Consecuencias de un proceso at¨ªpico de asociaci¨®n
y PEDRO BOFILLExponen los autores del art¨ªculo las peculiaridades por las que la nueva Alemania, una vez integrada la Rep¨²blica Democr¨¢tica Alemana en la RFA, se integr¨® en el marco de la Comunidad Europea. Un proceso at¨ªpico del que todav¨ªa es pronto para evaluar sus ventajas e inconvenientes, sobre todo si se piensa que ocurre en un contexto internacional radicalmente distinto al del origen comunitario.
La unificaci¨®n alemana -hecho natural y superaci¨®n de la escisi¨®n de Europa, consecuencia del fin de la guerra como hecho, pero no jur¨ªdica y pol¨ªticamente- viene acompa?ada de una ampliaci¨®n de la Comunidad Europea por un procedimiento in¨¦dito, no una verdadera ampliaci¨®n, con todos los tr¨¢mites y proceso negociador reglado, sino por lo que se le califica de aumento de volumen. Un hecho natural que, no obstante, se separa de los precedentes comunitarios y que crea una situaci¨®n in¨¦dita. Desde la perspectiva espa?ola y comunitaria, de hecho, se acoge con satisfacci¨®n y esperanza; pero es necesario comprender c¨®mo operativamente afecta a la Comunidad, no tanto a sus estructuras, sino a sus h¨¢bitos.El proceso de unificaci¨®n alemana ha sido tan r¨¢pido que ha carecido del sosiego necesario para reflexionar acerca de cada una de las consecuencias que puede deparar. Es cierto que la recomposici¨®n de Alemania -en los l¨ªmites fronterizos de la l¨ªnea Oder-Neisse- era, de una manera intuitiva, un deseo del mundo libre y, en cualquier caso, una reivindicaci¨®n pol¨ªtica permanente -m¨¢s o menos sinceradel conjunto de los pa¨ªses comunitarios. Pero lo sorpresivo del mismo lo situ¨® frente a un torbellino que super¨® las previsiones existentes.
Analizando el proceso de unificaci¨®n alemana en un contexto comunitario, ¨¦ste se entiende como la extensi¨®n territorial de uno de sus miembros, la RFA; o, si se quiere, como la recomposici¨®n del Estado federal mediante la incorporaci¨®n de los l?nder que conformaban la RDA, por el art¨ªculo 23 de la Ley Fundamental de Bonn. Desde esta perspectiva, la integraci¨®n de la Alemania del Este en la Comunidad no tiene precedentes.
Esta integraci¨®n se est¨¢ realizando en consonancia con los principios que orientan a la Comunidad, tales como el respeto al desarrollo econ¨®mico y social arm¨®nico del conjunto, la realizaci¨®n y funcionamiento del mercado interior, el respeto a la pol¨ªtica de la competencia y la aplicaci¨®n de las cuatro libertades. Todo lo anterior implica que el proceso se est¨¢ llevando a cabo sin revisi¨®n de los Tratados (aspecto este absolutamente novedoso), aunque, eso s¨ª, con la aplicaci¨®n de una serie de derogaciones y periodos transitorios; tanto m¨¢s necesarios desde el momento en que por primera vez estamos frente a la adaptaci¨®n de un sistema de econom¨ªa planificada y centralizada.
Proceso at¨ªpico
Es precisamente la combinaci¨®n de los elementos hist¨®ricos -tales como la divisi¨®n de una naci¨®n en dos Estados regidos por econom¨ªas de concepci¨®n diferente- con el apoyo que los pa¨ªses democr¨¢ticos han dado a las reivindicaciones de la RFA la que define n¨ªtidamente la atipicidad del proceso.
Otro elemento importante es que la integraci¨®n en la Comunidad se realiza al tiempo de la propia unificaci¨®n de las dos Alemanias. Una primera fase se inicia el 1 de julio de este mismo a?o, al entrar en vigor el Tratado de Estado (Staatsvertrag) de la Uni¨®n Econ¨®mica, Monetaria y Social. Con dicho tratado se introducen las normas b¨¢sicas que rigen la econom¨ªa de mercado, tales como: la libertad de contrataci¨®n entre los agentes econ¨®micos, la abolici¨®n de los precios administrados, la autonom¨ªa salarial para patronos y empleados y el derecho a la propiedad privada. Desde este momento, la RDA, siendo un tercer Estado, adquiri¨® un estatuto de cuasi pertenencia comunitaria, al aplic¨¢rsele gradualmente el derecho de la RFA.
