesionales. Hoy, incluso el PP admite la profesionalizaci¨®n total, y el PSOE se propone reducir a¨²n m¨¢s la anunciada mili de nueve meses (ahora es de un a?o). Los argumentos en favor de un ej¨¦rcito profesional han ido ganando terreno en los ¨²ltimos tiempos tanto entre los mandos militares como en el seno de la sociedad civil. De un lado, la alta tecnolog¨ªa de los armamentos obliga a que su uso quede reservado a expertos. En la Armada y el Aire, ej¨¦rcitos que utilizan medios m¨¢s avanzados, el porcentaje de profesionalizaci¨®n ha crecido hasta el 70% y contin¨²a en aumento, de forma que, incluso aunque se mantenga la obligatoriedad del servicio militar, los j¨®venes de reemplazo en esos dos ej¨¦rcitos ser¨¢n muy escasos y, por tanto, -su sustituci¨®n por profesionales no supondr¨¢ problema alguno. El problema reside principalmente en el Ej¨¦rcito de Tierra, que sigue sobredimensionado pese,a la disminuci¨®n de efectivos registrada en el periodo 1983-1988 y que permiti¨® la reducci¨®n del servicio a 12 meses. Los m¨¢s de 200.000 hombres que lo integra n son en su mayor¨ªa j¨®venes de reemplazo. Pero los quintos no reciben una preparaci¨®n adecuada y, de otro lado, tienen el convencimiento de que pierden el tiempo.
La estructura y el despliegue del Ej¨¦rcito de Tierra est¨¢n concebidos hoy para la defensa frente a un hipot¨¦tico enemigo exterior. Los expertos en estrategia coinciden en que con ese planteamiento -y no cabe otro-, el de Tierra debe ser un ej¨¦rcito peque?o, ¨¢gil y m¨®vil, basado sobre todo en las recientemente creadas Fuerzas de Intervenci¨®n Inmediata. Entre 80.000 y 100.000 hombres, seg¨²n los expertos, son suficientes. ?Conviene que todos ellos sean profesionales?
La tradici¨®n liberal, y m¨¢s tarde las ideolog¨ªas de izquierda, fueron siempre partidarias de un ej¨¦rcito de conscriptos por considerar que ello constitu¨ªa un obst¨¢culo objetivo (y por tanto, un argumento disuasorio) al golpismo y, m¨¢s gen¨¦ricamente, al intervencionismo militar en la pol¨ªtica interior. Hay que decir que la desconfianza en la milicia subyacente a esa concepci¨®n estaba justificada. El ej¨¦rcito espa?ol ha sido intervencionista desde hace 200 a?os, tendencia que se agudiz¨® tras la p¨¦rdida de las colonias, a fines del XIX. Su ideolog¨ªa y estructuraci¨®n volcaban su misi¨®n fundamental hacia el mantenimiento del orden p¨²blico y la defensa de la "unidad de la patria" frente a los particularismos y nacionalismos penif¨¦ricos. La cuesti¨®n es si, tras la estabilizaci¨®n del r¨¦gimen democr¨¢tico, sigue teniendo sentido esa desconfianza. Especialmente tras la integraci¨®n en la OTAN y la nueva realidad mundial puesta de relieve por el conflicto del Golfo y que ha arruinado toda teor¨ªa sobre el espacio estrat¨¦gico en que era concebible una participaci¨®n de tropas espa?olas. El argumento complementario -decisivo, al parecer, en las reticencias del PSOE a incluir la profesionalizaci¨®n en su programa electoral de 1989- es que un ej¨¦rcito profesional es muy caro. Lo es, pero,si medimos ese coste en t¨¦rminos sociales habr¨ªa que considerar lo que supone para la econom¨ªa la sustracci¨®n anual de un cuarto de mill¨®n de j¨®venes del aparato productivo.
El propio Gobierno dice ahora inclinarse por un modelo mixto, en el que se potenciar¨ªa la figura, del voluntario especial, es decir, el joven que se compromete a permanecer un periodo prorrogable en el ej¨¦rcito -nunca m¨¢s de ocho a?os en total- a cambio de una remuneraci¨®n. El experimento se practica desde hace cuatro a?os y el resultado no es positivo. Los salarios -algo m¨¢s de 60.000 pesetas- son bajos y, en la mayor¨ªa de los casos, la formaci¨®n recibida no es aplicable a la vida civil, defectos que el Ejecutivo conf¨ªa, en resolver. En todo caso, es evidente que la tendencia mayoritaria apunta hacia un ej¨¦rcito profesional o semiprofesional.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.