El hombre que pag¨® por todo
Catalu?a conmemora el 50? aniversario del fusilamiento de Llu¨ªs Companys
Companys preferir¨ªa que m¨¢s que su fusilamiento se recordara su acci¨®n de oposici¨®n y de gobierno; su labor de periodista -fue durante alg¨²n tiempo cronista municipal- y de abogado; sus m¨²ltiples pasos por las c¨¢rceles y los parlamentos -diputado en varias legislaturas y primer presidente del Parlament de Catalunya-; sus intervenciones como concejal del Ayuntamiento de Barcelona; su irrupci¨®n el 14 de abril de 1931 en ese mismo Ayuntamiento, desde cuyo balc¨®n proclam¨® la Rep¨²blica Espa?ola. Y sin embargo, todo ello queda sepultado por las balas que segaron su vida, por una muerte que no busc¨® aunque fue a su encuentro con dignidad, como recordaba esta misma semana el jurista Isidre Molas.Su vida discurri¨® bajo el signo de la paradoja: naci¨® rico y muri¨® pobre; cuando quiso ser alcalde de Barcelona, tuvo que conformarse con ocupar el Gobierno Civil; busc¨® la concordia de su pa¨ªs con todas las Espa?as y muri¨® tras una guerra cruenta, en una posguerra no menos fat¨ªdica; hombre de las tierras del interior, fue ministro de Marina -quiz¨¢ el periodo m¨¢s gris de su azarosa vida-; fundador de diarios, cay¨® sin que el r¨¦gimen que lo ejecut¨® permitiera dar siquiera la noticia de su muerte.
Primera pol¨¦mica
Cuenta uno de sus bi¨®grafos, Josep M. Poblet, que ya de joven llev¨® la pol¨¦mica a su familia. Una familia de terratenientes cuyo asentamiento en El Tarr¨¦s (L¨¦rida) se remonta a 20 generaciones. Los primog¨¦nitos han llevado -y el actual lleva todav¨ªa- el nombre de Josep. Llu¨ªs, estudiante de Derecho en Barcelona, pasaba temporadas en la casa paterna y aprovechaba para charlar con los jornaleros dici¨¦ndoles sistem¨¢ticamente que cobraban poco, que ten¨ªan que pedir aumentos, que aquello era una injusticia. Su padre amenaz¨® con desheredarle, pero a ¨¦l eso le tra¨ªa sin cuidado, como demostr¨® a?os m¨¢s tarde cuando cedi¨® lo que le pudiera corresponder a sus hermanos.
Dos de sus compa?eros de estudios, cuya influencia es notable a lo largo de toda su vida, son Francesc Layret y Salvador Segu¨ª. Ambos con relaciones entre los sectores obreristas barceloneses. Ambos morir¨ªan asesinados (1920, Layret; 1923, Segu¨ª) a manos de las bandas potenciadas por el entonces capit¨¢n general de Catalu?a, Mart¨ªnez Anido, para terminar con la resistencia obrerista. Companys se salv¨® de una muerte similar -no pocos testimonios dan fe de que se hallaba en la lista de eliminables- debido a que se hallaba encarcelado en Mah¨®n.
En 1922 funda la Uni¨® de Rabassaires (campesinos arrendatarios de tierras), cuyo ¨®rgano, La Terra, dirige durante un tiempo. Esta vinculaci¨®n con el campesinado catal¨¢n ser¨¢ un factor importante en el futuro, cuando, en 1931, se funde Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Ese a?o, seg¨²n coinciden todos los historiadores, Companys deja de ser una figura de segunda fila en la pol¨ªtica catalana y espa?ola para convertirse en uno de sus principales protagonistas en ambos frentes. En este congreso de ERC, un sector propone que el nuevo partido incluya en el nombre la definici¨®n de "socialista". Companys se niega alegando que puede hacer perder el apoyo de la peque?a burgues¨ªa y, sobre todo, del mundo rural.
Parte de la historia posterior es conocida. El 12 de abril se celebran las elecciones municipales que dan el triunfo a las candidaturas republicanas y abren la v¨ªa a la Rep¨²blica. Es precisamente Companys quien la proclama en Catalu?a, adelant¨¢ndose siete horas al mismo hecho en Madrid. Francesc Maci¨¢, posteriormente presidente de la Generalitat, se present¨® poco despu¨¦s en el recinto y, para no ser menos, proclam¨® la Rep¨²blica de nuevo, pero esta vez la catalana. Las cosas fueron reconducidas en cuesti¨®n de horas. La llegada de tres ministros del Gobierno provisional convence a Maci¨¢ de la inviabilidad del proyecto. Companys apoya la posici¨®n de los ministros y Maci¨¢ cede.
La amenaza
Entre 1931 y 1934 Companys es gobernador civil de Barcelona, donde evita las quemas de conventos que se produjeron en otras ciudades espa?olas en los primeros d¨ªas de la Rep¨²blica; portavoz del grupo parlamentario catal¨¢n en las Cortes Constituyentes y defensor en las mismas del Estatuto de Autonom¨ªa catal¨¢n; diputado y presidente del Parlament de Catalunya, y ministro de Marina con Manuel Aza?a durante tres meses, los que m¨¢s se le atragantaron. En 1934, tras la muerte de Maci¨¢ (el 25 de diciembre de 1933) fue elegido presidente de la Generalitat. Mientras, ha habido elecciones generales con el triunfo de la derecha, que amenaza con recortar el Estatuto de Autonom¨ªa catal¨¢n y otros logros de la Rep¨²blica. Frente a ello, en octubre de 1934, el PSOE, con Indalecio Prieto a la cabeza, y otros partidos de la oposici¨®n de izquierdas deciden deslegitimizar al Gobierno en el que acaban de entrar tres ministros de la CEDA.
El 6 de octubre, Companys proclama la Rep¨²blica Catalana: su gran error. Pero lo de error lo dicen pol¨ªticos e historiadores. Quienes vivieron en directo los hechos no se atreven a emplear el t¨¦rmino. Es el caso de Josep Andreu i Abell¨®, entonces presidente del Tribunal de Casaci¨®n, para quien la imagen de Companys, a quien conoci¨® y trat¨® ¨ªntimamente, est¨¢ indefectiblemente asociada a ese 6 de octubre. Ese d¨ªa el presidente asume un gesto imposible, presionado desde la calle por una huelga general que se inicia el d¨ªa 4 y desde los despachos por el nuevo Gobierno de derechas. Jos¨¦ Mar¨ªa Gil Robles, ha anunciado como primera medida el recorte del Estatuto. Ante esta situaci¨®n, Companys da un salto adelante proclamando una Rep¨²blica para la que, afirma el periodista Josep Maria Llad¨®, que fue su amigo personal, "sabe que apenas habr¨¢ horas de vida". Llad¨® va m¨¢s all¨¢: "Si Companys hubiera cedido a las peticiones de armas de los huelguistas, Catalu?a hubiera sido un segundo Asturias; si se hubiera plegado ante Gil Robles, la Generalitat hubiera terminado por desaparecer".
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