Con la entrada en vigor de este tratado (Staatsvertrag) se empez¨® a agudizar la crisis econ¨®mica y social en la RDA y a manifestar claramente las debilidades de un sistema que, lejos de responder a una l¨®gica econ¨®mica, ten¨ªa una orientaci¨®n ideol¨®gica y propagand¨ªstica, y se derrumb¨® el mito de la RDA.
Si bien es cierto que se consiguieron logros en algunos sectores de producci¨®n tales como la ¨®ptica, la maquinaria, etc¨¦tera, y en la formaci¨®n profesional de los trabajadores, salieron a relucir el bajo ¨ªndice de productividad, el retraso tecnol¨®gico y los graves efectos contaminantes de la industria.
Probablemente, las causas anteriormente citadas, junto con el ajuste econ¨®mico que se deriva de las mismas, los compromisos con la URSS y los objetivos electorales, hayan aconsejado la aceleraci¨®n de la firma del Tratado de Uni¨®n (Einigungsvertrag) y, consecuentemente, la precipitaci¨®n de la unificaci¨®n. A partir de esta firma se inicia la segunda fase de la integraci¨®n del territorio de la RDA en las Comunidades Europeas y la aplicaci¨®n ¨ªntegra del derecho derivado, con las excepciones necesarias para evitar el desastre social en aquel territorio.
Efectivamente, la unificaci¨®n alemana tendr¨¢ resultados positivos, entre otros, el tir¨®n de la actividad econ¨®mica, que, seg¨²n todos los indicios, producir¨¢ un crecimiento en torno al 1% para la Comunidad ampliada, pero tambi¨¦n es cierto que se plantea una serie de interrogantes dif¨ªciles de despejar.
Es cierto, a tenor de las informaciones de los responsables de las instituciones europeas, que los fondos estructurales no se ver¨¢n afectados hasta 1993, pero ?qu¨¦ pasar¨¢ a partir de esa fecha? ?Cu¨¢les ser¨¢n las consecuencias de una Comunidad desequilibrada interiormente ante el empuje de la nueva Alemania? ?C¨®mo hacer frente a las repercusiones sociales y econ¨®micas de una nueva Europa del Este en crisis o c¨®mo afrontar simult¨¢neamente las consecuencias del conflicto del golfo P¨¦rsico? ?Sabremos los pa¨ªses comunitarios recuperar la iniciativa ante los nuevos problemas?
Adem¨¢s, existe una serie de agravios comparativos con los ¨²ltimos pa¨ªses adheridos, que requerir¨¢n una pronta soluci¨®n, si se quiere evitar la decepci¨®n de muchos millones de ciudadanos comunitarios. Dif¨ªcilmente entender¨¢n los espa?oles que ciertos productos agr¨ªcolas est¨¦n en una situaci¨®n discriminatoria respecto a los producidos en la antigua RDA o que los nuevos barcos comunitarios tengan acceso a caladeros donde portugueses y espa?oles no pueden todav¨ªa pescar.
Nueva etapa
Europa se sit¨²a ante una nueva etapa de su historia. Me refiero a Europa en su conjunto; pero a la Comunidad le corresponde la labor de asumir los sacrificios del reajuste econ¨®mico y social que le permita solidariamente no s¨®lo superar sus desequilibrios, sino colaborar en la realizaci¨®n de las esperanzas de todo un continente que busca una identidad en com¨²n.
El presidente Giscard d'Estaing dec¨ªa ante el Parlamento Europeo la pasada primavera que una Comunidad en la que un miembro representase demogr¨¢fica y econ¨®micamente una hegemon¨ªa considerable era una Comunidad nueva que exig¨ªa un an¨¢lisis nuevo. No ya ajustes en cuanto al n¨²mero de diputados alemanes al Parlamento Europeo, o a los fondos, aparecer¨¢n uno u otro d¨ªa, por muy modestos que sincera o t¨¢cticamente se presenten hoy los alemanes. De hecho, la ¨²nica garant¨ªa, no ya para el ajuste alem¨¢n dentro de la Comunidad, sino de reforzamiento de la voluntad comunitaria alemana, ante otros escenarios hist¨®ricos que se le vuelven a presentar -el Este, el trato privilegiado con la URSS o con Rusia- es la construcci¨®n pol¨ªtica europea. No hay duda de que hoy los dirigentes de casi todas las fuerzas pol¨ªticas germanas buscan la seguridad pol¨ªtica y ¨¦tica y la contenci¨®n de las tentaciones hist¨®ricas en la aceleraci¨®n hacia la uni¨®n europea. Aprovechemos esta disposici¨®n, y sobre todo en la conferencia institucional que se celebre en diciembre.
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