Los discutidos derechos del feto
Una empresa norteamericana obliga a las mujeres a esterilizarse para acceder a ciertos empleos
El Tribunal Supremo de Estados Unidos ha visto esta semana el caso de una empresa acusada de ejercer discriminaci¨®n sexual en su pol¨ªtica de empleo. La empresa Johnson Controls Inc., fabricante de bater¨ªas para autom¨®viles, argumenta que exigir a mujeres que optan a determinados puestos que se esterilicen tiene por objeto defender los derechos del feto. El caso ha levantado gran pol¨¦mica en EE UU, donde se relaciona con los emergentes derechos del feto.
La empresa, situada en Milwaukee, requiere a las mujeres que quieran trabajar en algunos puestos bien pagados de la cadena de producci¨®n donde existe exposici¨®n al plomo que se esterilicen. Para ello, se basa en la preocupaci¨®n moral de que los ni?os nacidos de estas mujeres puedan resultar da?ados por la exposici¨®n al plomo y en la posibilidad de que estas mujeres reclamen da?os en caso de que as¨ª suceda. El sindicato m¨¢s potente del sector, United Auto Workers, ha demandado a la empresa, se?alando que esta pol¨ªtica de protecci¨®n fetal es una forma ilegal de discriminaci¨®n basada en el sexo. La ley, seg¨²n los abogados del sindicato, impide a los patronos tener en cuenta la funci¨®n reproductora para limitar el acceso a puestos de trabajo.El bienestar y el estatuto legal del feto son objeto de creciente inter¨¦s en Estados Unidos, espoleado por los avances tecnol¨®gicos tales como la cirug¨ªa del feto dentro del ¨²tero y la posibilidad de verlo en ecograf¨ªas. Pero este inter¨¦s social entra en colisi¨®n con la autonom¨ªa personal de las mujeres, seg¨²n algunos expertos, ya que la mujer debe ser libre de decidir los riesgos que est¨¢ dispuesta a correr. "Estamos debatiendo otra vez la idea, muy antigua, de si las mujeres son meros contenedores fetales", afirma Wendy Chavkin, especialista en salud reproductora de la Universidad de Columbia. "El debate sobre el aborto es solamente una parte de lo mismo".
El caso se relaciona con la pr¨¢ctica de algunos m¨¦dicos y hospitales de pedir autorizaci¨®n judicial para realizar ces¨¢reas cuando la madre se niega, y con la persecuci¨®n judicial de las mujeres embarazadas que consumen drogas y alcohol.
Las empresas y las propias leyes limitaban de forma tradicional el n¨²mero de horas y los puestos de trabajo a que pod¨ªan acceder las mujeres, pero la lucha por la igualdad entre los sexos dio lugar en Estados Unidos a la promulgaci¨®n de leyes que proh¨ªben todo tipo de discriminaci¨®n. La m¨¢s importante es la de 1964, en el t¨ªtulo VII, y en 1978 entr¨® en vigor la ilegalidad de la discriminaci¨®n basada en el embarazo, el parto y los problemas m¨¦dicos relacionados.
La denuncia del sindicato de trabajadores del autom¨®vil fue rechazada en primera y segunda instancias y ahora ha llegado al Supremo. El sindicato argumenta que no est¨¢n bien definidos los riesgos que corre una mujer expuesta al plomo si se queda embarazada y que si un ¨¢rea de la f¨¢brica no es segura para los fetos tampoco lo es para los trabajadores. En segunda instancia, un tribunal federal dio por buenos los argumentos de la empresa Johnson Controls y acept¨® que no es posible fabricar bater¨ªas de otra forma. Sin embargo, un juez del supremo, Frank Easterbrook, ha escrito: "No existe ning¨²n principio legal o ¨¦tico que obligue o permita a Johnson dar por sentado que las mujeres son menos capaces que los hombres de realizar decisiones inteligentes sobre el bienestar de la generaci¨®n siguiente, que los intereses de la generaci¨®n siguiente deban primar sobre los de las mujeres de la actual y que el ¨²nico nivel aceptable de riesgo es cero".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.