Prueba sindical
DE LAS elecciones sindicales, cuyo periodo de c¨®mputo se inici¨® el pasado d¨ªa 1, saldr¨¢n los cerca de 400.000 delegados que representar¨¢n a los asalariados en los comit¨¦s de empresa. Los resultados determinar¨¢n tambi¨¦n la participaci¨®n de las centrales en los diversos ¨®rganos de la Administraci¨®n en que est¨¢ prevista la presencia de los sindicatos. El sistema electoral, bastante imperfecto, favorece una sobrerrepresentaci¨®n de los trabajadores de las peque?as empresas. De ah¨ª la batalla que, antes de iniciarse las votaciones, ha enfrentado a las dos centrales mayoritarias a cuenta de los preavisos unilateralmente presentados por CC OO en 200.000 empresas, en su mayor¨ªa peque?as o medianas.En las elecciones de hace cuatro a?os, la victoria de CC OO en las grandes empresas fue compensada con creces por el ¨¦xito de las candidaturas ugetistas en las medianas y peque?as. Uno de los aspectos interesantes de estas elecciones, las quintas que se celebran desde la recuperaci¨®n de la democracia, ser¨¢ el de comprobar hasta qu¨¦ punto la central que llega la primera a estos centros de trabajo se lleva el gato al agua. Otro punto de inter¨¦s ser¨¢ verificar si la separaci¨®n definitiva del v¨ªnculo tradicional entre UGT y el PSOE favorece o perjudica las expectativas de la central de Nicol¨¢s Redondo. Finalmente, el nivel de participaci¨®n y la relaci¨®n establecida entre las principales candidaturas permitir¨¢ calibrar los efectos de la huelga general de 1988 y de la estrategia de unidad de acci¨®n entre UGT y CC OO en la conciencia sindical de los trabajadores.
En cuanto a lo primero, el renovado inter¨¦s de las centrales por las empresas peque?as o medianas, est¨¢ por ver si la pol¨¦mica misma de los preavisos conseguir¨¢ estimular el debate sindical en ellas y, a trav¨¦s del mismo, su incorporaci¨®n a la cultura sindical: difusi¨®n de los derechos laborales y de los h¨¢bitos de reivindicaci¨®n democr¨¢tica. Pues una de las realidades constatadas en el ¨²ltimo periodo ha sido que en esas empresas con escasa tradici¨®n sindical se pasaba sin soluci¨®n de continuidad de la pasividad frente a los abusos al desbordamiento de los sindicatos por v¨ªa asamblearia. Ese mismo fen¨®meno del desbordamiento de las centrales se ha producido ¨²ltimamente tambi¨¦n en algunas empresas grandes, en las que UGT y CC OO se han visto enfrentadas a la doble presi¨®n del corporativismo y el asamblearismo rampante.
La ruptura de los lazos tradicionales entre UGT y el PSOE result¨® traum¨¢tica, pero tuvo el efecto de secularizar unas relaciones que estuvieron marcadas anteriormente por factores m¨¢s emocionales que racionales. Sin la ventaja del paraguas gubernamental y sin el ventajismo de su cuasi monopolio, v¨ªa preavisos, en las peque?as empresas, estas elecciones marcar¨¢n la hora de la verdad para una UGT que comparecer¨¢ como lo que es: un sindicato entre otros. La ruptura de ¨²ltima hora, a cuenta de los dichosos preavisos, con el aliado y rival de siempre oscurecer¨¢, de otro lado, el balance que los dirigentes ugetistas puedan realizar de estos a?os de unidad de acci¨®n con CC OO. Ser¨ªa lamentable, en cualquier caso, que el ¨²nico criterio para valorar la conveniencia o no de esa t¨¢ctica fuera el mantenimiento o p¨¦rdida de la primogenitura que UGT alcanz¨® a partir de 1982.
M¨¢s significativo ser¨¢ al respecto el nivel de participaci¨®n que se registre. La debilidad de los sindicatos en Espa?a se manifiesta en la escasa afiliaci¨®n (un 11%, frente al 82%. de Dinamarca, el 45% de Italia y el Reino Unido o el 16% de Francia), pero tambi¨¦n en el relativo desinter¨¦s de los trabajadores por las elecciones sindicales. La evidente capacidad de movilizaci¨®n acreditada el 14-D por las centrales obliga a relativizar las conclusiones que de lo anterior se deducen; pero tambi¨¦n es cierto que su incapacidad para traducir en eficacia negociadora aquella capacidad revel¨® debilidades imposibles de ignorar. En todo caso, las elecciones ser¨¢n la mejor prueba para establecer un balance realista y para valorar si, como hasta ahora, UGT y CC OO siguen siendo sindicatos de poca afiliaci¨®n pero de mucha representatividad.
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