El fin del monopolio de Televisa abre una guerra de televisiones en Mexico
La guerra de las televisiones se ha abierto plenamente en M¨¦xico, y con ella, piensan los optimistas, la posibilidad de una televisi¨®n pluralista y de mayor calidad. Es una guerra con dos frentes: el dominio de la poderosa compa?¨ªa Televisa y el control de dos nuevos canales privados que deben poner fin al monopolio actual antes de un a?o. En cierta medida es una guerra con un trasfondo de millones, poder, parentescos, amistades y traiciones que recuerda mucho a las ¨²ltimas historias de amor y dinero que cautivan al p¨²blico espa?ol.
El primer protagonista de esta historia televisiva -pero en absoluto televisada- es el presidente Carlos Salinas, quien, pese a sentirse muy c¨®modo con el estatus tradicional de una sola televisi¨®n privada m¨¢s oficialista que la p¨²blica, decidi¨® el mes pasado sacar a la venta dos de los tres canales del Estado en la ciudad de M¨¦xico y otros m¨¢s en el interior. El Gobierno est¨¢ desde ahora abierto a ofertas, tanto nacionales como extranjeras.De haber quedado ah¨ª, el caso no hubiera pasado de ser un paso m¨¢s en el largo calvario de Salinas para desmontar uno de los estados m¨¢s mastod¨®nticos del mundo. Pero parece como si las estructuras de Televisa se hubieran sacudido por la noticia; surgi¨® coincidentemente una batalla en el seno del famoso grupo y se sumaron a esta historia tres personajes en cuyos nombres se resume buena parte de la realidad de este pa¨ªs: Emilio Azc¨¢rraga Milmo, Miguel Alem¨¢n Velasco -hijo del ex presidente Miguel Alem¨¢n- y R¨®mulo O'Farril junior.
Crisis
La relaci¨®n entre estos tres primeros espadas, sus amores y sus odios, se remontan, desde luego, a d¨¦cadas atr¨¢s, pero s¨®lo ahora ha estallado una crisis de consecuencias todav¨ªa dif¨ªciles de predecir.Por razones desconocidas, O'Farril -don R¨®mulo- ha decidido retirarse de la compa?¨ªa en la que ostentaba el t¨ªtulo de principal accionista nominal, con cerca del 20% del total. Alem¨¢n, cuya participaci¨®n hab¨ªa ido disminuyendo en los ¨²ltimos a?os hasta quedar en niveles poco m¨¢s que simb¨®licos, est¨¢ decidido a seguir los pasos de su socio porque, al parecer, no quiere quedarse solo frente a la familia Azc¨¢rraga, que entre Emilio y sus hermanas Laura y Carmela, controla la mayor¨ªa de la empresa (cada uno de ellos posee el 19%).
Una decisi¨®n trascendentalde lavar la ropa en casa y de no profundizar la crisis fue tomada, aparentemente, hace dos semanas en Nueva York, don de se encontraron accidental mente los tres socios cuando asist¨ªan a una exposici¨®n mexicana en el Metropolitan. All¨ª se decidi¨® que Emilio Azc¨¢rraga, quien orgullosamente carga con el apodo de El Tigre, se quedara con todo a cambio de una cantidad que oscila en torno a los 55.000 millones de pesetas. Oficialmente, el ¨²nico portavoz autorizado de Televisa manifiesta que "todav¨ªa no hay nada concreto" sobre la separaci¨®n, pero reconoce que "cuando el r¨ªo suena es que agua lleva". Ninguno de los afectados aparece por el momento en p¨²blico para explicar las razones de su divorcio, pero los c¨ªrculos pol¨ªticos ya han anticipado la supuesta voluntad de Alem¨¢n y
O'Farril de pelear por quedarse con uno de los cuatro canales actuales de Televisa y aspirar a uno de los dos canales p¨²blicos que se han puesto a la venta.En el trasfondo de este conflicto hay un mara?a de negocios e inversiones que seguramente enfrentaron a los tres famosos apellidos: la compra este a?o del 50% de las acciones del peri¨®dico deportivo norteamericano The National (50 millones de d¨®lares), las aspiraciones de los tres al control de la miner¨ªa privatizada y la posible salida de Televisa a la Bolsa mexicana de valores. Entre visitas a sus doctores en Estados Unidos y paseos en su portentoso yate, Emilio Azc¨¢rraga est¨¢ jugando estas d¨ªas la partida m¨¢s arriesgada de su vida; y el Gobierno de Salinas, pendiente de ver el final de la tormenta desatada.El pasado jueves, en el acto de celebraci¨®n del d¨ªa nacional de los medios audiovisuales, todas las miradas estaban pendientes de los cuchicheos entre los tres grandes leones de la televisi¨®n y el hombre que, por parte del Gobierno, tiene la obligaci¨®n de influir en la soluci¨®n de la crisis, el secretario de prensa de la presidencia, Otto Granada s.
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