Cambio de rumbo
DURANTE A?OS, Margaret Thatcher se opuso en el seno de la CE a imponer sanciones al r¨¦gimen surafricano del apartheid porque aseguraba que nunca ser¨ªan eficaces ni servir¨ªan para cambiar la pol¨ªtica de Pretoria. Lo mismo opinaba el entonces presidente Reagan, el cual en octubre de 1986 vet¨® una ley del antiapartheid total. Devuelta al Congreso, la ley fue aprobada y se sum¨® as¨ª a otros embargos de la comunidad internacional. Gracias a ellos y a su riguroso efecto, Frederik de Klerk, presidente de Sur¨¢frica, se ha visto obligado a cambiar el rumbo de su sistema y esta semana, por fin, puede ser recibido oficialmente en EE UU.Hoy, De Klerk se entrevistar¨¢ en Washington con los miembros del Congreso de EE UU para intentar convencerles de que anulen el r¨¦gimen de sanciones. El gesto ser¨ªa prematuro; las leyes que consagran el racismo a¨²n no han sido derogadas, por m¨¢s que su aplicaci¨®n haya sido suavizada. Y sin embargo, el camino recorrido en un a?o ha sido revolucionariamente largo: a principios de 1990, De Klerk no tuvo m¨¢s remedio que reconocer p¨²blicamente la maldad intr¨ªnseca del apartheid. En febrero puso en la calle al m¨ªtico l¨ªder Nelson Mandela, a quien el Gobierno surafricano hab¨ªa tenido en la c¨¢rcel durante un cuarto de siglo. En agosto firm¨® con su antiguo preso un acuerdo que pon¨ªa fin a la guerra de 30 a?os entre negros y blancos y preve¨ªa la apertura de "negociaciones sobre las negociaciones" para acabar con el dominio de la minor¨ªa blanca en Sur¨¢frica. Hoy es hu¨¦sped del Gobierno de EE UU. Es la primera vez que un presidente surafricano visita oficialmente Washington desde el final de la II Guerra Mundial.
El hecho en s¨ª es indicativo de cu¨¢nto han cambiado las cosas en los ¨²ltimos meses. Sirve adem¨¢s para consolidar la posici¨®n de De Klerk frente a su propia parroquia blanca y para ayudarle a no alterar el dificil rumbo de pacificaci¨®n que ha tomado. Falta le hace. Las noticias que llegan de Sur¨¢frica son tr¨¢gicas: si la pol¨ªtica anterior de represi¨®n y racismo blancos crearon el clima, los actuales enfrentamientos de las etnias negras zul¨² y xhosa lo han exacerbado. Por si faltara algo, la oscura intervenci¨®n dese stabiliz adora de una tercera fuerza, de la que se culpa con raz¨®n a sectores de la derecha blanca m¨¢s reaccionaria, est¨¢ comprometiendo seriamente el camino de la paz. De Klerk necesita toda la ayuda que se le pueda prestar. Pero de tal ayuda no puede derivarse a¨²n la interrupci¨®n de un boicoteo que es todav¨ªa la garant¨ªa de que, pase lo que pase, Pretoria no dejar¨¢ de desmontar el r¨¦gimen que mont¨® hace d¨¦cadas con evidente desprecio por los derechos m¨¢s elementales de la gente.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.