Edoardo Agnelli
El heredero de la Fiat, absuelto en Kenia de un delito de drogas
Edoardo Agnelli, de 36 a?os, ¨²nico hijo var¨®n del Avvocato, heredero natural, pero no designado, del gran imperio Fiat, el grupo_ industrial-financiero privado m¨¢s importante y de mayor prestigio de Italia, acaba de despertarse de una negra pesadilla al haber sido absuelto en Kenia, por falta de pruebas, de la acusaci¨®n de retener en su poder 300 gramos de coca¨ªna. El joven presidente del tribunal de Malinde, el africano Martin Muya, le ha ahorrado un pu?ado de a?os de c¨¢rcel africana al inc¨®modo heredero de la familia Agnelli. El soltero de oro, pacifista, antimilitarista, m¨ªstico, poeta, que recorre el mundo con los buenos deseos de ayudar a los j¨®venes drogadictos a salir del t¨²nel de su soledad, teorizando la eficacia de la liberalizaci¨®n del mercado de los estupefacientes, tras haber vivido ¨¦l en primera persona su propio calvario, hab¨ªa ca¨ªdo en la trampa urdida por un grupo de especuladores, en connivencia con algunos polic¨ªas kenianos, seg¨²n sus abogados.Y es que Edoardo, hijo del rey Gianni Agnelli, y de la noble de origen napolitano Marella Caracciolo, la mujer m¨¢s elegante de Italia, es una mezcla de sant¨®n indio, de fil¨®sofo sin tiempo, de fr¨¢gil Quijote, que se ha sentido quiz¨¢ aplastado muy pronto por el peso de la tremenda responsabilidad a la que estaba predestinado. En conflicto con la generaci¨®n de su padre, hijo del turbulento 68, ha vivido numerosas y profundas crisis religiosas y existenciales. Corri¨® un d¨ªa a la India, al T¨ªbet, a Afganist¨¢n, "en busca de una nueva espiritualidad desilusionado por la poderosa Iglesia del Vaticano. Estuvo incluso a punto de encerrarse en irn convento franciscano, y al final, atra¨ªdo por la figura del papa Wojtyla, ha acabado profundizando en el concilio de Nicea y el dogma de la Inmaculada Concepci¨®n.
Hay quien habla de Edoardo con sarcasmo, con iron¨ªa, pero la gran mayor¨ªa de la opini¨®n p¨²blica siente hacia ¨¦l una ternura no disimulada y mucha compasi¨®n filial. Se dice que no ha superado el complejo de Edipo frente a "tanto padre", y lo cierto es que de su progenitor sigue hablando siempre con tembloroso respeto, comentando sus "amorosas discusiones" con ¨¦l. Y cuando su padre le advirti¨® un d¨ªa paternalmente que cuando se deja pasar dos veces por delante a un caballo sin jinete otro puede saltar sobre ¨¦l y ganar la carrera, Edoardo le res-. pondi¨® con filosof¨ªa orienta? que "las plantas crecen solas y que la Providencia viste gratis a los lirios del campo".
Desde Kenia, donde el hijo del priv ilegio ha vivido la dura experiencia de dos d¨ªas de c¨¢rcel "entre pulgas y gente de mal vivir", ya libre y absuelto, ha afirmado que un d¨ªa en Tur¨ªn, en Fiat, "en vez de autom¨®viles quiz¨¢ se cultivar¨¢n flores", pero que no por eso sus trabajadores deber¨¢n perder el puesto. Y, como inspirado por el cielo, insiste en que por fidelidad a su conciencia sigue pensando en su misi¨®n de futuro heredero del trono. L¨¢stima que en Tur¨ªn ni su padre, que nunca lo ha estigmatizado, pero tampoco escogido como sucesor de su imperio, ni los m¨¢s estrechos colaboradores suyos piensen en ¨¦l como delf¨ªn. Ni piensan ni quieren hablar del fr¨¢gil heredero. Agnelli padre suele repetir que en el proceso de herencia del bast¨®n de mando en Fiat hay tres tiempos: el del poder, el del privilegio y el de la vanidad, y que para ¨¦l existe s¨®lo el primero.
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