En los dos ¨²ltimos a?os han sido detectados 9.000 seropositivos en las c¨¢rceles espa?olas
"En los ¨²ltimos cinco a?os ?ha usado jeringuillas?, ?ha compartido hojas de afeitar u otros objetos cortantes?, ?se ha tatuado?, ?ha tenido relaciones sexuales con hombres?". Las respuestas -incluidas en la ficha de ingreso en las c¨¢rceles- por la pr¨¢ctica totalidad de los reclusos internados entre 1989 y 1990 arrojan un dato sorprendente: el porcentaje de presos infectados por el virus del sida ha aumentado muy levemente, pasando del 28% al 30%. Esto representa un total de 9.000 reclusos seropositivos. Pero el grupo formado por los que ya lo eran al ingresar en prisi¨®n ha subido del 20% al 30%. Esto significa "que el problema est¨¢ en la calle, en la droga y el mundo que la rodea", seg¨²n el equipo de soci¨®logos que ha realizado el estudio por encargo de Justicia.
Este organismo ha identificadao a m¨¢s de 9.000 presos seropositivos - infectados por el virus-, sobre una poblaci¨®n de 30.000 reclusos. A pesar de la imper meabilidad de Justicia para facilitar informaci¨®n sobre la situaci¨®n sanitaria dentro de las c¨¢rceles con respecto al sida, Espa?a es -seg¨²n un informe elaborado por la Organizaci¨®n Mundial de la Salud- uno de los pa¨ªses que cuenta con mayor n¨²mero de datos sobre su poblaci¨®n reclusa. As¨ª, el informe se?ala que s¨®lo EE UU, Brasil y Espa?a han notificado a ese organismo internacional los reclusos que han fallecido a causa del sida: 175 en EE.UU, 77 en Brasil y 65 en Espa?a entre 1985 y 1989. El estudio realizado por la Direcci¨®n General de Instituciones Penitenciarias ha permitido identificar no s¨®lo la cifra de seropo sitivos -6.000 en 1989 y 3.671 m¨¢s en 1990- sino tambi¨¦n las pr¨¢cticas de riesgo espec¨ªficas de las prisiones. Por orden de incidencia se sit¨²a, en primer lugar, el compartir jeringuillas, seguido de los tatuajes realizados en la prisi¨®n, tratamientos con acupuntura, haber recibido trasfusiones antes de 1987 y, por ¨²ltimo, el tener varias parejas sexuales.
En este apartado tambi¨¦n han aparecido sorpresas: la homosexualidad no es un factor de riesgo importante. Es m¨¢s, los resultados de los an¨¢lisis revelan que en l¨ªneas generales, los reclusos que se declaran homosexuales est¨¢n m¨¢s sanos que el resto.
Tatuajes
El 44,5% de los 19.000 encuesta dos en 1989 declar¨® haber consumido alguna vez droga por v¨ªa intravenosa, con un tiempo medio de consumo de entre 4 y 5 a?os. El 60% de ellos resultaron ser VIH positivos. Instituciones Penitenciarias ha hecho la estimaci¨®n de que existe un 5% de consumo oculto que podr¨ªa explicar las tasas de seropositividad en reclusos sin factores de riesgo declarados. "Considerando la cifra declarada m¨¢s la cifra oculta, sacamos unos resultados totalmente comparables a los obtenidos en los estudios realizados en grupos de toxic¨®manos", afirma el informe realizado por Angeles Granados, subdirectora de Sanidad Penitenciaria, y Miguel Tello, director de Programas de Investigaci¨®n Sociol¨®gica.
Las principales diferencias con respecto a otros colectivos vienen marcadas por las peculiaridades propias de la cultura carcelaria. Como una clara caracter¨ªstica de esta sobresale el tatuaje. "Cada condena es una muesca en la mu?eca, una l¨ªnea tatuada que muchos reclusos realizan como un rito que forma parte de la cultura de la c¨¢rcel", explica uno de los soci¨®logos que realizan el estudio. Ese h¨¢bito representa el 7,7% de las pr¨¢cticas de riesgo, pero hay claras diferencias entre las consecuencias que puede tener tatuarse dentro o fuera de la c¨¢rcel: Entre el 36% y el 42%. de los seropositivos se han tatuado durante su estancia en la prisi¨®n. El porcentaje de infectados que han cincelado un dibujo sobre su piel fuera de la c¨¢rcel se situa 20 puntos m¨¢s bajo: entre el 16% y el 23%.
Madrid exporta VIH
La datos que se han recogido en la ficha dise?ada para este estudio sociol¨®gico incluyen tambi¨¦n aspectos laborales, educativos, socioecon¨®micos y familiares de los reclusos. Uno de los aspectos m¨¢s significativos lo proporciona la referencia de los anteriores domicilios de los presos. As¨ª, si en la prisi¨®n de Carabanchel estuviesen recluidos los reclusos que resid¨ªan en Madrid, el ¨ªndice de infecci¨®n por VIH ser¨ªa sensiblemente superior. La prisi¨®n de Guadalajara, donde se encuentran recluidos los mier¨ªbros de las fuerzas de seguridad, no registra presos con sida. En el polo opuesto se sit¨²a el centro penitenciario del Puerto de Santa Mar¨ªa. Para la ejecuci¨®n del trabajo, que cont¨® con un presupuesto de 500 millones en 1989 y unos 350 millones para este a?o, se han contratado 132 m¨¦dicos y 210 ATS. Adem¨¢s del sida se ha hecho un seguimiento de la hepatitis B y s¨ªfilis, garantizando siempre la confidencialidad de los resultados. El 90 de los reclusos encuestados expresaron su deseo de conocer los mismos.
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