Jos¨¦ Luis Alonso se suicida arroj¨¢ndose desde una ventana de su casa
El director de escena padec¨ªa una profunda depresi¨®n
El director teatral Jos¨¦ Luis Alonso, de 66 a?os, falleci¨® ayer a las nueve de la ma?ana al arrojarse desde una ventana de su domicilio, en un sexto piso de la calle de Hermosilla de Madrid. Desde meses atr¨¢s padec¨ªa una fuerte depresi¨®n. La capilla ardiente se abrir¨¢ a primeras horas de la tarde de hoy en el teatro Mar¨ªa Guerrero, que suspende la funci¨®n.
Cuando Jos¨¦ Luis Alonso sali¨® a saludar hace d¨ªas en el estreno de Rosas de oto?o, hab¨ªa un m¨¦dico en la sala. Lo hab¨ªa requerido ¨¦l mismo: se sent¨ªa morir y pod¨ªa necesitarlo en cualquier momento. ?l notaba una muerte que en realidad no era la suya: en los ¨²ltimos meses ha vivido aterrorizado por enfermedades imaginarias que no eran m¨¢s que una: la profunda depresi¨®n. No s¨¦ si ¨¦ste es el nombre v¨¢lido: las etiquetas, los diagn¨®sticos, apenas son descriptivos de esa enorme traici¨®n de la vida que es el deterioro de las facultades mentales; no tiene nombre. Todo empez¨® en mayo, en Sevilla, donde la Compa?¨ªa Nacional de Teatro Cl¨¢sico estrenaba su direcci¨®n de La dama duende. Sinti¨® un mareo que un m¨¦dico de urgencia atribuy¨® a un posible problema de v¨¦rtebras. Desde entonces, Jos¨¦ Luis Alonso fue a m¨¦dicos, neur¨®logos, analistas, psiquiatras: no acusaba enfermedad ninguna. Pero el miedo hab¨ªa hecho. presa en ¨¦l, sent¨ªa profundamente la muerte y dec¨ªa que la present¨ªa. Y esa garra no le ha soltado hasta el amanecer de ayer, en que eligi¨® su propia muerte desde la ventana de su estudio. "El amanecer es terrible", me dec¨ªa unas horas antes.
El teatro, la vida
Jos¨¦ Luis era el teatro. De ni?o entraba en los camerinos del Calder¨®n, que era de su t¨ªo -Alonso Ma?es-, y en el enorme piso de la calle de Serrano donde viv¨ªa la familia mont¨® un teatro donde estrenaban autores de verdad con actores de verdad. La ¨²nica incursi¨®n m¨ªa en el teatro como autor fue una obrita breve para una sesi¨®n de cr¨ªticos que se pasaban al escenario por una noche. Puede que haga casi 40 a?os. Sus primeros pasos profesionales fueron en el Mar¨ªa Guerrero, junto al maestro de directores que era Luis Escobar. Luego vol¨® por su cuenta: en los teatros nacionales -fue director del Mar¨ªa Guerrero, del Espa?ol y de la Zarzuela-. Trajo a Espa?a autores extranjeros que se ve¨ªan por primera vez, como Brecht -que le cost¨® disgustos con la censura-, como Anouilh -con quien tuvo amistad personal-. Lo que el r¨¦gimen no le dejaba hacer, lo hac¨ªa en un peque?o teatro de c¨¢mara, con representaciones de una sola noche. Mont¨® ¨®peras y zarzuelas, busc¨® un teatro social madrile?o, con el g¨¦nero chico, con un Arniches gracioso y agudo. Lo hizo con el empresario Seoane, con el que tambi¨¦n mont¨® una Medea espectacular -con Montserrat Caball¨¦ y Jos¨¦ Carreras- en M¨¦rida, y ahora, Rosas de oto?o. Fue su ¨²ltimo gran ¨¦xito, que ya apenas pudo percibir: trabaj¨® sin fuerzas en unos ensayos en los que, aun as¨ª, dej¨® su huella, y est¨¢ a punto de estrenarse en la Comedia su La dama duende: antes hab¨ªa marcado ¨¦poca en el tratamiento de los cl¨¢sicos Con El alcalde de Zalamea.
Estas l¨ªneas de obligaci¨®n est¨¢n escritas desde el dolor de haber asistido a la entrada de la muerte en su cerebro, y de la que comparten todos cuantos han sido amigos suyos. El t¨®pico de la necrolog¨ªa salta a estas letras impulsado por unas verdades profundas: fue un hombre alegre y bueno, fue un esp¨ªritu atento a todo, con esa universalidad que da la dedicaci¨®n al teatro que es una parte de la vida misma y que hace a los que lo cultivan con la solidez y la seguridad con que lo hizo ¨¦l aprenderlo todo, estudiarlo todo: ¨¦pocas, costumbres, psicolog¨ªa, literatura... y muerte.
Espa?a tiene una decena de grandes directores de teatro: ¨¦l estaba entre los pruneros, y muchos de los otros reconocen su magisterio. Su maestr¨ªa estaba en la seguridad con que llevaba a escena cada texto, en c¨®mo inventaba segundas acciones y escenas mudas para que lo escrito llegase intacto pero con la fuerza teatral de hoy. Era minucioso, insistente con cada actor, con cada detalle de escenograf¨ªa -a veces las constru¨ªa ¨¦l mismo en un teatrito como de juguete que ten¨ªa en su casa, las iluminaba y las filmaba en v¨ªdeo para imaginar el resultado final-; por eso era mas doloroso para todos verle ahora con una indiferencia mortal. Mil recuerdos de Jos¨¦ Luis Alonso brotan ahora: cuando contaba una obra de teatro, se pon¨ªa en pie y mimaba a todos sus personajes; cuando recordaba viejas an¨¦cdotas de camerino, cuando no pod¨ªa contenerse y revelaba los secretillos de la pr¨®xima direcci¨®n... No le ha faltado en los ¨²ltimos momentos la amistad y la solidaridad, pero fue insuficiente para detener la tragedia, que vivi¨® solo, en una ¨²ltima noche de su casa. Hasta que lleg¨® el temido amanecer.
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