Ojal¨¢ y am¨¦n
En un art¨ªculo que titul¨¦ Intelectuales y pol¨ªticos, y que fue publicado el 7 de julio ¨²ltimo, me hac¨ªa ante mis lectores esta pregunta: %Pensar¨¢n quiz¨¢ quienes tienen ahora en sus manos las riendas del poder mundial que, combinado y unido el aparato militar de las dos alianzas hasta ayer contrapuestas, OTAN y Pacto de Varsovia, pueden constituir una polic¨ªa mundial capaz de tener a raya a los perturbadores, manteniendo as¨ª la paz y la civilizaci¨®n moderna sobre el planeta? Portentos mayores se han visto en estos a?os ¨²ltimos". La cuesti¨®n se me planteaba al considerar el avance del agresivo integrismo -es decir, del fanatismo- musulm¨¢n, que ya ha empezado a amenazar muy de veras a esta civilizaci¨®n moderna utilizando las armas que ella misma, insensatamente, ha puesto en sus, manos. Lo que no pod¨ªa suponer yo en aquella todav¨ªa tan reciente fecha es que enseguida, casi de inmediato, la crisis desencadenada por la invasi¨®n iraqu¨ª de Kuwait vendr¨ªa a darle a mi pregunta la contundente respuesta que estamos presenciando: pues no s¨®lo las diplomacias, sino tambi¨¦n fuerzas militares de Occidente y de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, se han puesto a colaborar y est¨¢n manejando de manera conjunta esta nueva crisis del golfo P¨¦rsico. Parece, pues, que, en efecto, ya los poderes pol¨ªticos del mundo civilizado han ca¨ªdo ahora por fin en la cuenta de los contumaces errores cometidos frente a las poblaciones isl¨¢micas cuando, tarde y con da?o, deben afrontar sus consecuencias. Vano ser¨ªa, a estas alturas, repasar el cat¨¢logo de tales errores. Lo que m¨¢s bien urge es atenerse a la situaci¨®n actual para, partiendo de ella, considerar sus perspectivas.Por lo pronto, esta situaci¨®n supone, corno es por dem¨¢s evidente, un cambio radical en el entrejuego de los factores que determinan la pol¨ªtica llamada internacional. Propiciado por el colapso del sistema comunista en el este europeo, tan sensacional cambio ha venido a precipitarse como resultado de la agresi¨®n iraqu¨ª en Oriente Pr¨®ximo, al crear unas condiciones de suma tensi¨®n, de las que sin duda pueden temerse los m¨¢s terribles resultados, pero que al mismo tiempo son lo bastante fluidas como para esperar tambi¨¦n, si la suerte ayuda, que den lugar a un nuevo orden en las relaciones mundiales capaz de asegurar la pervivencia relativamente pac¨ªfica y razonablemente justa del g¨¦nero humano sobre nuestro maltratado planeta bajo las condiciones de bienestar generalizado que el moderno desarrollo tecnol¨®gico consiente.
Si la suerte ayuda, digo; y desde luego hago consistir esa suerte, sobre todo, en, que los gestores de la pol¨ªtica mundial sepan actuar con la lucidez y el conocimiento necesarios para hacerse cargo de las complejidades, hasta estos momentos ignoradas, que el conjunto de los pueblos isl¨¢micos presenta, evitando as¨ª los palos de ciego y las torpes componendas que antes de ahora han promovido el crecimiento en su seno de las corrientes m¨¢s oscurantistas y de los elementos m¨¢s reaccionarios, en detrimento de aquellos que, de un modo u otro, pueden favorecer su incorporaci¨®n a la modernidad.
La presente crisis, con todos sus da?os actuales y el inminente peligro a cuyo borde nos tiene colocados, nos ha tra¨ªdo al menos la ventaja de plantear en forma de ineludible inmediatez los problemas reales del momento hist¨®rico, precipitando actitudes claras y poniendo a la vez en rid¨ªculo los inanes residuos de viejos ideologismos que, frente a un cuadro donde para nada encajan, no saben ya qu¨¦ hacer ni qu¨¦ decir, o -lo que es peor- se ponen a emitir puras inepcias. Da pena, en efecto, y un poco de verg¨¹enza observar, tanto aqu¨ª, en Espa?a, como en otros pa¨ªses, las contorsiones con las que, por no callarse, algunos pretendidos bienpensantes incurren en flagrantes incongruencias o revierten a posturas del m¨¢s torpe parroquialismo aldeano. Pero esto, por penoso que parezca, carece en verdad de toda importancia pr¨¢ctica y no merece que se le haga mucho caso. Lo que s¨ª importa y hay que desear en esta coyuntura es que quienes tienen en sus manos la responsabilidad del poder atinen a manejar, con energ¨ªa pero tambi¨¦n con inteligencia, la explosiva situaci¨®n, encamin¨¢ndola en el sentido positivo de la historia hacia soluciones susceptibles de despejar el panorama mundial para las d¨¦cadas venideras. En puridad, s¨®lo nos cabe esperarlo as¨ª. Ojal¨¢ y am¨¦n.
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